"?Portugu¨¦s? Pues te vas a enterar"
Un juez absuelve a un taxista detenido por la Guardia Civil al negarse a transportar una maleta en el asiento trasero del coche
Jos¨¦ Artur tiene cara de bueno. Tanto, dice su mujer, que a veces parece tonto. Cidalia sujeta con una mano la sentencia absolutoria de su marido y va aclarando algunas frases cuando ¨¦l se atasca en su atolondrado h¨ªbrido de portugu¨¦s y espa?ol. Cuando recuerda lo que le sucedi¨® el 31 de octubre de 2005, todav¨ªa se pone nervioso y balbucea. Y tendr¨¢ cara de lo que sea, pero no parece que se est¨¦ inventando ni una coma del relato.
Jos¨¦ Artur, de 54 a?os, esperaba ese d¨ªa en su taxi a las puertas de la Terminal 1 de Barajas. Cuando le toc¨® el turno, un grupo de pasajeros comenz¨® a introducir sus b¨¢rtulos en el maletero de su Seat Toledo. Lo llenaron entero. Cuando se dio cuenta, uno de ellos ya estaba sentado en el asiento del copiloto y otro intentaba encajar una maleta en los asientos traseros del coche. "Le dije que ah¨ª no se pod¨ªa meter. Que me iba a estropear la tapicer¨ªa y que no cab¨ªa", recuerda.
Los agentes se llevaron a Jos¨¦ Artur detenido en su propio veh¨ªculo hasta el cuartelillo
"M¨¢s que los golpes, me doli¨® lo que me dijeron", recuerda el taxista
Jos¨¦ Artur sac¨® el bulto del taxi. Se volvi¨® a subir al coche y lo apart¨® para dejar pasar a los dem¨¢s taxis mientras solucionaba el problema. Dice que les dijo a los pasajeros que buscaran un taxi mayor; que ¨¦l no iba a poder llevarles. Y ah¨ª comenzaron los problemas.
Al bajarse del veh¨ªculo, seg¨²n su versi¨®n, el tipo que minutos antes se obstinaba en hacer caber la maleta en el asiento trasero le empuj¨® contra el cap¨®, le dobl¨® el brazo e, identific¨¢ndose como guardia civil, le dijo que estaba detenido. Dice Jos¨¦ Artur que el tipo en cuesti¨®n s¨®lo le ense?¨® una tarjeta donde supuestamente estaban sus credenciales. ?l le pidi¨® que lo dejara, que no hab¨ªa hecho nada. Pero el guardia civil, como consta en la declaraci¨®n que el taxista hizo ante el juez, llam¨® a cuatro compa?eros m¨¢s que acudieron al lugar.
"Esos s¨ª me ense?aron la placa". Le pidieron los papeles y ¨¦l se fue a buscarlos bajo la alfombrilla de su maletero. Lo abri¨® y, cuando estaba de espaldas, alguien le peg¨® un empuj¨®n. "Se me qued¨® medio cuerpo metido en el maletero y de una patada me separaron las piernas", recuerda. Al ver su documentaci¨®n, uno de los agentes le solt¨®:
-?Eres portugu¨¦s? Pues ahora te vas a enterar.
Y sea cierto o no, se enter¨® r¨¢pidamente de lo que le iba a suceder. Porque ¨¦l les intent¨® explicar de qu¨¦ iba todo aquello, pero no le hicieron ni caso. Llegaron unos polic¨ªas municipales interes¨¢ndose por lo ocurrido, pero los guardias civiles les dijeron que ya se ocupaban ellos. Y, con dos delante, y sentado entre otros dos detr¨¢s, Jos¨¦ Artur se fue detenido en su propio taxi hasta el puesto de la Guardia Civil en la Terminal 3. "Detenido en mi propio taxi...", recuerda sin dar cr¨¦dito todav¨ªa a lo sucedido.
En las dependencias policiales, cuenta el taxista, trataron de persuadirle para que firmase un papel donde estaba escrito que se hab¨ªa resistido. "No lo hice, claro". El guardia civil que hab¨ªa intentado meter las maletas en el coche le dijo que le hab¨ªa agredido y que estaba acusado de atentado a la autoridad.
Y acusado estuvo, pero finalmente el juicio fue por un delito de faltas. Y result¨® que Jos¨¦ Artur ten¨ªa dos testigos, y los dos negaron los hechos. Y que el taxista portugu¨¦s fue absuelto por el juez y que, por tanto, quien acudi¨® al juicio como acusado fue detenido sin motivo. Pero tambi¨¦n pas¨® que Jos¨¦ Artur no ha denunciado al guardia civil. "Tuve un abogado que me recomend¨® que no lo hiciera. Incluso me dijo que no fuera a la prensa, que eso era darle de comer al que no tiene hambre", recuerda. Quiz¨¢ por el cabreo, o quiz¨¢ porque su mujer, de 53 a?os, empezar¨¢ a conducir su taxi el mes que viene, decidi¨® no hacer caso en lo segundo a su abogado.
En la Guardia Civil niegan el relato de Jos¨¦ Artur y, a pesar de la sentencia fechada en septiembre de 2006 que desmiente al polic¨ªa, dan cr¨¦dito a su versi¨®n. Adem¨¢s, aseguran que pidieron una orden al juez para llevarse detenido al taxista en su propio veh¨ªculo y que, a pesar de que tuvo que pasar por el hospital, no le agredieron en ning¨²n momento. As¨ª que, dicen, estudiar¨¢n si el guardia civil recurre la sentencia.
"M¨¢s que los golpes, me doli¨® que me dijeran que me iba a enterar por portugu¨¦s", dice con amargura. "Mi mujer y yo vinimos hace 29 a?os de Portugal a ganarnos la vida honradamente. Pero a veces, todav¨ªa hay cosas que no entiendo".
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