"A mi padre le reprocho que me robara la infancia"
Luis Landero es un gran t¨ªmido al que s¨®lo le hace falta un poco de whisky para dejar de serlo. Entonces aflora su otro yo, y aparece el hombre jovial, simp¨¢tico y seductor que es. Cuando se opera esta metamorfosis, la misma a la que somete a sus personajes literarios con el recurso del doble, Landero canta un tango jocoso junto a unos pocos amigos, o cuenta historias de ahora mismo, con el mismo humor fresco y divertido que aparece en sus libros. No cuesta entonces imaginarle como protagonista de la far¨¢ndula en Par¨ªs, cuando en su juventud oficiaba como guitarrista (experiencia que relat¨® de forma humor¨ªstica en una novela, El guitarrista, en 2002). O como el golfillo de barrio que exasper¨® anta?o a su padre. Un padre con el que, como hiciera Kafka en su carta, ajusta cuentas definitivas en Hoy J¨²piter (Tusquets), su ¨²ltima novela.
"El odio es una pasi¨®n interesante donde las haya. Donde est¨¦ el odio que se quiten las dem¨¢s pasiones"
"No hay mayor peligro para un escritor que intentar gustar al lector o hacer lo que el mercado demanda. Caer en esa tentaci¨®n es una traici¨®n porque el ¨¦xito corrompe"
"Es una historia de odio pero tambi¨¦n de amor. Yo a mi padre le decepcionaba continuamente. Me pon¨ªa ejemplos de otros que hac¨ªan mejor las cosas, y eso me creaba un sentimiento de culpa y de rencor. Esperaba de m¨ª grandes cosas, y por eso emigr¨® y nos vinimos a Madrid en el a?o 1960. Luego muri¨® cuando yo ten¨ªa 16 a?os y a partir de ah¨ª contraje una deuda enorme con ¨¦l. Su muerte es lo m¨¢s importante que ha pasado en mi vida". ?Qu¨¦ le reprocha entonces? "Que me robara la infancia. Yo ten¨ªa que saber con seis o siete a?os qu¨¦ iba a ser de mayor. Me ten¨ªa que responsabilizar de todas sus frustraciones y redimirlo a ¨¦l. Exig¨ªa de m¨ª tantas cosas que me abrum¨®".
El mundo literario de este escritor nacido en Alburquerque (Badajoz) en 1948 es el mundo rural y campesino de una Espa?a despojada y cruel. Pero el ni?o y adolescente que fue aprendi¨® a combatir la mediocridad circundante imaginando historias. Cada noche se so?aba protagonista de una nueva aventura -a¨²n sigue haci¨¦ndolo- y entre la vida so?ada y la real, entre lo autobiogr¨¢fico y lo inventado, sumado a la observaci¨®n del paisaje y la naturaleza, dise?¨® un micromundo que es el sustrato de su literatura: "Hay dos mundos que son las fuentes de donde manan mis demonios: mi infancia y mi adolescencia. Ambos me alimentan literariamente. ?sa es la semilla, pero lo dem¨¢s es imaginario". La construcci¨®n de una atm¨®sfera, y la invenci¨®n de historias en las que la tragedia y el drama se mezclan, est¨¢n en este escritor al servicio de la consistencia de sus personajes. Comunicarles la necesaria dosis de hondura y verdad es su verdadero reto: "Lo m¨¢s importante en la novela es el personaje, ¨¦l es el que me mueve a escribir. No hay personas vulgares, todo el mundo tiene su trastienda, su capacidad de so?ar. Tenemos la vida que tenemos pero lo que realmente nos define es lo que nos gustar¨ªa ser".
Landero cuenta historias que hablan de lo que le pasa a la gente corriente. Da voz a sus anhelos, a sus odios, a sus perversiones y esperanzas. Y rechaza moverse en el mundo de las ideas: "El escritor se mueve en el mundo de lo concreto. Del mundo de lo abstracto no se puede esperar nada. Eso para los fil¨®sofos. Se lo digo siempre a mis alumnos, fijaos en los detalles". ?Y cu¨¢l es el espacio de la literatura? "El arte de escribir es el arte de observar. Hacer que lo que miras valga por veinte y que tu mirada convierta en novedad las cosas. Gran parte de la literatura del siglo XX, y en eso Ch¨¦jov es un adelantado, es contar qu¨¦ pasa cuando no pasa nada, qu¨¦ pasa en nuestra vida, qu¨¦ pasa una anodina tarde de domingo. Se pueden inventar muchas cosas, pero contar lo m¨¢s inmediato es un reto. Ch¨¦jov dec¨ªa que hay que hacer poderosas las palabras humildes e interesante a la gente vulgar. El escritor es un observador m¨¢s que un pensador, tiene que observar y sentir".
