"En este momento delicado Cuba necesita di¨¢logo, no presi¨®n"
Las palabras que con mayor ¨¦nfasis pronuncia el cardenal cubano Jaime Ortega son tres: "Tender puentes", "di¨¢logo" y, por supuesto "reconciliaci¨®n". Adem¨¢s, en este momento delicado que atraviesa su pa¨ªs, con Fidel Castro enfermo y ausente del poder desde hace ocho meses, "realismo" y "responsabilidad" son para ¨¦l t¨¦rminos clave. A sus 70 a?os, los ¨²ltimos 25 como arzobispo de La Habana, Ortega lo ha visto todo o pr¨¢cticamente todo: la confrontaci¨®n feroz Iglesia-Estado en los primeros a?os de la revoluci¨®n; la sovietizaci¨®n y la intolerancia, en los setenta; la distensi¨®n una d¨¦cada despu¨¦s; la lenta apertura y el viaje del papa Juan Pablo II en enero de 1998...
Los medios oficiales de comunicaci¨®n, antes vedados a la jerarqu¨ªa eclesial, han ofrecido algunos espacios de radio en fechas se?aladas
"Un clima de reconciliaci¨®n es el que puede crear pasos de acercamiento, y eso la Iglesia no puede dejar de predicarlo siempre"
Quiz¨¢s por esa experiencia, y por lo que la Iglesia representa, no hay pol¨ªtico extranjero que viaje a Cuba que no quiera verlo, y ¨¦l siempre explica lo mismo: "El camino es el di¨¢logo, con la presi¨®n no se llega a ning¨²n lado".
Ortega sabe que vivir en Cuba obliga a hablar de pol¨ªtica. Y de igual modo que a un escritor o a un cineasta cubano se le pregunta por la revoluci¨®n antes que por su obra, de un alto dignatario de la Iglesia como ¨¦l se espera que hable poco del reino de los cielos y m¨¢s de Fidel Castro y del cambio que se adivina. Concede, por ello, escasas entrevistas. Atiende ¨¦sta en momentos especialmente relevantes para su pa¨ªs, ocho meses despu¨¦s de que Castro delegara provisionalmente todos sus poderes en un equipo encabezado por su hermano Ra¨²l, el jefe del Ej¨¦rcito.
"Debemos complacernos de que en esta nueva situaci¨®n haya reinado la tranquilidad", dice el cardenal. "Al principio, cuando el presidente cubano cay¨® enfermo, algunos creyeron que podr¨ªa sobrevenir una crisis interior que llevara a una situaci¨®n dif¨ªcil a nuestro pa¨ªs. Los obispos hicimos votos entonces porque ninguna interferencia externa y ning¨²n tipo de crisis interna pudiera alterar la paz y la convivencia. As¨ª ha sido, y es lo mejor".
Hace 10 a?os, con motivo de los preparativos del viaje de Juan Pablo II a Cuba, Ortega sostuvo un encuentro con EL PA?S en el que repas¨® la situaci¨®n de la Iglesia en Cuba y abord¨® las insatisfacciones y demandas de los cat¨®licos, que no eran pocas. Una d¨¦cada es tiempo considerable, y hoy, dice el prelado, puede comprobarse que "se ha avanzado, aunque lentamente". La entrada de religiosos extranjeros a la isla ya no es un problema grave, cada vez se conceden m¨¢s permisos. Se han podido reparar algunas iglesias y crear m¨¢s de 900 casas-misi¨®n en todo el pa¨ªs, si bien, observa el cardenal, "es necesario a¨²n que se puedan construir nuevos templos". Los medios oficiales de comunicaci¨®n, antes vedados a la jerarqu¨ªa, han ofrecido algunos espacios radiales a los obispos en fechas se?aladas, "pero ser¨ªa deseable que estos espacios se sistematizaran y tuvieran alcance nacional".
La Iglesia tiene unas 30 publicaciones propias en toda la isla, y aunque alguna -como la revista Vitral- es bastante cr¨ªtica con el Gobierno, se han mantenido pese a las fricciones. "Un signo positivo", seg¨²n Ortega. Desde luego, hay reivindicaciones, como el acceso a la educaci¨®n, no satisfechas. La Iglesia no renuncia a esta vieja demanda pero, afirma, "no est¨¢ entre las cosas que, de forma realista, puede pensar en obtener en un futuro inmediato".
