Investigando bajo el hielo
Entramos en la base alemana de Neumayer, de investigaci¨®n puntera. La ¨²nica completamente bajo el hielo de la Ant¨¢rtida. Durante meses, nueve cient¨ªficos viven all¨ª. Estudian los cambios que afectan al continente blanco y miden las amenazas al planeta.
"Un comportamiento que en tu casa puede parecer una rutina, aqu¨ª se puede hacer insoportable. Y no hay escapatoria"
La fauna del mar de Weddell puede ser un reducto de organismos del cret¨¢cico, de hace 146 millones de a?os
Cuatro anchos tubos sobresalen del suelo helado en pleno desierto ant¨¢rtico; un pu?ado de cables cuelgan desordenados y se pierden en la blancura del ambiente; antenas aparentemente colocadas sin ton ni son permanecen vigilantes; una rampa siniestra se abre en el suelo. No hay m¨¢s se?ales. Es todo cuanto se ve en la superficie del hielo de Neumayer, una base cient¨ªfica ant¨¢rtica dependiente del Alfred Wegener Institute (AWI) de Bremerhaven (Alemania), situada en Atka Bay, en la zona del mar de Weddell. Los tubos son los respiraderos de la estaci¨®n; los cables, el contacto con la caseta meteorol¨®gica, a dos kil¨®metros hacia el interior; las antenas, la comunicaci¨®n con la civilizaci¨®n; la rampa, la entrada de los veh¨ªculos pesados. La estaci¨®n de investigaci¨®n hierve de actividad dos metros m¨¢s abajo, totalmente sepultada en el hielo.
En la base se espera la llegada del Polarstern, un buque rompehielos, aut¨¦ntica joya de la ciencia oceanogr¨¢fica alemana, que dos o tres veces al a?o, durante los meses del verano austral ?entre diciembre y marzo?, acude a Neumayer para abastecerla: gr¨²as, motos de nieve, combustible, recambios de maquinaria, comida, bebida, ropa? y nuevos cient¨ªficos. Investigadores que analizar¨¢n durante esos meses c¨¢lidos, en los que la temperatura se acerca a los cero grados, aunque pocas veces los alcanza, todos los aspectos de la geof¨ªsica, la qu¨ªmica del aire y la meteorolog¨ªa, las tres grandes ¨¢reas de estudio en las que Neumayer es puntera.
La bienvenida a los visitantes siempre es efusiva. Algunos de los habitantes permanentes de la estaci¨®n se quedan 15 meses en los casi 3.000 metros cuadrados de la base, dispuestos en dos largas estructuras met¨¢licas cil¨ªndricas de 90 metros de largo por ocho de di¨¢metro, conectadas por un pasillo m¨¢s estrecho y por un tercer gran tubo en el que est¨¢n aparcados los veh¨ªculos pesados, los contenedores, las motos de nieve? Alrededor de estos ermita?os polares, siempre las mismas caras, las mismas voces, los mismos gestos. Por eso el recibimiento es casi una fiesta, pero? ef¨ªmera: "Tanta gente en un solo d¨ªa nos altera un poco", reconoce un geof¨ªsico de la base. "Est¨¢ bien, pero al ver s¨®lo a ocho personas durante tanto tiempo, la llegada de nuevos cient¨ªficos nos llega a agobiar enseguida".
A la base se accede subiendo unas escaleras que conducen a la cima de una de las torres met¨¢licas que despuntan del hielo, a unos tres metros de altura. Est¨¢ elevada porque, durante el invierno, el nivel del hielo aumenta y casi alcanza la puerta. Dentro de la base todo est¨¢ perfectamente organizado. "En un espacio cerrado del que no tienes posibilidad de escapatoria, el orden es fundamental", comenta Covadonga Orejas, ec¨®loga especialista en bentos del Institut de les Ci¨¨ncies del Mar (ICM) de Barcelona, y visitante de la Neumayer. "El caos puede ser la perdici¨®n". Por eso un orden casi mani¨¢tico impera en toda la base. En uno de los tubos que la componen se acumulan los dormitorios, lavabos y duchas, una de las dos centrales el¨¦ctricas, un almac¨¦n, los laboratorios de geof¨ªsica y de meteorolog¨ªa y el hospital, un quir¨®fano preparado para realizar operaciones de consideraci¨®n: "Aqu¨ª nadie puede atendernos y, en caso de accidente, hay que estar preparados", comenta Ursula Wilk, la m¨¦dica que estuvo a cargo de Neumayer durante 15 meses hace dos a?os.
