El rey saud¨ª afirma que el desastre de los pa¨ªses ¨¢rabes es culpa de sus gobernantes
Abdal¨¢ condena la "ocupaci¨®n ileg¨ªtima de Irak" y la amenaza del programa nuclear iraqu¨ª
ENVIADO ESPECIAL Los Estados ¨¢rabes afrontan una coyuntura crucial en situaci¨®n calamitosa. Y aunque Occidente no es ajeno al desastre, los d¨¦spotas de Oriente Pr¨®ximo no podr¨¢n revertir el desastre sin proceder antes a una serena autocr¨ªtica sobre sus acciones pasadas. Es lo que hizo ayer y sin tapujos el rey Abdal¨¢ de Arabia Saud¨ª en su discurso inaugural de la cumbre de la Liga ?rabe que se celebra en Riad: "La culpa es nuestra. Las disputas entre los l¨ªderes de la naci¨®n ¨¢rabe nos han hecho perder confianza en nuestra capacidad".
Los gobernantes ¨¢rabes pretenden regenerar esa capacidad para encarar dos retos: "La ocupaci¨®n ileg¨ªtima de Irak" por parte de EE UU, como la defini¨® el monarca, y el programa nuclear iran¨ª, desaf¨ªo para el que estudian un pacto militar.
Cuatro pa¨ªses, Irak, L¨ªbano, Sud¨¢n y Somalia, y un territorio ocupado por Israel, Palestina, sufren conflictos armados de intensidad variable. Las crisis econ¨®micas, salvo en los ricos emiratos petrol¨ªferos, son casi end¨¦micas en la mayor¨ªa de los pa¨ªses ¨¢rabes. Y la tendencia a la reyerta entre los dirigentes, y en el interior de sus pa¨ªses, es una tradici¨®n arraigada desde la ca¨ªda del Imperio Otomano, en 1918.
A diferencia de otras reuniones, jalonadas siempre de broncas o boicoteos, la 19? cumbre de la Liga ?rabe parece ser la de la unidad. Muy rara vez se ha logrado un qu¨®rum como el que ayer se produjo en la apertura de la cita. S¨®lo el l¨ªder libio, Muammar el Gaddafi -"no s¨¦ por qu¨¦ acuden a la reuni¨®n, ya est¨¢ todo decidido en Washington", afirm¨®- se abstuvo de viajar. Nadie mejor que la poderosa Arabia Saud¨ª, primer productor y exportador mundial de petr¨®leo, para forjar un cierre de filas.
Aunque no caben pa?os calientes en la regi¨®n, es poco habitual que un dirigente ¨¢rabe se exprese en p¨²blico con la franqueza con que se despach¨® el rey Abdal¨¢ y lance autocr¨ªticas de semejante envergadura. "Hace 60 a?os la Liga naci¨® como un foro para la unidad ¨¢rabe. La cuesti¨®n es, ?qu¨¦ hemos conseguido? Estamos m¨¢s lejos de la unidad que cuando la Liga fue constituida", declar¨® el monarca. "La p¨¦rdida de credibilidad", a?adi¨®, "ha alentado las intervenciones extranjeras... La Liga es un foro que refleja nuestra realidad. La culpa es nuestra, de los l¨ªderes de la naci¨®n ¨¢rabe. Nuestras constantes diferencias nos han hecho perder confianza en nuestra capacidad".
Existe la percepci¨®n de que se trata de una cita hist¨®rica en un periodo de turbulencias; de que si cada r¨¦gimen hace la guerra por su cuenta, el destino de los pa¨ªses ¨¢rabes se decidir¨¢ fuera de sus fronteras. Y as¨ª lo percibe tambi¨¦n la inmensa la mayor¨ªa de los ciudadanos. Los destinatarios del mensaje escuchaban en la grandiosa sala del Centro de Conferencias Internacionales Rey Abdulaziz, un derroche de lujo. Si esta vez el mundo ¨¢rabe no demuestra unidad -una obsesi¨®n del monarca saud¨ª-, su capacidad de influencia se ver¨¢ seriamente da?ada.
