El mejor agitador
"?Por vuestra culpa, por no saber poner una barrera, he perdido un fabuloso coche!". A la salida de Tokio, Hristo Stoichkov se?alaba todav¨ªa a sus compa?eros de equipo como responsables de que Ra¨ª de Souza, el hermano peque?o de S¨®crates, le hubiera quitado en el minuto 79 un todoterreno, el trofeo al mejor jugador de la Copa Intercontinental de 1992, con un gol en un libre directo que le dio tambi¨¦n el triunfo al S?o Paulo de Tel¨¦ Santana. El delantero acusaba por igual a futbolistas y periodistas -"?me acordar¨¦ de todos cuantos no me hab¨¦is votado!"- al tiempo que Johan Cruyff reprend¨ªa a Chapi Ferrer por su negligencia en la marca de Muller. As¨ª funcionaba el dream team en la derrota, que por otra parte se daba muy pocas veces, con el entrenador y el b¨²lgaro, cada uno por su cuenta, en pie de guerra para explicar su desasosiego por un torneo perdido.
Cruyff y Stoichkov contin¨²an siendo dos personajes tan dispares como coincidentes en muchas cosas del f¨²tbol, y no s¨®lo en la manera de entender el juego, sino tambi¨¦n en la de organizarlo. Ambos coincidieron en el Bar?a, uno como entrenador y otro como delantero, y el zurdo sigui¨® la senda del holand¨¦s por el soccer cuando se instal¨® en Chicago para acabar en Washington. No extra?a, consecuentemente, que mantengan un contacto muy fluido y que Cruyff supiera de las intenciones de Stoichkov de fichar por el Celta en el mismo instante que su amigo, agente y factotum, Josep Maria Minguella.
Futbolista de calle, Stoichkov huye de la academia y del poder para encomendarse con car¨¢cter tribal a sus dos referentes, el uno en la cancha y el otro en el despacho, mientras Xavi Torres le ayuda a llevar el asunto de la prensa y mantiene las relaciones p¨²blicas con decisiones como la de que un club catal¨¢n lleve el nombre de CF Hristo Stoichkov.
Acab¨® de mala manera con el presidente N¨²?ez y ha mandado a paseo a la federaci¨®n b¨²lgara para seguir alimentando su leyenda de personaje indomable, agitador, irreverente y algo populista.
Amamantado con vinagre, conect¨® desde siempre con la hinchada que gusta del futbolista que desaf¨ªa al entrenador, al presidente y al capit¨¢n simplemente porque el gol justifica los medios. La historia dice que, al fin y al cabo, fue bota de oro, campe¨®n de Europa y cuarto del mundo. La gente, sin embargo, le recuerda tambi¨¦n por haber pisado a un ¨¢rbitro en una Supercopa ante el Madrid y por zarandear a Jordi Pujol en el balc¨®n de la Generalitat tras proclamarle "rey de Catalunya". Una muestra inequ¨ªvoca de su conexi¨®n con el aficionado de sangre caliente.
Temperamental, veloz y profundo, Stoichkov convirti¨® en un pu?al el 8 del Bar?a, el mismo n¨²mero que en su d¨ªa exhibi¨® curiosamente el hermoso Bernd Schuster. Uno entrena al Getafe y el otro se ocupar¨¢ del Celta.
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