Hoy, J¨²piter re¨²ne dos novelas
que confluyen en una. El t¨ªtulo se le ocurri¨® al autor en Chile, donde un viejecito ofrec¨ªa a los viandantes mirar por su telescopio un planeta distinto cada d¨ªa. Al escritor le gust¨® la idea de, d¨ªa a d¨ªa, esperar algo nuevo, "hoy sue?o, hoy me enamoro...". Sus protagonistas son D¨¢maso, que encarna la vida rural y campesina, y cuyo drama es ser expulsado de un espacio id¨ªlico y despojado de la herencia familiar. Tom¨¢s, es el otro. Un profesor que representa la vida urbana, la actividad profesoral y la quimera del escritor. Dos caras al final de un mismo personaje para ilustrar la historia de una pasi¨®n arrasadora: "El odio es el tema. Pero ?c¨®mo mostrarlo? Escribiendo me sali¨® un demonio, una voz interior que parte de la propia experiencia. He le¨ªdo un mont¨®n de libros para dar vida a esa voz porque tiene que ser una voz sabia. El amor puede ser infantil y tontorr¨®n, pero el odio es otra historia". Insiste en que ese sentimiento terrible que enciende a su protagonista no es autobiogr¨¢fico: "Yo no odio a nadie, pero s¨ª sent¨ª odio en alg¨²n momento de mi infancia. Mis odios son ef¨ªmeros, son peque?os odios infantiles". Sin embargo se le nota fascinado por la fuerza de esta pasi¨®n triste: "Es una pasi¨®n interesante donde las haya. Donde est¨¦ el odio que se quiten las dem¨¢s pasiones. Lo que ocurre es que es una pasi¨®n prohibida, nadie se atreve a decir que siente odio o envidia, la m¨¢s prohibida de todas. Cuando uno cae en el odio, s¨®lo hay dos posibilidades de escapar: la venganza, con todo lo que tiene de violencia, o la purificaci¨®n. Y creo que esta ¨²ltima es el camino". Y en este contexto analiza preocupado la situaci¨®n pol¨ªtica actual del pa¨ªs: "Mire, todo lo que est¨¢ pasando da miedo. Me acaba de llamar un amigo cuyo padre es del PP y dice que tiene miedo de su propio partido. La palabra tiene la capacidad de crear realidades. Hay patrias de papel, la patria vasca est¨¢ hecha con palabras. Temo que esta gente consiga, a trav¨¦s de palabras que no tienen significado real, crear esa realidad virtual verbal de que Espa?a es un pa¨ªs que se rompe. Que el Gobierno est¨¢ cautivo de ETA. Todo este mundo monstruoso que est¨¢n intentando construir".
Toda la hondura y humanidad
que consigue Landero con sus personajes masculinos se echa en falta sin embargo en los femeninos. Sabe que las mujeres son poco relevantes en sus historias, pero lo justifica: "Para m¨ª las mujeres siguen siendo un misterio. Empezaron a inquietarme cuando era adolescente y hasta hoy. Los personajes femeninos me los tengo que inventar, no tengo experiencia. Soy incapaz de ponerme en el lugar de una mujer. La mujer es un misterio y me acerco entre brumas a esos personajes". ?Y c¨®mo se relaciona con ellas en la vida real? "En la adolescencia tuve enamoramientos tremebundos. Yo en el fondo soy un desclasado, mi padre me mand¨® a estudiar a Madrid, pero a la vez era el hijo de un campesino. Entonces, las chiquitas rubias, guapas, hijas de gente bien, me atra¨ªan much¨ªsimo, pero me parec¨ªan inalcanzables. Siempre he tenido una relaci¨®n conflictiva con las mujeres que a¨²n sigue".
