Un nuevo pulso constitucional y un largo proceso legislativo
La aprobaci¨®n por el Senado de una ley que marca un plazo para la retirada de tropas de Irak da lugar a un dif¨ªcil pulso entre el Congreso y la Casa Blanca y abre el tiempo de una apasionante negociaci¨®n entre bastidores.
Al ser distintas las leyes que los dem¨®cratas han conseguido sacar adelante en cada una de las C¨¢maras, se hace necesario ahora iniciar lo que, en el lenguaje constitucional estadounidense, se conoce como proceso de conciliaci¨®n. Senado y C¨¢mara nombran representantes para la integraci¨®n de un comit¨¦ conjunto del que debe salir un ¨²nico texto consensuado.
Al tratarse del mismo partido con mayor¨ªa en las dos C¨¢maras, esa conciliaci¨®n no deber¨ªa de resultar muy dif¨ªcil, si bien hay que tener en cuenta que la ley de la C¨¢mara de Representantes es notablemente m¨¢s radical que la del Senado y que la victoria ha sido muy estrecha en ambos casos.
El texto surgido de ese comit¨¦ -ya despu¨¦s de Semana Santa- tiene de nuevo que ser votado por las dos C¨¢maras, que no pueden introducir modificaciones.
Veto del presidente
Una vez ratificada, la ley le ser¨¢ presentada al presidente, que cuenta con 10 d¨ªas para pronunciarse. Si no lo hace en ese tiempo, el proyecto queda autom¨¢ticamente aprobado. Si decide vetarlo -como parece que ser¨¢ el caso-, debe presentar los argumentos que le han llevado a hacerlo.
El presidente de Estados Unidos no puede vetar unos apartados de la ley y aprobar otros -como cabr¨ªa pensar al tratarse de una legislaci¨®n que, adem¨¢s del plazo de retirada, incluye los fondos para la guerra-. Eso ocurri¨® en el pasado en algunas ocasiones. Bill Clinton, por ejemplo, consigui¨® el apoyo del Congreso para poder vetar s¨®lo algunos apartados de una ley. Pero en 1998 el Tribunal Supremo dictamin¨® que esa pr¨¢ctica era inconstitucional.
Una vez que el presidente veta la ley, ¨¦sta regresa al Congreso sin posibilidad de rectificaci¨®n. Es decir, esa misma ley no puede volver a entrar en la Casa Blanca. Puesto que ¨¦sta no es una legislaci¨®n prescindible, se hace obligatorio, por tanto, abrir una negociaci¨®n en la que los dos poderes constitucionales encuentren un punto en com¨²n.
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