Grandiosa pitada
Las protestas del Calder¨®n inspiran a Aguirre, que quita a Costinha, mete a Ag¨¹ero y propicia la victoria del Atl¨¦tico
Lo m¨¢s grandioso que le queda al Atl¨¦tico son los pitos de su hinchada. Son el recuerdo de un orden perdido. La voz al o¨ªdo de un equipo que desorienta: no se sabe si padece amnesia o catalepsia. Transmite poco. Algo de agobio, unas gotas de rabia, cierta frustraci¨®n, y la impresi¨®n general de que sus jugadores no saben lo que representan ni hacia d¨®nde se dirigen. El t¨¦cnico, Javier Aguirre, tampoco lo tiene claro. Pero es capaz de hacer de la duda una virtud. Aguirre no es sordo. Escucha pitos. Se lo piensa. Mira el panorama y en vista de que no tiene sentido poner a seis hombres a marcar a dos delanteros, en el descanso quita uno. Sale Costinha y entra Ag¨¹ero. Bastan dos pases para que el Atl¨¦tico se parezca a lo que imaginan sus aficionados que debe ser el Atl¨¦tico. A los quince minutos: gol de Torres. Golazo de Torres. Lo justo para ganar tres puntos, y a casa. Gracias a la pitada.
ATL?TICO DE MADRID 1 - LEVANTE 0
Atl¨¦tico de Madrid: Franco; Perea (Seitaridis, m. 21), Pablo, Eller, Pern¨ªa; Galletti, Costinha (Ag¨¹ero, m.46), Gabi, Jurado; Mista (L¨®pez, m.90) y Torres.
Levante: Molina; Descarga, Alvaro, Alexis, Rubiales (Courtois, m.88); Z¨¦ Mar¨ªa (Reggi, m.75), Camacho, Tommasi (Riga, m.63), Berson; Kapo y Salva.
Gol: 1-0: m.60: Torres, con un disparo cruzado desde el v¨¦rtice del ¨¢rea, tras un robo de bal¨®n de Mista.
?rbitro: Fernando Teixeira Vitienes. Expuls¨® al t¨¦cnico del Atl¨¦tico de Madrid Javier Aguirre en el minuto 78 y amonest¨® a Ag¨¹ero, ?lvaro y Alexis.
Partido disputado en el estadio Vicente Calder¨®n ante unos 50.000 espectadores.
En el primer tiempo el Calder¨®n asisti¨® a escenas conmovedoras. Una de ellas fue Molina. ?Qu¨¦ hace Molina en el Levante? ?Es peor que Leo Franco? Son preguntas insondables que se filtraban entre la multitud. El viejo portero del doblete todav¨ªa sabe hacer trabajos delicados. Ayer los hizo con su habitual tacto. Se adelant¨® como un libero, permiti¨® a su equipo hacer el achique para hostigar al Atl¨¦tico, y cuando se qued¨® solo frente a Mista, Galletti y Torres les cerr¨® todos los ¨¢ngulos de tiro. Fue un gigante. Su ex equipo lo sufri¨®.
La Liga italiana, que suele provocar repulsi¨®n en el ¨¢mbito futbol¨ªstico espa?ol, acostumbra deparar partidos m¨¢s estremecedores que el que ayer disputaron el Levante y el Atl¨¦tico. Lo de ayer rivaliz¨® con un Messina-Parma, o con un Reggina-Chievo. No hubo mucho m¨¢s. Durante una hora, los dos equipos se apretaron en el centro del campo para hacerse la vida imposible uno al otro. La t¨¢ctica de Abel consisti¨® en apretar y bombear. Apret¨® con todo, hasta con un falso nueve, nada menos que Tommasi, a sus 34 a?os, reconvertido de medio centro a delantero centro con funciones invertidas. Abel no lo puso delante de los centrales del Atl¨¦tico para que los atacase, sino para que los defendiese. Y all¨ª fue el italiano, como un soldado, a presionar la salida del bal¨®n. Cuando el Levante rob¨® la pelota, cosa que ocurri¨® continuamente, solt¨® el pelotazo a la espalda de la defensa para que Salva y Kapo se buscaran la vida. No es de extra?ar que tuvieran pocas ocasiones.
El plan de Aguirre no fue muy distinto. El t¨¦cnico mexicano meti¨® a Gabi y a Costinha con la misma idea conque un cocinero echar¨ªa harina a un guiso. Quer¨ªa dar volumen, espesor y consistencia. Por delante de este d¨²o instal¨® a Mista. Otro jugador que agoniza hermosamente, bello faticatore, que dir¨ªan los doctores del calcio.
Mista compelt¨® el tri¨¢ngulo. Junto con Gabi y Costinha ocup¨® el lugar destinado a los futbolistas que dan car¨¢cter al equipo. El resultado fueron esos pitos que bajaron de la grada. El rumor parec¨ªa recordar a Aguirre que no se dirige como se cocina. Que los equipos no son pasteles ni guiso de rabo de toro.
Hasta el descanso, lo m¨¢s agresivo que hizo el Atl¨¦tico fue meter balones largos. Gabi se encarg¨® de ello, procurando que Mista y Galleti se desmarcaran con ¨¦xito a la espalda de los centrales del Levante. La operaci¨®n no tuvo ¨¦xito. El Atl¨¦tico incurri¨® en fuera de juego en seis ocasiones en media hora. Cuando no fue as¨ª, apareci¨® Molina. Demasiado portero para tan poco f¨²tbol.
La entrada de Ag¨¹ero dio profundidad al Atl¨¦tico porque Jurado se desplaz¨® al lugar que ocupaba Costinha. Con otros ejecutantes, el juego del Atl¨¦tico gan¨® en precisi¨®n. Con otros centrocampistas, Torres empez¨® a recibir el bal¨®n en zonas y en momentos calientes. El gol cay¨® en esos minutos de apogeo. Fue el gol 71 de Torres. Una cifra legendaria. La misma que alcanz¨® Enrique Collar.
El Ni?o ya est¨¢ entre los diez m¨¢ximos goleadores de la historia del Atl¨¦tico. Si no hizo otro fue porque Abel tambi¨¦n cambi¨® de plan. Dio entrada a Riga y el Levante manej¨® el bal¨®n con sentido. Un rato al menos. El suficiente para mantener a raya al Atl¨¦tico y esperar el final.
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