Universos paralelos y mosquitos albinos
1 Esta semana he visto dos estupendas lecciones de puesta en escena. La primera ha llenado casi cada noche el Espai Lliure: se trata de la versi¨®n catalana, traducida por Llu¨ªs Massanet y dirigida por Xicu Mas¨®, de Tres versiones de la vida, la comedia que Yasmina Reza estren¨® justo despu¨¦s del exitazo de Arte, y que podr¨ªa definirse como un inesperado cruce entre el Ayckbourn de Intimate Exchanges (donde las posibilidades aleatorias de la trama depend¨ªan de si los protagonistas sal¨ªan a fumar un cigarrillo o no) y la Nathalie Sarraute de Tropismes, esos "movimientos imperceptibles, subterr¨¢neos y apenas voluntarios que modifican los comportamientos", todo ello rociado con abundantes dosis de esprit boulevardier, o sea, alta comedia a la francesa. Henri y Sonia han invitado a Hubert Finidori y a su esposa, In¨¦s. Henri, cient¨ªfico, lleva a?os trabajando en una teor¨ªa que va a publicar el Astrophysical Journal. Los invitados llegan un d¨ªa antes de lo previsto. La nevera est¨¢ vac¨ªa, hay un ni?o que no deja de llorar y Hubert, jefe de Henri, trae una p¨¦sima noticia: otro cient¨ªfico se le ha adelantado con una teor¨ªa similar. La noticia desata las m¨²ltiples tensiones de las dos parejas y todo lo que podr¨ªa ir mal va peor: la creciente exasperaci¨®n de Sonia ante la crisis neur¨®tica y el lamebotismo de Henri; el fuego cruzado entre el pomposo Hubert y la patosa In¨¦s, que en este circo cumplen los roles del carablanca mal¨¦fico y el clown bocazas. En la segunda escena todo vuelve a comenzar pero en un presunto universo paralelo donde la misma situaci¨®n vira de sentido cuando Henri decide no darle a su hijo la galleta prometida y, para rematar la met¨¢fora, es Hubert quien se lleva todos los tortazos. En la tercera, los personajes parecen haber aprendido modales tras cada repetici¨®n (a la manera de Bill Murray en Groundhog Day) y la sangre anhelada por el espectador no llega al r¨ªo. Como puede verse, Tres versiones de la vida es una miniatura, una comedia de costumbres jibarizada, sin grandes giros ni sorpresas argumentales, que basa toda su eficacia en el fulgor de los di¨¢logos y la agudeza psicol¨®gica de los retratos. Al igual que Arte, es una partitura que s¨®lo puede ser ejecutada por virtuosos: una r¨¦plica a destiempo, un ritmo renqueante, un matiz inadvertido, y el castillo de naipes se viene abajo. Hace falta, pues, un director tan sutil como Xicu Mas¨®, que aqu¨ª firma uno de sus mejores trabajos, con un o¨ªdo atento por igual al slapstick sarc¨¢stico que a los silencios sobrevolados por moscardones de malestar, y cuatro c¨®micos de lujo, entrenad¨ªsimos en el dif¨ªcil cometido de no salirse del ra¨ªl pese a los abundantes cambios de velocidad tonal: soberbios Carles Mart¨ªnez (Henri), Alicia Gonz¨¢lez (Sonia), Ricard Borr¨¢s (Hubert) y Miriam Alamany (In¨¦s). Hac¨ªa tiempo que no ve¨ªa una comedia francesa interpretada de modo tan brit¨¢nico por actores catalanes.
A prop¨®sito de Tres versiones de la vida, en el Lliure, y Mosquitos albinos, en el Nacional
2. Si la acrobacia de Xicu Mas¨® en el Lliure consist¨ªa en mantener alta y entera la burbuja, Carol L¨®pez ha llevado a cabo un m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa en el Nacional con En defensa de los mosquitos albinos: convertir el Vichy en champ¨¢n. Su autora, Merc¨¨ Sarrias, se dio a conocer a finales de los noventa con un par de piezas -Al tren y ?frica 30 - tan misteriosas como personales. Imagino que esa senda debi¨® parecerle demasiado solitaria, porque tras casi una d¨¦cada entregada a guionizar series televisivas ha vuelto al teatro haciendo lo que la mayor¨ªa: una comedia costumbrista pretendidamente "moderna" (escenas cortas, tramas entrecruzadas, ritmo r¨¢pido, perfiles abocetados) en la que pasan muchas cosas que olvidas tan pronto sales a la calle, quiz¨¢s porque las has visto trescientas veces (en televisi¨®n, mayormente) o porque todo acaba dando un poco lo mismo, sean las relaciones afectivas o la crisis medioambiental. Los protagonistas de Mosquitos albinos son una ejecutiva hist¨¦rica (Llu?sa Castell), abandonada por un marido ecologista (Albert Ribalta) que se la peg¨® con la canguro, y la hija del matrimonio, una ni?a vitonga (Carlota Bantul¨¢) bastante insoportable, cuyo principal deseo parece ser que le compren una moto. Tambi¨¦n conoceremos a un joven profesor de literatura hisp¨¢nica (Xavi Mira) que no liga ni en a?o bisiesto y sobrevive a base de grandes dosis de Trankimaz¨ªn, y una muchacha (Daniela Feixas) de identidad difusa, cosa comprensible puesto que su principal funci¨®n se reduce a servir de nexo entre los anteriores personajes, cuyos di¨¢logos oscilan entre el topicazo, la trivialidad simp¨¢tica, la gracia espor¨¢dicamente resultona. Sin embargo, sorpresa, el espect¨¢culo funciona, y mucho. Carol L¨®pez, su directora, ha cogido el encargo por los cuernos, lo ha centrifugado, ha podado aqu¨ª y all¨¢ y ha logrado un ¨¦xito imprimiendo a tan precario texto su personal¨ªsimo estilo. Es decir, ha estilizado el material hasta el punto de que a ratos parece un musical secreto, como ya suced¨ªa en Last Chance, su pen¨²ltimo montaje. Lo que me mantuvo interesado durante la hora y cuarto de funci¨®n, lo que me llev¨¦ a casa y recuerdo ahora, es el brillo, la frescura de la puesta en escena, la capacidad de crear espacios con m¨ªnimos elementos, los juegos de la luz y la m¨²sica, el timing y la efervescente energ¨ªa de los actores: Xavi Mira plet¨®rico de encanto, m¨¢s antigal¨¢n de comedia que nunca, alisando neur¨®ticamente su toalla en el solarium (?ah, ese cuidado por el detalle!) y lanz¨¢ndose a cantar (de f¨¢bula, por cierto) It's not unusual; Carlota Bantul¨¢ lolitescamente tendida sobre el piano y sirviendo una versi¨®n ¨¤ la Charlotte Gainsbourg de La mauvaise reputation; Ll¨¹isa Castell bombeando energ¨ªa (y, sobre todo, control¨¢ndola, sin recurrir a la humorada f¨¢cil) para sacar adelante su personaje; el "menos es m¨¢s" de Albert Ribalta, otra buena muestra de contenci¨®n expresiva en un rol que tambi¨¦n se prestaba a la caricatura; Daniela Feixas logrando insuflar vida a un personaje fam¨¦lico y hecho de retazos. ?Qui¨¦n se anima a encargarle un musical a Carol L¨®pez?
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