Actual profesor de literatura en la Escuela de Arte Dram¨¢tico, el escritor esboza en su novela la relaci¨®n maestro/alumna y la atracci¨®n que ¨¦ste siente por una de ellas. ?Relata una experiencia personal? "Inevitablemente, la belleza y la gracia atraen. El arte de ense?ar es el arte de seducir. No se ense?a, se contagia y se seduce a trav¨¦s de las palabras. Esbozo algo de eso en el libro porque ten¨ªa deudas con mi oficio de profesor. Los profesores vamos envejeciendo y ellas son siempre j¨®venes. Con el tiempo voy entendiendo a Onetti, que iba a ver a las colegialas a la salida del colegio. No es que yo sea un viejo verde ni espero convertirme en eso, pero hay una fascinaci¨®n que no necesariamente tiene un componente sexual. El pensamiento es libre, el problema es cu¨¢l es la distancia entre el pensamiento y la acci¨®n". ?Hay una ¨¦tica en la literatura? "El mundo de la literatura debe ser absolutamente libre. Un escritor debe ser amoral pero, ?d¨®nde est¨¢n los l¨ªmites? Todo es contable y decible, depende de la perspectiva desde la que se cuente. Un personaje s¨ª puede transgredir, puede violar a una ni?a, son personajes los que lo hacen. Otra cosa es hablar en nombre de ti mismo. Hablo de amoral en el sentido en que Shakespeare es amoral. No hay personajes m¨¢s libres que los suyos y sus obras son un cat¨¢logo de maldades, pero ¨¦l ni entra ni sale. S¨®lo muestra la vida como es. El lector tiene que contribuir a la ¨¦tica".
Es proverbial el celo del escri
tor extreme?o por no integrarse en el mundillo de los c¨ªrculos culturales. Se ha mantenido al margen de esas actividades que exigen la presencia p¨²blica del escritor y tiene muy claras las razones para huir de ese devaneo cultural: "El ¨¦xito es una de las drogas m¨¢s adictivas de hoy. Es relativamente f¨¢cil de conseguir pero dif¨ªcil de conservar, y el que lo ha conocido tiene miedo a ser olvidado. Lo que se propone entonces es gustar y no hay mayor peligro para un escritor que intentar gustar. Esforzarse en agradar al lector, o hacer lo que el mercado demanda. La tentaci¨®n es tremenda, pero caer en ella es una traici¨®n porque el ¨¦xito corrompe y pervierte. Es droga dura". ?C¨®mo se protege del ¨¦xito? "No, a m¨ª me da igual. Me gusta gustar, pero no lo intento. No se puede escribir para gustar y mantener el ¨¦xito porque se pierde la libertad esencial de escribir lo que te d¨¦ la gana. Esa cosa principesca del escritor que escrib¨ªa a su aire, con cierta altivez y cierto desprecio. ?se es un modo de sabidur¨ªa. El escritor debe intentar gustarse a s¨ª mismo y si al lector no le gusta, pues all¨¢ cada cual". Y contin¨²a la reflexi¨®n sobre la cultura de nuestros d¨ªas, para concluir: "La cultura siempre fue pobre y por eso manten¨ªa una cierta pureza. Pero hoy la cultura es rica, da dinero, y todo lo que toca el dinero se vulgariza y se pervierte. Hoy el libro es una mercanc¨ªa m¨¢s entre mercanc¨ªas. En la actualidad, se ha subvertido y pervertido el canon".