En la otra ala de la base es donde m¨¢s conviven los estudiosos. All¨ª est¨¢ la cocina, la acogedora sala de estar, un gimnasio, la administraci¨®n, la sala de radio, un taller, otra central el¨¦ctrica y el fundidor de nieve, donde se remineraliza y potabiliza el agua de nieve, utiliz¨¢ndose tanto para las duchas como para beber, tras pasar por una serie de sistemas de esterilizaci¨®n.
En los ¨²ltimos a?os, la tecnolog¨ªa ha cambiado la vida de los hibernantes. Lars, un telegrafista que estuvo nueve meses en Neumayer en 2000, con s¨®lo 19 a?os, se quejaba amargamente de las condiciones de entonces: "A veces conseguimos conectar v¨ªa sat¨¦lite con la televisi¨®n surafricana. Pero la mayor¨ªa del tiempo permanecemos incomunicados por la sombra electromagn¨¦tica y las fuertes tormentas de iones ?auroras australes?". A pesar de que en los polos hay una actividad magn¨¦tica mayor que en otras partes de la atm¨®sfera, lo que puede provocar interferencias en los diversos aparatos de transmisi¨®n, actualmente, los cient¨ªficos pueden conectarse permanentemente a Internet, ver pel¨ªculas en ordenadores port¨¢tiles con discos duros de 400 gigas y escuchar miles de canciones en un MP3.
Desde 1996, la base es mixta. Hasta entonces, los equipos de cient¨ªficos los compon¨ªan exclusivamente hombres. La mezcla de g¨¦neros no ha supuesto ning¨²n problema. "La gente que viene aqu¨ª es elegida por un comit¨¦ espec¨ªfico y tiene que superar unas pruebas f¨ªsicas y, sobre todo, psicol¨®gicas", explica Ursula Wilk. "Tienes que venir muy mentalizado, porque un comportamiento que en tu casa te puede parecer una rutina, aqu¨ª se le puede hacer insoportable a alguien. Y si se envenena la convivencia, no hay escapatoria posible".
Todos los expedicionarios que viajan a la Ant¨¢rtida reciben un curso en el AWI concienci¨¢ndolos de otra cuesti¨®n importante: el reciclaje. En Neumayer se recicla absolutamente todo. El Polarstern se lleva a Alemania cualquier resto, cualquier basura, hasta las heces de los cient¨ªficos.
En su ¨²ltimo viaje antes del invierno, el buque abandonar¨¢ la Ant¨¢rtida hasta el a?o siguiente, dejando en la base a nueve personas: un m¨¦dico, que har¨¢ las funciones de jefe de la base, dos meteor¨®logos, dos geof¨ªsicos, un ingeniero, un electricista, un radiotelegrafista y un cocinero. Hasta que el barco regrese, nueve meses despu¨¦s, su ¨²nico contacto con la civilizaci¨®n ser¨¢ por radio, tel¨¦fono o correo electr¨®nico. Se har¨¢ el silencio. "Todos tenemos la experiencia del silencio en la monta?a", coment¨® en cierta ocasi¨®n la veterana bi¨®loga Pepita Castellv¨ª, pionera de la investigaci¨®n ant¨¢rtica espa?ola. "Pero es un silencio de rumor de hojas, de canto de p¨¢jaro, de murmullo de agua. En la Ant¨¢rtida, cuando no sopla el viento, reina el silencio c¨®smico. Crees haber ensordecido".
