Egipto vota a hurtadillas una gran reforma pol¨ªtica
La oposici¨®n tacha de ileg¨ªtimo un refer¨¦ndum convocado en siete d¨ªas
El pasado lunes, casi a hurtadillas y con el rechazo total de la oposici¨®n, el Parlamento egipcio aprob¨® la reforma constitucional, en respuesta a una petici¨®n del presidente Hosni Mubarak. Concluida la votaci¨®n, un miembro del gobernante Partido Nacional Democr¨¢tico (PND) grit¨®: "?Viva Mubarak!". Desde una de las tribunas exteriores, una de los pocos diputados opositores presentes respondi¨® con un sonoro: "?Viva Egipto!".
La nueva ley ha sido calificada por los opositores a Mubarak de "golpe de Estado"
Esta an¨¦cdota sintetiza el proceloso y controvertido proceso de transformaci¨®n emprendido por Egipto hace tres a?os, bajo presi¨®n de EE UU y su plan para democratizar Oriente Pr¨®ximo, y que ahora este mismo pa¨ªs critica. Un proceso apresurado y teledirigido, urdido en soledad en los talleres pol¨ªticos del PND, que en palabras de opositores y analistas ha minado decenios de tradici¨®n democr¨¢tica en Egipto y ha despejado la encriptada senda hacia la sucesi¨®n que, supuestamente, recorre Gamal, el hijo menor de Mubarak.
Esta rocambolesca reforma, plagada de incertidumbres y sospechas sobre su legitimidad, concluye hoy con una consulta popular igualmente ce?ida en sombras: convocado en menos de una semana, puede describirse como el refer¨¦ndum m¨¢s veloz de la historia.
Sin apenas tiempo de leer el nuevo texto, casi 35 millones de egipcios est¨¢n convocados a las urnas para decidir si aceptan o rechazan una ley que no s¨®lo transformar¨¢ el esqueleto pol¨ªtico del pa¨ªs, sino que, adem¨¢s, recortar¨¢ las libertades individuales, como han denunciado diferentes organizaciones de derechos humanos.
La premura y la suspicacia que han impregnado todo el proceso han generado igualmente una ins¨®lita campa?a en la que no ha habido ni carteles ni m¨ªtines. S¨®lo la televisi¨®n y los diarios oficiales han explicado sesgadamente, y a matacaballo, las bondades del nuevo marco constitucional, frente a la voz ahogada de la oposici¨®n, que se ha atrevido a boicotear el refer¨¦ndum pero que, atomizada e indefensa, se ha quedado sin m¨¢s margen de maniobra.
En este ambiente, todo apunta a que la nueva Constituci¨®n que regir¨¢ el pa¨ªs m¨¢s poblado de Oriente Pr¨®ximo y ?frica ser¨¢ fruto de la decisi¨®n de unos pocos, aprobada por unos pocos. Con las recientes elecciones presidenciales como referencia, la participaci¨®n se barrunta escasa, lo que parece deslegitimar a¨²n m¨¢s el proceso. Hace a?o y medio, tras una masiva campa?a electoral, s¨®lo un 23% de los electores -es decir, siete millones de personas, un 9% de la poblaci¨®n- acudi¨® a las urnas. La mayor¨ªa, aleccionados por la fara¨®nica estructura del PND, que ya tiene dispuestos, de nuevo, cientos de autobuses y miles de bocadillos para trasladar a los votantes y premiar su fidelidad en un pa¨ªs cada vez m¨¢s acuciado por las desigualdades.
La nueva ley, calificada por la oposici¨®n de "golpe de Estado constitucional", incluye 34 enmiendas levantadas sobre un sinf¨ªn de pol¨¦micas. A la cabeza de todas, los art¨ªculos 76, 82 y 84, referentes a la ley de partidos, las elecciones y los atributos de la presidencia relacionados con la sucesi¨®n. En virtud de los dos ¨²ltimos, en caso de incapacidad temporal del presidente, la jefatura del Estado debe pasar al vicepresidente, y de no existir esta figura, al primer ministro. Tras m¨¢s de medio siglo en el poder, Mubarak a¨²n no ha elegido vicepresidente, pese a las presiones recibidas, tanto internas como externas.
En caso de que la incapacidad del mandatario fuera definitiva, el poder pasar¨ªa de forma transitoria al presidente del Parlamento o en su defecto al del Consejo de Shura (especie de Senado), quienes en 60 d¨ªas tendr¨¢n obligaci¨®n de convocar unas elecciones que, seg¨²n la nueva Constituci¨®n, ya no estar¨¢n supervisadas por los jueces. Es en este punto donde entra en juego el pol¨¦mico art¨ªculo 76, ya enmendado por el propio Mubarak hace un a?o para admitir m¨²ltiples aspirantes en las presidenciales y barnizar de democracia su ¨²ltimo plebiscito. Ahora, se le ha dado una vuelta m¨¢s de tuerca. Seg¨²n la nueva ley, s¨®lo podr¨¢n optar a la presidencia los candidatos de las formaciones que en la actualidad tengan m¨¢s de cinco a?os de vida y m¨¢s del 3% de representaci¨®n en el Parlamento, lo que acorrala a¨²n m¨¢s a la oposici¨®n, neutraliza la amenaza pol¨ªtica de los Hermanos Musulmanes, segunda fuerza del pa¨ªs, y deja v¨ªa franca al PND, donde Gamal Mubarak ya es el n¨²mero tres.
Javier Mart¨ªn es director del servicio en ¨¢rabe de la agencia Efe.
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