Suplantados
Se acumulan papeles en la mesa. Por orden de antig¨¹edad, el primero es el libro de Enrique Bustamante Radio y televisi¨®n en Espa?a. Historia de una asignatura pendiente de la democracia (Barcelona, 2006), del que se habl¨® hace dos semanas en El p¨²blico, un programa que, salvo las ocasiones en que cede al localismo, tiene ya una trayectoria que lo sit¨²a muy por encima de la media de la cadena auton¨®mica. El segundo papel es el Bar¨®metro Audiovisual de Andaluc¨ªa, Edici¨®n 2007, hecho bajo los auspicios del Consejo Audiovisual de Andaluc¨ªa (CAA). Es un documento extenso y prolijo del que extraer conclusiones ¨²tiles resulta menos f¨¢cil de lo que parece. Pero un primer vistazo (lleva dos d¨ªas en la p¨¢gina web del CAA: http://www.consejoaudiovisualdeandalucia.es) acaba produciendo la misma melancol¨ªa que dejan en el alma todas las estad¨ªsticas: al d¨ªa siguiente, al despertar, todav¨ªa est¨¢n ah¨ª. Quedan, pues, para la pr¨®xima semana.
Enrique Bustamante es catedr¨¢tico de Comunicaci¨®n Audiovisual y Publicidad y uno de los miembros del Consejo para la Reforma de RTVE que form¨® el gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero. Es un aut¨¦ntico experto y su libro es en todo caso muy recomendable. De momento, retengo una respuesta de su autor en aquel programa de Canal 2 Andaluc¨ªa a una pregunta sobre la independencia y profesionalidad de los periodistas: seg¨²n Bustamante, en el campo de la generaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica la sociedad civil ha sido suplantada por los medios de comunicaci¨®n. Es decir: la opini¨®n que los medios reproducen es, m¨¢s que la voz genuina de la sociedad civil, la de unos medios que hoy son poderes tanto o m¨¢s incontrolables por el ciudadano que el mism¨ªsimo poder del Estado. Sabiendo adem¨¢s, a?ado yo, que la propia sociedad civil es hoy m¨¢s un fluido en el que nos movemos a la deriva que el referente de un punto de articulaci¨®n de las demandas de los ciudadanos.
Pero esta idea de la suplantaci¨®n permite explicar m¨¢s cosas de las aludidas por Bustamante. En t¨¦rminos generales, el malestar ante la televisi¨®n se podr¨ªa deber a una conciencia poco definida, pero densa como una niebla espesa, de que en televisi¨®n la norma es dar gato por liebre. Disculpen la hip¨¦rbole a la que voy a recurrir, pero servir¨¢ para hacerme entender. Hay programas en los que cualquier contenido civilizado ha sido suplantado por el insulto, la difamaci¨®n y la lesi¨®n de derechos ajenos; periodistas cuya ¨¦tica profesional ha sido suplantada por la del francotirador o el mercenario; informativos en los que la informaci¨®n independiente ha sido suplantada por la propaganda, o por la manipulaci¨®n, o por la contaminaci¨®n, o por todo a la vez; programas llamados de entretenimiento en los que la apelaci¨®n a la inteligencia ha sido suplantada por la habilitaci¨®n sin l¨ªmites de la groser¨ªa; programas dedicados a la cultura popular en la que ¨¦sta ha sido suplantada por un folclore contrahecho; etc¨¦tera.
Ya s¨¦ que esto no es toda la verdad y que no siempre las cosas son as¨ª. Pero la espesa niebla en la que el resultado general nos hunde autoriza la sospecha de que la realidad se parece, cada vez m¨¢s, a su hip¨¦rbole.
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