Las condiciones son severas. "Los dos meses de oscuridad, mayo y junio, son muy duros, aunque de vez en cuando disfrutamos de luces polares o de una maravillosa claridad de la Luna que nos permite salir", recuerda Uwe Kapieske, el m¨¦dico que estuvo al frente de Neumayer durante 15 meses, entre 2003 y 2004. "Sin embargo, cuando apareci¨® el Sol, a¨²n permanecimos m¨¢s tiempo encerrados, puesto que el viento nos imped¨ªa hasta asomarnos al exterior". Las r¨¢fagas de m¨¢s de 200 kil¨®metros por hora en pleno invierno hacen bajar la temperatura real mucho m¨¢s de 50 grados bajo cero, y nublan completamente la visibilidad.
El viento es, precisamente, una de las causas que ha hecho de Neumayer una estaci¨®n enterrada en un glaciar. En aquella zona, la tierra est¨¢ a unos 200 metros bajo el hielo. "Hay dos opciones", comenta Josep Maria Gili, ec¨®logo marino del ICM: "O se construye sobre la superficie helada, expuesta a los vientos g¨¦lidos, o se sumerge en el hielo y se obtiene una temperatura siempre constante y gobernable". El resultado es un ejemplo de ingenier¨ªa: una obra equipada con la m¨¢s moderna tecnolog¨ªa adaptada para vivir y trabajar durante todo el a?o, la ¨²nica base ant¨¢rtica construida entera bajo el hielo.
Este hecho acarrea un problema: la estaci¨®n est¨¢ en continuo movimiento. Por un lado, la estructura, m¨¢s oscura que la superficie, absorbe m¨¢s calor y va derritiendo el hielo, hundi¨¦ndose constantemente; por otro, el corrimiento t¨ªpico del glaciar provoca que no deje de desplazarse. Todo ello hace que la estructura aguante unos 15 a?os. La primera base, que rindi¨® homenaje con su nombre al cient¨ªfico Georg von Neumayer (1826-1909), gran promotor de la investigaci¨®n ant¨¢rtica alemana, data de 1981; 11 a?os m¨¢s tarde se mudaron a otra reci¨¦n construida, la que sigue ahora funcionando. En febrero de 2009 est¨¢ previsto que la actividad cient¨ªfica se traslade a Neumayer III, una construcci¨®n en la que ya se trabaja. Como existe el compromiso de no abandonar nada, ni el tornillo m¨¢s peque?o, en la Ant¨¢rtida, el desmantelamiento de Neumayer tiene que ser total y requiere una operaci¨®n muy lenta que puede durar d¨¦cadas.
En Neumayer coinciden dos grupos de cient¨ªficos. Los permanentes y los pasajeros, que s¨®lo se quedan un par de meses y, a menudo, fuera de la base, en el Polarstern o en sofisticadas tiendas de campa?a adecuadas al fr¨ªo.
Neumayer es una de las bases cient¨ªficas permanentes que hay en la Ant¨¢rtida. Otras, incluidas las dos espa?olas (la Juan Carlos I, en la isla de Livingston, y la Gabriel de Castilla, en la isla Decepci¨®n, ambas al norte de la pen¨ªnsula ant¨¢rtica), s¨®lo est¨¢n operativas durante el verano. Pero nunca se hab¨ªa hecho tan necesario visitar de forma constante el continente m¨¢s inexplorado del planeta como ahora. El cambio clim¨¢tico y las aceleradas transformaciones que est¨¢ registrando la Tierra se perciben perfectamente en la Ant¨¢rtida: el retroceso del hielo, la mayor frecuencia de icebergs a la deriva, el declive de las poblaciones de krill y ping¨¹inos, la invasi¨®n de algunas especies nuevas en los fondos de la Ant¨¢rtida crean incertidumbre respecto al futuro de este continente.
Neumayer es un centro de gran importancia en investigaciones relativas a la qu¨ªmica del aire, a la meteorolog¨ªa y a la geof¨ªsica. Buena parte de esta investigaci¨®n se realiza a trav¨¦s del hielo. Desde su formaci¨®n, hace m¨¢s de un mill¨®n de a?os, el hielo ant¨¢rtico ha atrapado precipitaciones, gases, mol¨¦culas y polvo que aportan incalculable informaci¨®n sobre las condiciones ambientales prehist¨®ricas. La relaci¨®n entre la concentraci¨®n de CO2 atmosf¨¦rico aprisionado en forma de burbujas y la temperatura de formaci¨®n del hielo pone en evidencia el impacto del efecto invernadero. Se ha detectado a la perfecci¨®n la explosi¨®n demogr¨¢fica, el comienzo de la industrializaci¨®n, el desarrollo del autom¨®vil, los ensayos nucleares de hace medio siglo?
