El clima de mi nieto
Asumido el cambio clim¨¢tico como algo que est¨¢ ocurriendo, la cuesti¨®n que parece interesar ahora es cu¨¢ndo se har¨¢ serio y hasta d¨®nde nos va a afectar. Hay una especie de obsesi¨®n, plenamente justificada, por datar los acontecimientos a los que nos vamos a tener que enfrentar: por saber c¨®mo, cu¨¢ndo y d¨®nde las cosas van a empezar a ponerse feas.
Sin embargo, los ¨²nicos cronistas oficiales del calentamiento global, los cient¨ªficos, tienen pocas certezas que ofrecernos al respecto. Las cosas van a pasar, aseguran, pero ni su desesperante adicci¨®n al rigor ni la fidelidad que le profesan al m¨¦todo les permite soltar m¨¢s prenda.
Hace un par de meses que los expertos en la ciencia del clima que trabajan para Naciones Unidas (IPCC) acaban de dejarnos un informe encima de la mesa. Cuesta interpretarlo m¨¢s all¨¢ de los titulares que han reproducido todos los medios. Estos especialistas no establecen nada de manera categ¨®rica. Tampoco lo har¨ªan si les pregunt¨¢semos si ma?ana saldr¨¢ el Sol: "very likely", nos responder¨ªan. Por lo que uno cree que cuando dicen eso es que quieren decirnos que s¨ª, que seguro que va a ocurrir.
Pero en cualquier caso, una vez descifrado su mensaje, resulta que hay bastantes m¨¢s certezas respecto al c¨®mo, cu¨¢ndo y d¨®nde de lo que parec¨ªa en un principio. Hay incluso una fecha para anunciar: 2100. Es probable que buena parte de los lectores decidan poner punto y final aqu¨ª a la lectura de esta tribuna. En ese tema del cambio clim¨¢tico son muchos los que han decidido pasar del eso no va a pasar al eso no me va a pasar a m¨ª, y si de lo que me vas a hablar es de 2100, pues entonces dej¨¦moslo aqu¨ª.
Pero como a muchos otros, a m¨ª me ocurre que puedo tener un nieto que rondar¨¢ mi edad en 2100. Y por supuesto, eso no me va a pasar a m¨ª, desde luego, pero le puede pasar a mi nieto. Y es very likely (insisto: eufemismo cient¨ªfico del "va a pasar") que el clima de mi nieto no se parezca en absoluto al que hemos gozado hasta la fecha todos los que estamos aqu¨ª y ahora.
Es very likely que tenga que acostumbrarse a vivir periodos de calor extremo que le obligar¨¢n a padecer serias restricciones de agua, a sufrir sequ¨ªas rigurosas salpicadas de lluvias torrenciales que se har¨¢n cada vez m¨¢s violentas. Tambi¨¦n que asista a ver el mar pegando bandazos que (sin llegar a ser tsunamis, aclaran los expertos) puedan causar da?os serios en la primera l¨ªnea de costa. Que el ?rtico se funda en verano y que los glaciares de los Pirineos desaparezcan por completo. Y no estoy siendo tremendista. Hay un escenario (el A1FI en el informe del IPCC) que augura como likely un aumento de temperaturas de m¨¢s de seis grados y del nivel del mar de m¨¢s de medio metro, y eso nos llevar¨ªa mucho m¨¢s all¨¢, a un escenario sumamente angustioso.
Pero es que seg¨²n los cient¨ªficos es tambi¨¦n extremely unlikely (o sea "no va pasar de ning¨²n modo") que el clima del que he gozado yo lo disfrute mi nieto. Saber eso me ha turbado m¨¢s.
