De baja calidad
Dec¨ªa el padre de la f¨ªsica nuclear, Ernest Rutherford, que "cualitativo es cuantitativo de baja calidad".
La "baja calidad" se ha colado de repente en las noticias: la ca¨ªda de las Bolsas de hace un mes hay que atribuirla al incremento, en Estados Unidos, de los impagos de las all¨ª llamadas hipotecas subprime (o "de baja calidad"), las que los bancos conceden a los clientes que tienen unas credenciales crediticias no muy brillantes.
Los resultados anuales de uno de los mayores bancos de mundo, el HSBC, ya se han visto lastrados por ello y el causante ha sido su inversi¨®n en una compa?¨ªa financiera especializada en este tipo de pr¨¦stamos. Adem¨¢s, la suspensi¨®n de pagos de una veintena de empresas peque?as y medianas de ese mismo sector ha hecho saltar la alarma.
La amenaza de impago de hipotecas en EE UU afecta no s¨®lo a quien las concedi¨®, sino a muy diversos inversores de todo el mundo
?Es realmente grave? No por el tama?o del sector, que s¨®lo representa el 10% de todos los pr¨¦stamos hipotecarios vivos en ese pa¨ªs, y s¨ª por un doble peligro inducido. Primeramente, porque la morosidad contribuye al deterioro de la actividad en el mercado inmobiliario norteamericano, en el que ya se est¨¢n produciendo ca¨ªdas interanuales de precios y que no pasa, por decirlo suavemente, por uno de sus mejores momentos.
En segundo lugar, y quiz¨¢ ¨¦ste sea el efecto potencialmente m¨¢s explosivo, por el deterioro que puede provocar en las carteras de todo tipo de entidades financieras a trav¨¦s de las inversiones que ¨¦stas hayan realizado en ciertos productos financieros llamados CDO (collateralized debt obligations).
Aunque los CDO tienen una gran complejidad, se puede explicar de manera muy simplificada en qu¨¦ consisten: son, en esencia, fondos de inversi¨®n, aunque de caracter¨ªsticas especiales; pues mientras los fondos de inversi¨®n que est¨¢n al alcance de los clientes de cualquier entidad bancaria en Espa?a invierten en acciones y obligaciones que cotizan en los mercados organizados (las Bolsas) de todo el mundo, los CDO, en cambio, compran, directa o indirectamente, para su cartera (entre otros activos) los cr¨¦ditos concedidos por las entidades tradicionales (bancos y cajas), con lo que ¨¦stos les transmiten el riesgo de impago por parte de sus clientes.
De ah¨ª que la amenaza de impago de muchos de los pr¨¦stamos hipotecarios de baja calidad que se han concedido en Estados Unidos est¨¦ afectando en estos momentos no s¨®lo a las entidades que los concedieron sino tambi¨¦n, a trav¨¦s de la compra de CDO, a los m¨¢s variados inversores de todo el mundo: fondos de pensiones, grandes fundaciones, fondos de inversi¨®n libre (hedge funds), compa?¨ªas de seguros, y bancos y cajas de otros pa¨ªses.
Para hacerse una idea del tama?o del mercado de collateralized debt obligations y de la velocidad a la que est¨¢ creciendo, baste decir que en 2006, y s¨®lo para uno de los posible tipos de CDO, creci¨® en 500.000 millones de d¨®lares, m¨¢s del doble de lo que hab¨ªa crecido el a?o anterior.
Se supone que, llegado el caso de una crisis financiera, los CDO contribuir¨¢n a la estabilidad del sistema financiero internacional, por haber permitido descentralizar el riesgo de impago hacia fuera de los bancos y cajas de ahorros. Pero tambi¨¦n podr¨ªan incrementar el efecto devastador de esa crisis, al llevarla hasta territorios que antes se ve¨ªan mucho menos afectados por el impago de los cr¨¦ditos.
Lo m¨¢s inquietante es que nadie sabe exactamente cu¨¢l de esas dos fuerzas opuestas prevalecer¨¢ cuando llegue el momento de la verdad. Ni siquiera hay nadie capaz de evaluar adecuadamente las p¨¦rdidas que la minicrisis de estas ¨²ltimas semanas haya podido provocar, al no existir una cotizaci¨®n oficial de los CDO que pudiera permitir hacer el c¨¢lculo.
Esto, a su vez, tiene la ventaja de que, si la tormenta pasa, no habr¨¢ habido v¨ªctimas financieras in¨²tiles, y el inconveniente de que, si se agudiza, emerger¨¢n a la superficie muchas m¨¢s de las que pudiera esperarse.
La evaluaci¨®n del impacto que pueda tener el impago de los pr¨¦stamos hipotecarios de baja calidad tiene mucho, pues, de cualitativo. Por tanto, si hacemos caso a Rutherford, tambi¨¦n es una evaluaci¨®n de baja calidad.
Juan Ignacio Crespo pertenece al Cuerpo Superior de Estad¨ªsticos de Estado.
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