El estudio de la qu¨ªmica del aire permite hacer un seguimiento del ozono y de las part¨ªculas de aerosol. La extrema pureza del aire de este lugar hace que estas part¨ªculas sean consideradas como punto de referencia de otros lugares del planeta. Estos especialistas, adem¨¢s, detectan contaminantes que lleguen desde el ¨¢rea civilizada a trav¨¦s del complejo sistema de corrientes de aire. Los geof¨ªsicos registran continuamente los cambios temporales del campo magn¨¦tico de la Tierra, los movimientos de la plataforma del hielo y la localizaci¨®n de terremotos. Los meteor¨®logos han creado un observatorio dise?ado para hacer un seguimiento detallado de los cambios de la radiaci¨®n solar a lo largo de los a?os; buscan y anotan las perturbaciones, la intensidad y la frecuencia de las tormentas, los m¨ªnimos y m¨¢ximos de temperatura... "Es un trabajo que hay que hacer durante todo el a?o y s¨®lo se puede llevar a cabo desde all¨ª", explica Matias Bender, un geof¨ªsico alem¨¢n que ha vivido dos veces la experiencia invernal ant¨¢rtica en Neumayer. "Tenemos instalados sensores permanentes en glaciares, globos con los que controlamos la capa de ozono, aparatos para todo tipo de mediciones?".
En realidad, la tarea de los cient¨ªficos hibernantes es muy rutinaria, aunque a veces tienen que lidiar con experimentos m¨¢s originales. Bender tuvo en el a?o 2000 un cometido de verdadera responsabilidad que le llev¨® unas cuantas semanas en la base: "Fue una misi¨®n especial", recuerda. "Ten¨ªa que controlar una instalaci¨®n de infrasonidos y ajustarla al nivel de la nieve. Las se?ales de entrada se procesar¨ªan a trav¨¦s de un monitor y se almacenar¨ªan. Estas se?ales se transmit¨ªan directamente desde la Ant¨¢rtida por sat¨¦lite a Viena, donde se encuentran las autoridades internacionales de la energ¨ªa at¨®mica. A ese centro llegaban tambi¨¦n otras se?ales procedentes de diversas estaciones de medici¨®n, de forma que los especialistas de Austria pod¨ªan, tras una valoraci¨®n, saber exactamente d¨®nde se efectuaban pruebas con armas at¨®micas".
M¨¢s relevancia geoestrat¨¦gica: las corrientes de aguas profundas, las que hacen mover los oc¨¦anos, se recargan en un 80% en el norte del mar de Weddell, donde se halla Neumayer. Cualquier alteraci¨®n en este sistema puede afectar a todo el mundo: elevaci¨®n de la temperatura del agua, deshielos, aumento del nivel del mar?
Adem¨¢s, la atm¨®sfera de la Ant¨¢rtida tiene un inter¨¦s espec¨ªfico debido a la din¨¢mica de los vientos y a que ¨¦stos circulan en ¨¢reas extremadamente secas (llueve tan poco como en el S¨¢hara), lo que crea un anticicl¨®n casi permanente en medio del continente responsable de las baj¨ªsimas temperaturas (el r¨¦cord se midi¨® en 1983 en la base rusa de Vostok: -89,3 grados cent¨ªgrados), que convierten el territorio en un aut¨¦ntico desierto helado.
Por otro lado, al ser un ¨¢rea tan inexplorada, los organismos que viven en la Ant¨¢rtida han sufrido muy pocos cambios provocados por el ser humano. Una reciente hip¨®tesis desarrollada por el equipo del ec¨®logo marino Josep Maria Gili considera que la fauna del mar de Wedell puede ser un reducto de organismos desarrollados en el cret¨¢cico (hace entre 146 y 65 millones de a?os). Esos organismos, al encontrarse bajo el hielo, estaban acostumbrados a unas condiciones de vida muy duras marcadas por largos periodos de falta de alimento y luz solar, y bajas temperaturas.
