Nuevas pruebas acusan al fiscal general de EE UU de favoritismo
Miles de correos electr¨®nicos han desaparecido de la Casa Blanca

A las puertas de una semana que puede ser decisiva para su suerte final, nuevas pruebas reveladas ayer tienden a confirmar la acusaci¨®n de que el fiscal general de Estados Unidos, Alberto Gonzales, particip¨® en el relevo por razones de lealtad pol¨ªtica de varios fiscales. ?sas y otras pruebas apuntan tambi¨¦n hacia la Casa Blanca y anuncia una nueva tormenta pol¨ªtica para el presidente George Bush.
En uno de los mensajes remitidos a la investigaci¨®n abierta en el Congreso, Kyle Sampson, que renunci¨® el mes pasado a su cargo de jefe de Gabinete de Gonzales, propon¨ªa a la Casa Blanca cinco nombres de fiscales republicanos para su consideraci¨®n como candidatos a relevar a algunos de los ocho fiscales que fueron destituidos.
Ese correo fue enviado en enero de 2006, es decir, casi un a?o antes de que los ocho fueran finalmente destituidos, en diciembre de ese mismo a?o, lo que prueba que la fiscal¨ªa general llevaba ya tiempo planificando una limpieza en el departamento.
En el correo, adem¨¢s, se mencionan como posibles candidatos a esos puestos a distintas personas que se caracterizan por su vinculaci¨®n con el Partido Republicano, se?alando aspectos de su carrera como haber participado como delegado en alguna convenci¨®n republicana o dirigido la campa?a de alg¨²n candidato republicano.
Esto ¨²ltimo probar¨ªa dos cosas, dos infracciones, que podr¨ªan ser letales para Gonzales: una, que los fiscales eran cualificados no s¨®lo por sus m¨¦ritos profesionales sino por sus ideas pol¨ªticas; dos, que se buscaban personas pol¨ªticamente pr¨®ximas al Gobierno para cargos en los que se exige independencia.
Despido de ocho fiscales
El despido de ocho de los 93 fiscales federales fue debido, oficialmente, a razones de pura incompetencia profesional. El Gobierno tiene derecho a designar los fiscales que crea conveniente y a destituirlos cuando le parezca oportuno, pero, mientras est¨¦n en el cargo, su comportamiento debe de ser -y habitualmente es- escrupulosamente independiente. Estos ocho fiscales despedidos se han quejado de haber sido v¨ªctimas de una purga pol¨ªtica. El propio Gonzales tendr¨¢ esta pr¨®xima semana que dar explicaciones sobre ¨¦se y otros casos en una comparecencia ante el Congreso que se espera con la expectaci¨®n de los grandes acontecimientos pol¨ªticos en Washington.
Uno de los asuntos sobre los que, probablemente, Gonzales tendr¨¢ que dar explicaciones es sobre los miles de correos electr¨®nicos que podr¨ªan servir para aclarar esta pol¨¦mica y que, aparentemente, han desaparecido.
Se trata de un n¨²mero indeterminado de e-mails que el principal asesor de la Casa Blanca, Karl Rove, y algunos de sus colaboradores habr¨ªan escrito sobre el asunto de los fiscales desde su cuenta de correo en el Partido Republicano.
La investigaci¨®n del Congreso cuenta ya con los correos del Departamento de Justicia y de la Casa Blanca. Pero esta semana se ha sabido que Rove y otros funcionarios de la Casa Blanca tienen otras direcciones de correo con las que tambi¨¦n trabajan, una de ellas es en el Partido Republicano. Desde esta ¨²ltima exist¨ªan sospechas de que Rove hubiera ejercido su influencia para destituir a los fiscales.
Cuando los congresistas dem¨®cratas pidieron al Partido Republicano esos correos, recibieron la respuesta de que se hab¨ªan perdido. Un grupo de presi¨®n especializado en estos temas asegur¨® ayer que, de acuerdo con sus propias investigaciones, los correos desaparecidos en el Partido Republicano son millones. Algunos congresistas dem¨®cratas han llegado a comparar estos correos perdidos con las cintas perdidas del Watergate. Y ¨¦se es el aroma que se respira a orillas del Potomac este lluvioso fin de semana, el aroma de un gran esc¨¢ndalo.
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