El fondo de las historias que
cuenta Landero es triste y melanc¨®lico. Pero tambi¨¦n est¨¢n cruzadas por una vena humor¨ªstica, una iron¨ªa r¨¢pida que ilumina una prosa de eco cervantino: "El humor nace de un cierto escepticismo, de ver la vida como algo poli¨¦drico, sin fundamentalismo. La clave del humor es cambiar la perspectiva". ?Le ayuda a cambiar de perspectiva la cantidad de trabajos que tuvo antes de dedicarse a escribir? "Todos ellos me han ayudado a relativizar la vida. ?Qu¨¦ le voy a contar!, pero no tiene que ver con el humor. El humor es un don intelectual, es lo m¨¢s intelectual que hay, sobre todo a la hora de escribir. En la escritura siempre te acecha la cursiler¨ªa o el patetismo. Si te vas por el lado sentimental incurres en la cursiler¨ªa, y si te vas por el otro, en el tremendismo. El humor es la mejor arma para combatir ambos". ?Vivi¨® alguna an¨¦cdota especialmente divertida durante su vida de far¨¢ndula? "Muchas. Acababa de terminar filolog¨ªa, viv¨ªa en Par¨ªs, y tocaba la guitarra en un restaurante que se llamaba Barcelona. Lo hab¨ªa fundado un tal Ferrer en los a?os treinta y por all¨ª hab¨ªan pasado desde Picasso a todo tipo de artistas y personajes. Hab¨ªa un individuo llamado Chamaco que era cantante. Me cort¨® el pelo una vez y me dej¨® como el taz¨®n, y entonces me dijo: 'T¨² eres un t¨ªo al que le puedo contar mis secretos. ?Sabes lo que m¨¢s me ha ayudado a m¨ª en la vida? Mi polla'. Hab¨ªa venido de Jerez con 20 a?os y se hab¨ªa abierto paso con su polla, ni guitarra ni nada. Ten¨ªa una enorme capacidad de seducci¨®n. Cuando hablo del mito de Don Juan siempre pienso en este hombre. Chamaco seduc¨ªa a las mujeres de forma incre¨ªble. Andaba por los cuarenta y tantos, yo ten¨ªa 27, y ¨¦l se camelaba a las mujeres de una manera que me dejaba asombrado. Con personajes como ¨¦l comprendes que Don Juan est¨¢ inspirado en la realidad. Un d¨ªa me ense?¨® su polla como un acto de confianza, 'te ense?o mi herramienta de trabajo', dijo, 'y t¨² que eres guapo ?qu¨¦ escribes ah¨ª? T¨² lo que tienes que hacer es follarte un par de burguesas al mes y ya est¨¢'. Por entonces, era 1975, hab¨ªa una ola de neonazis en Par¨ªs y hab¨ªan tirado a dos turcos al Sena. Yo pensaba que me pod¨ªan tirar tambi¨¦n a m¨ª ?Y yo no s¨¦ nadar! En siete meses no me atrev¨ª a cruzar el Sena. Llegu¨¦ a disfrazar las tapas de los libros de Onetti y Virgilio sobre los que estaba escribiendo una tesis por miedo".
?Y en qu¨¦ momento se normaliza su vida? "?sa es una historia que no le voy a contar. Vuelvo a Madrid y me caso. Hago oposiciones para profesor de instituto porque lo que yo quer¨ªa era escribir. Para m¨ª la felicidad tiene tres patas: una es salud, otra es no pensar en el dinero y otra tener tiempo libre. Por eso mi vida literaria ha sido tard¨ªa. Antes ten¨ªa una vida muy agitada en medio de la far¨¢ndula y todo eso. Hab¨ªa escrito mucho, desde los 14 a?os, pero no sab¨ªa si ten¨ªa talento. No sab¨ªa cu¨¢l era mi mundo y me preguntaba: ?qu¨¦ quiero escribir? Finalmente, cuando desaparecieron los problemas econ¨®micos, me puse a ello. Se puede escribir de todo, un best seller se puede fabricar en un laboratorio, pero las mejores historias son las que salen del fondo del coraz¨®n".
Landero consigui¨® con su primer libro, Juegos de la edad tard¨ªa, los premios m¨¢s importantes del pa¨ªs: el Nacional de Literatura y el de la Cr¨ªtica. Fue una sorpresa fabulosa por la limpieza del estilo y la calidad de una prosa que ha mantenido en las siguientes entregas. ?Ha conseguido lo que quer¨ªa como escritor? "No, he hecho lo que he podido y lo he hecho lo mejor que s¨¦. Me gusta decir 'jeito', una palabra portuguesa que mi madre utilizaba cuando era peque?o, 'tienes que ser jeitoso', me dec¨ªa. No es traducible al castellano, pero yo la he espa?olizado de una vez por todas porque sem¨¢nticamente es comparable a una catedral. Significa hacer las cosas bien por el gusto de hacerlas bien. Como S¨®crates, cuando el ¨²ltimo d¨ªa de su vida decide aprender un nuevo aire de flauta. ?scar Tusquets cuenta en Dios lo ve que hay catedrales que, en lugares que no ve nadie, encuentras detalles muy bien hechos, y la idea es que Dios lo ve. ?se es el 'jeito'. Nietzsche dec¨ªa que no hay nada m¨¢s serio que un ni?o cuando juega. Es la seriedad con que el escritor hace las cosas por el gusto de hacerlas bien, sin necesidad de aplauso. Y no hay m¨¢s recompensa".
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