Ya ha llegado marzo; vuelve el invierno a Neumayer, y con ¨¦l reina de nuevo el silencio c¨®smico. Nadie se percatar¨¢ de que, a dos o tres metros bajo el hielo y a miles de kil¨®metros de la civilizaci¨®n, nueve cient¨ªficos y personal de mantenimiento trabajan por mantener el equilibrio clim¨¢tico del planeta.
A?o Polar Internacional: SOS Ant¨¢rtida
El ¨²ltimo rinc¨®n del planeta ya est¨¢ expuesto a la voracidad humana. El calentamiento global y el desarrollo de sofisticadas t¨¦cnicas mineras exponen el fr¨¢gil y valioso ecosistema de la Ant¨¢rtida a nuevas invasiones de fauna marina, a la explotaci¨®n de la cantidad de recursos que esconde el hielo y qui¨¦n sabe si tambi¨¦n a las garras del turismo: en los noventa, visitaban la Ant¨¢rtida 5.000 turistas al a?o; este verano austral lo habr¨¢n hecho casi 30.000.El continente blanco es, seg¨²n el Tratado Ant¨¢rtico (1961), el ¨²nico lugar del mundo que no pertenece a ning¨²n pa¨ªs. Su relevancia para comprender los cambios actuales y pasados y el funcionamiento del sistema terrestre lo convierten en un campo de investigaci¨®n privilegiado. El 1 de marzo ha comenzado un nuevo A?o Polar Internacional, una iniciativa cient¨ªfica que estudiar¨¢, entre otros aspectos, la situaci¨®n del medio ambiente en los polos; la comprensi¨®n de los cambios pasados y la predicci¨®n de los futuros; la interconexi¨®n entre los procesos polares y globales; la observaci¨®n de la Tierra y del espacio desde los polos; la sostenibilidad de las sociedades circumpolares¡ Ser¨¢ la cuarta edici¨®n del acontecimiento, despu¨¦s de las de hace 125, 50 y 25 a?os, y entre sus mensajes destaca un claro SOS por la situaci¨®n de la Ant¨¢rtida, amenazada por el cambio clim¨¢tico.Jer¨®nimo L¨®pez, presidente en Espa?a del Comit¨¦ Cient¨ªfico de Investigaci¨®n Ant¨¢rtica (SCAR, en sus siglas en ingl¨¦s), prev¨¦ que el cambio clim¨¢tico afectar¨¢ sensiblemente a la regi¨®n polar: ¡°La pen¨ªnsula Ant¨¢rtica sufrir¨ªa una importante p¨¦rdida de hielo, mientras que en la Ant¨¢rtida Oriental aumentar¨ªan las precipitaciones y el espesor de hielo. El agua de fusi¨®n facilitar¨ªa el flujo subglaciar y el avance del hielo acarrear¨ªa m¨¢s desprendimientos al mar. Los ecosistemas marino y terrestre sufrir¨ªan importantes cambios y las especies animales se ver¨ªan afectadas¡±. A su vez, estas alteraciones en la Ant¨¢rtida repercutir¨ªan en todo el planeta: ¡°Se podr¨ªan ver afectadas las corrientes marinas y con ello el clima de numerosas regiones, adem¨¢s de la circulaci¨®n atmosf¨¦rica¡±. Josep Maria Gili, ec¨®logo marino del Institut de les Ci¨¨ncies del Mar (ICM) de Barcelona, ¡°se consuela¡± pensando en t¨¦rminos macrotemporales: ¡°Despu¨¦s de todo, los seres humanos llevamos 100.000 a?os en la Tierra y la Ant¨¢rtida tiene 35 millones. ?Qu¨¦ queremos cambiar, si somos unos reci¨¦n llegados! El planeta siempre ha estado sometido a cambios y ahora la actividad humana los ha acelerado. Es l¨®gico: todas las especies han transformado el medio en su propio beneficio en la medida de sus posibilidades. Ahora nos toca corregir muchas cosas y reconocer que hemos utilizado mal nuestra inteligencia¡±.
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