Ilusionismo novelesco
Ya que Luis Landero en su nueva novela, Hoy, J¨²piter, usa como ep¨ªgrafe una cita de Ortega y Gasset, no vendr¨ªa mal recordar lo que al fil¨®sofo le interesaba m¨¢s del g¨¦nero novelesco. Escrib¨ªa en Ideas sobre la novela que lo esencial eran los personajes. No tanto el argumento, no tanto lo que hacen nos debe importar de ellos. "Nos gusta verlos entrar y salir y moverse", dec¨ªa con el entusiasmo del que barrunta en los personajes las respuestas que nos tienen reservadas los muchos interrogantes que nos plantea la vida. Pero a la vez, a Ortega y Gasset le interesaba que la novela no perdiera su estatuto de ente de ficci¨®n aut¨®nomo. Creo que se refer¨ªa al poder de concentrar en un ¨¢mbito perfectamente delimitado, pero a su vez equivalente a la vida, todo su poder de convicci¨®n. Abogaba el fil¨®sofo por el ilusionismo novelesco. Y sin que se contradijera, le seduc¨ªan la densidad existencial que los buenos personajes de la literatura universal le ofrec¨ªan. Toda la narrativa de Luis Landero apunta a un sistema literario. Desde Juegos de la edad tard¨ªa (1989) hasta El m¨¢gico aprendiz (1994), pasando por Caballeros de fortuna (1999), ese sistema se alimenta de la convivencia problem¨¢tica aunque fruct¨ªfera entre pulsi¨®n fant¨¢stica, enso?aci¨®n y cotidianidad. Con El guitarrista, en cierta manera Landero se desv¨ªa del sistema. Ya no vemos en esta novela (para mi modesto entender, su mejor t¨ªtulo junto con la que ahora se comenta) el ¨¦nfasis sat¨ªrico (en el sentido en que un tipo muy preciso de s¨¢tira, la menipea, se articula como una narrativa no tanto de personajes como de ideas, que era lo que ocurr¨ªa en las tres primeras), tampoco vemos el predominio de lo estructural sobre lo inventivo. No obstante, Landero es fiel, a pesar de estas desviaciones apuntadas, a su sistema. Y en Hoy, J¨²piter, no lo traiciona. Prosigue con algunas constantes conceptuales. El juego entre literatura y vida. La literatura dentro de la literatura. La idea del doble. Algunas tradiciones literarias gravitando sobre el texto. El radio cervantino. Pero creo que al final se impone la estela que dej¨® El guitarrista. La invenci¨®n y un mayor espacio para la narratividad. Sobre ese eslab¨®n de la cadena ficcional que tanto seduc¨ªa a Ortega y Gasset, la vida de los personajes, ah¨ª sigue Landero sumando vidas aut¨¦nticas a las de los Gregorio Ol¨ªas, los Faroni, los Mat¨ªas Moro.
HOY, J?PITER
LUIS LANDERO
TUSQUETS. BARCELONA 2007
400 P?GINAS. 19 EUROSJ
En Hoy, J¨²piter se cuentan dos historias. Son como dos novelas paralelas que al final confluyen para ofrecernos la que estamos leyendo. En una se nos narra la vida de D¨¢maso M¨¦ndez. En la otra, la de Tom¨¢s Montejo. D¨¢maso es el hijo que un desgraciado d¨ªa es despojado de su primogenitura por parte de otro chico de su edad, Bernardo. Tom¨¢s es el joven profesor de instituto que tiene varias aspiraciones. Una es ser feliz y la otra, no defraudar sus propias expectativas literarias. Mientras D¨¢maso va incubando un odio que no le hace sino dibujar en el horizonte nada m¨¢s que una gratificante para ¨¦l venganza, Tom¨¢s va poco a poco incubando en su mente una realidad cada d¨ªa m¨¢s novelesca.
Luis Landero apela a al
gunos motivos b¨ªblicos (la mejor novela de todos los tiempos, seg¨²n nos ense?a Northrop Frye), por momentos nos seduce con la reverberaci¨®n de las injusticias m¨¢s dickensianas, roza a veces la tragedia shakespeariana, nos regala incluso una novelita er¨®tica cuando la mujer de Tom¨¢s intercambia fotos y cartas con un amante. Les reservo a los lectores el final de la novela. Es una met¨¢fora aut¨¦nticamente lograda del mecanismo de ilusionismo, o si quieren, de desilusionismo. Como lo es el artilugio de esa voz interior que va alimentando el rencor de D¨¢maso. La relojer¨ªa narrativa de Landero mide el momento exacto de la piedad y la revelaci¨®n de la verdadera v¨ªctima que nos tiene reservada la novela. La voz omnisciente que conduce las dos historias grad¨²a sin fisuras los tonos de la novela, interviene con esa sabia distancia de las verdaderas voces narradoras cuando se saben menos trascendentes que los personajes que tienen la felicidad de mostrarnos. Tom¨¢s cita a T¨ªo Vania, esa obra de Ch¨¦jov donde la belleza apenas es un fugaz descanso en medio del hast¨ªo de la vida. La novela de Luis Landero me recuerda que en Las palmeras salvajes, Faulkner hace elegir a un personaje entre la pena y la nada, la pena. En medio de la iron¨ªa y el humor en sordina, en esta novela priman la pena y, sobre todo, la fiesta de la imaginaci¨®n.
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