?nica potencia regional
Cada vez es m¨¢s evidente que el reino saud¨ª es la ¨²nica potencia regional que muestra m¨²sculo y resuelve querellas de sus vecinos. Ha sucedido en Palestina, donde su mediaci¨®n result¨® vital para que Ham¨¢s y Al Fatah formaran el Gobierno de unidad nacional. Est¨¢ en ello en el endiablado L¨ªbano. Y no parece dispuesto a dejar que EE UU haga y deshaga a su antojo en Irak. "En nuestro querido Irak la sangre de nuestros hermanos fluye a la sombra de una ocupaci¨®n extranjera ileg¨ªtima, y el odio y el sectarismo amenaza con una guerra civil", subray¨® Abdal¨¢.
Sin embargo, no s¨®lo a Washington, su firme aliado, se dirigen las palabras del rey. Los mensajes se dirigieron a diestro y siniestro. Si Riad ha arrebatado al desangelado Egipto el liderazgo del mundo ¨¢rabe, Ir¨¢n trata de destronar a Riad al frente del mundo musulm¨¢n. De ah¨ª que en la cumbre de Riad, que concluye hoy, se est¨¦ debatiendo un plan de seguridad para los 22 Estados miembros que incluye la cooperaci¨®n en materia nuclear.
Como aseguraba recientemente un alto funcionario europeo que visita Oriente Pr¨®ximo con frecuencia, "Arabia Saud¨ª tiene tres fijaciones: Ir¨¢n, Ir¨¢n e Ir¨¢n". "Hay una necesidad de crear un concepto global de seguridad a la vista de los peligros y amenazas... Y es urgente una revisi¨®n de la cuesti¨®n nuclear en la regi¨®n", reza el documento sometido a discusi¨®n.
S¨®lo Riad -donde ayer se observaba una presencia policial y militar masiva, con numerosas avenidas de la extensa ciudad cortadas al tr¨¢fico- puede jugar este papel a varias bandas. Porque, por otro lado, tambi¨¦n ejerce toda su influencia para impedir que Estados Unidos se embarque en un ataque militar contra Ir¨¢n que desestabilizar¨ªa toda la regi¨®n.
Paz por territorios
La cumbre aprob¨® ayer por unanimidad el plan de paz saud¨ª para Palestina, en el que se propone el reconocimiento de Israel por parte de los 22 Estados ¨¢rabes, a cambio de una retirada completa de los territorios ocupados, sin excluir Jerusal¨¦n Este.
Incluso Ham¨¢s ha adoptado una actitud ambigua para no boicotear la propuesta. El primer ministro, Ismail Haniya, traz¨® una l¨ªnea roja que su movimiento no cruzar¨¢. "Espero que los pa¨ªses ¨¢rabes sigan asumiendo la obligaci¨®n de no comprometer bajo ninguna circunstancia el derecho al retorno de los refugiados", declar¨® a Reuters.
S¨®lo algunos l¨ªderes han hablado en contra de las intenciones de Riad de encauzar el peliagudo asunto de los cuatro millones de refugiados palestinos mediante compensaciones econ¨®micas destinadas a los que decidan quedarse a vivir en los pa¨ªses de acogida. Lo hizo el presidente de L¨ªbano, Emile Lahoud: "El establecimiento de los palestinos no s¨®lo afecta a su causa, tambi¨¦n afecta a la estructura de la sociedad libanesa".
El rey Abdal¨¢ mantiene un pulso con Lahoud, considerado aliado de Siria, desde el asesinato del ex primer ministro liban¨¦s Rafik Hariri, apadrinado por Riad. Lahoud fue el ¨²nico jefe de Estado que no fue recibido a pie del avi¨®n por el monarca saud¨ª.
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