Los expertos ya han hecho su trabajo, tenemos su informe encima de la mesa. Y ese informe dice m¨¢s cosas de las que nos han dicho que dice. Encima de ese trabajo han ca¨ªdo otros cuantos, como el que establece lo que nos va a costar la broma si seguimos con las manos en los bolsillos, firmado por sir Nicholas Stern (el primero de la clase entre los economistas) o el que dice los esfuerzos que vamos a tener que acometer los europeos seg¨²n las autoridades energ¨¦ticas de la Uni¨®n Europea. Hasta en Davos han dicho que a lo mejor s¨ª, que tal vez habr¨ªa que empezar a hacer algo.
Pero aqu¨ª no se mueve nada. Y a mi nieto lo estamos condenando a vivir en un entorno que no se va a parecer en nada al que he vivido yo. No hablo del mundo, hablo del planeta.
Es probable que le deje m¨¢s dinero a ¨¦l del que mi abuelo me dej¨® a m¨ª, pero yo le robar¨¦ mucho m¨¢s que dinero. Como el placer de levantar unas ac¨ªculas de pino en el suelo del bosque y descubrir el fogonazo anaranjado de un robell¨®n empapado de roc¨ªo. O asistir a la lluvia amarilla del hayedo en oto?o, esa tormenta de hojas que quedar¨¢ recogida tan s¨®lo en la bell¨ªsima novela de Julio Llamazares. O subir al Tur¨® de l'Home y hundirse en la nieve, ver arribar los patos a la laguna de l'Encanyissada, en el coraz¨®n de cristal del delta del Ebro, escuchar c¨®mo silban los primeros vencejos sobre la Diagonal una ma?ana de abril, reci¨¦n llegados de ?frica. ?Qu¨¦ valor tiene todo eso? ?Qu¨¦ cara pondr¨¢ esa parte de nosotros que vivir¨¢ en 2100 al saber c¨®mo se viv¨ªa aqu¨ª antes del cambio clim¨¢tico? ?Qu¨¦ reniego nos enviar¨¢?
Y lo m¨¢s triste de todo es que lo de que a mi nieto le ¨ªbamos a cambiar el clima estaba anunciado desde hace m¨¢s de 100 a?os.
En 1896 un cient¨ªfico sueco, Svante Arrhenius, pidi¨® la venia a la comunidad internacional para decir que el famoso di¨®xido de carbono (CO2) estaba empezando a montar un l¨ªo all¨ª arriba, donde se acumulaba por encima de lo habitual, y que podr¨ªa causar el recalentamiento de la atm¨®sfera. Al pobre Arrhenius no le hizo caso nadie. En 1938 Callendar habl¨® sin tapujos de cambio clim¨¢tico y dijo que quienes lo sufrir¨ªan de verdad ser¨ªan los que vivieran a finales del siglo XXI. Pas¨® sin pena ni gloria. En 1956 Plass estableci¨® el mecanismo exacto. Ya lo ten¨ªamos. Y un a?o m¨¢s tarde, el considerado como padre de la teor¨ªa del cambio clim¨¢tico, Roger Revelle, dijo que el aumento de las concentraciones de CO2 modificar¨ªa el clima de una manera severa y que no lo har¨ªa en un tiempo lejano, sino en poco m¨¢s de un siglo. Revelle ya hablaba de mi nieto. Para demostrarlo cedi¨® el testigo a Keeling, quien situ¨® dos medidores en un volc¨¢n de Hawai y en la Ant¨¢rtida y esper¨® a recoger sus datos. La ciencia obtuvo el primer testimonio incuestionable, la famosa curva de Keeling, esa gr¨¢fica que tantas veces ha reproducido este mismo diario y d¨®nde se demuestra que Arrhenius, Callendar, Plass y tantos otros llevaban raz¨®n sobre el clima de mi nieto.
Hemos tardado m¨¢s de un siglo en aceptar la verdad del cambio clim¨¢tico. Si tardamos otro tanto en hacerle frente es very likely que los nietos de nuestros nietos jam¨¢s vean la luz. Tenemos que movilizarnos.
Jos¨¦ Luis Gallego es escritor y periodista ambiental.
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