En el sal¨®n del arzobispado de La Habana en donde tiene lugar esta entrevista, el cardenal recibe todos los meses a embajadores, representantes de organizaciones no gubernamentales, pol¨ªticos y visitantes extranjeros que acuden a ¨¦l en busca de luz sobre la realidad cubana. Recientemente recibi¨® a un grupo de 10 congresistas norteamericanos, la mayor delegaci¨®n de legisladores que ha visitado Cuba desde 1959. Su objetivo era tender puentes de di¨¢logo entre Washington y La Habana e impulsar una flexibilizaci¨®n de las sanciones contra la isla -sobre todo eliminar las restricciones para que los exiliados puedan viajar a Cuba y enviar dinero a sus familiares-. Ortega les anim¨®.
"Me parecieron pol¨ªticos muy pragm¨¢ticos, con una visi¨®n muy realista". En su criterio, "por ese camino de distensi¨®n con EE UU es por el que puede llegar un mayor bien para el pueblo cubano, tanto para los que viven fuera de Cuba y quieren visitar a sus familiares o enviarles ayuda, como para los que viven aqu¨ª y esperan recibirlo". Tambi¨¦n "para el pueblo en general, que podr¨ªa beneficiarse de un comercio m¨¢s amplio y de otras posibilidades, como las inversiones de EE UU en Cuba".
Suele decirse que, entre los factores que m¨¢s influyeron en la temprana radicalizaci¨®n de la revoluci¨®n cubana, fue la pol¨ªtica de cerco y presi¨®n que ejerci¨® Washington desde el principio. Hoy, casi 48 a?os despu¨¦s, algunos analistas advierten del riesgo de que EE UU repita el mismo error cuando un Gobierno interino est¨¢ al mando de Cuba. "Es interesante comprobar que hay gente como estos congresistas -con independencia de lo que puedan lograr-, que ven en el di¨¢logo y en la negociaci¨®n la posibilidad de crear una relaci¨®n nueva, y a partir de ah¨ª la historia tomar otro rumbo", afirma.
Para Ortega, la soluci¨®n de los problemas pasa por una palabra que a muchos, dentro y fuera de Cuba, da calambre: reconciliaci¨®n. Reconciliaci¨®n entre gobiernos. Reconciliaci¨®n entre cubanos de la isla y de la di¨¢spora. Pero tambi¨¦n, y sobre todo, reconciliaci¨®n dentro de Cuba. "Muchos estiman que tiene que haber muchos pasos primero antes de haber una reconciliaci¨®n. Yo he dicho en otras ocasiones que un clima de reconciliaci¨®n es el que puede crear pasos de acercamiento, y eso la Iglesia no puede dejar de predicarlo siempre".
Indiscutiblemente, la enfermedad y larga convalecencia de Fidel Castro ha abierto una nueva etapa en Cuba. Y algunos laicos cat¨®licos hablan de que el momento actual es de "incertidumbre y esperanza". Qu¨¦ est¨¢ ocurriendo en realidad... ?Sucesi¨®n? ?Transici¨®n? ?Continuidad? T¨¦rminos e hip¨®tesis de futuro hay de todo tipo, y Ortega no entra en valoraciones: "Han pasado ocho meses, y aunque la incertidumbre de los primeros momentos hoy no se experimenta en el mismo grado, la Iglesia debe, con profundo sentido de la responsabilidad, llevar a cabo su misi¨®n propia que en estos momentos es favorecer cuanto pueda, traer paz y esperanza a nuestro pueblo".
Para la Iglesia, dice, esa responsabilidad pasa por mantener su independencia frente a manipulaciones pol¨ªticas. Critica que "a veces, desde ¨¢mbitos conocidamente laicistas en el extranjero, se reclama que la Iglesia en Cuba intervenga con una marcada intenci¨®n pol¨ªtica". En Cuba, afirma, no ocurri¨® el fen¨®meno de otros pa¨ªses comunistas, como Checoslovaquia o Polonia, de una Iglesia colaboracionista y dividida, y del mismo modo la Iglesia cat¨®lica cubana "ha mantenido su independencia frente a intentos de manipulaciones venidas del extranjero, sea ofreciendo ayuda de gobiernos destinada a producir cambios pol¨ªticos en Cuba, o involucrando a la Iglesia en acciones de marcada orientaci¨®n opositora".
En este instante crucial para su pa¨ªs, Ortega reclama de todos -y tambi¨¦n de la comunidad internacional- "di¨¢logo y generosidad" para contribuir a un futuro cubano mejor. Una frase pronunciada por Juan Pablo II durante su hist¨®rico viaje a la isla persiste todav¨ªa en la memoria de todos: "Que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba". Para el arzobispo de La Habana, este pensamiento "sigue teniendo, y quiz¨¢s m¨¢s que nunca, plena vigencia".
M¨¢s informaci¨®n en la p¨¢gina 26
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