Lo sagrado
Siempre lo decimos, pero es verdad: la televisi¨®n no s¨®lo se amuerma en Semana Santa (las figuras se toman vacaciones, y los suplentes tienen todos un aire de penitentes) sino que nos perdona la vida. El Viernes Santo, en lo que parec¨ªa una versi¨®n veterotestamentaria de Cine de barrio, TVE-1 dio Salom¨¦, y me puse a verla como ant¨ªdoto de los barrabases, los benhures, los quovadis y las t¨²nicas sagradas, que siguen siendo de rigor. Pero, ay, ese cl¨¢sico que no hab¨ªa visto desde mi infancia no s¨®lo es un bodrio, sino una apolog¨ªa del cristianismo que convierte la Danza de los siete velos en un paso religioso andaluz, y a la Hayworth, ya madurita y con su bigote hisp¨¢nico no muy bien maquillado, en una magdalena esabor¨ªa. La apoteosis final, con la frase del Salvador: "Esto fue el comienzo", sonaba amenazadora; menos mal que estaba yo leyendo el libro de Savater La vida eterna, que vacuna contra las promesas eternas. El cielo puede esperar.
El domingo hasta el esoterismo de Iker Jim¨¦nez en Cuarto milenio (Cuatro) sigui¨® el precepto con un reportaje sobre las tumbas de Cristo, que ahora surgen por todas partes: en Francia, en Cachemira. Como soy agn¨®stico me entregu¨¦ al ¨²nico rito sagrado que practico, el teatro. Protagonistas del recuerdo (La 2) est¨¢ haciendo un recuento de grandes actores, y esta semana era el turno de Ismael Merlo, un tr¨¢gico encerrado en una cara de c¨®mico, si bien en la vida real era un guas¨®n; Jos¨¦ Mar¨ªa Pou cont¨® que, en una funci¨®n de Valle-Incl¨¢n en la que coincidieron, cada d¨ªa, al iniciar ¨¦l su parlamento (en el rol de Alfonso XII), Merlo, de espaldas al p¨²blico, le provocaba con art¨ªculos de pega. Mar¨ªa Luisa Merlo dijo que su padre tuvo la elegancia de morirse en lunes, d¨ªa de descanso de las compa?¨ªas, para no incordiar al p¨²blico. De los fragmentos que se vieron, algo quedaba claro: Ismael Merlo hizo cosas horrendas en cine, en teatro y en televisi¨®n, y a la vez, como tantos actores de este pa¨ªs, fue un genio. Infrautilizado.
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