Lujo exc¨¦ntrico
La actriz Demi Moore y su marido arropan a Bertelli, due?o de Prada y del Luna Rossa
Durante las dos primeras horas del sarao Prada celebrado anteayer en el Mercado Central de Valencia, la cosa pintaba bien. Hasta que llegaron Demi Moore y su marido de pasado grunge, Ashton Kutcher, ataviados de muestrario Prada y rodeados de guardaespaldas mal encarados y con modales de matones. Eran el cuerpo de ¨¦lite de la familia Prada, que abr¨ªa paso a empujones injustificados a un s¨¦quito encabezado por Miuccia Prada (falda verde de producci¨®n propia) y su marido, Patrizio Bertelli, due?o de Luna Rossa. A Ashton (barba de dos d¨ªas, cadena de motero) la chaqueta le quedaba grande y el vestido a Demi, excesivamente corto y sin entalle. Y no es Prada todo lo que reluce, a pesar de la masa enardecida que en la acera de enfrente jaleaba a la procesi¨®n de limusinas, probablemente en un 95% desconocedores del sello milan¨¦s, aunque eso poco importa: el lujo divide a los mortales.
"Gano 5.000 euros netos al mes. Mal pagado para mi experiencia y el dinero que se mueve"
La convocatoria de pretensiones exclusivistas era cuando menos absurda por su variedad, de lo m¨¢s carca a lo m¨¢s nuevo con un cat¨¢logo de modelitos indescriptibles y en su mayor¨ªa ajenos a quien pagaba las gambas y el muy escaso cava, que se acab¨® enseguida. No se entiende bien el objetivo de Prada con este fiestorro masivo que sobrellen¨® el Mercado hasta el agobio. Si se hizo en ese sitio es porque ayer lunes era fiesta en Valencia y as¨ª daba tiempo a poner todo en su sitio: los calabacines junto a los tomates y los jamones cerca de los chorizos. Los creativos de Rem Koolhass se lanzaron a una apuesta confusamente presentada. Una vez que se analizaba y se superaba el impacto inicial (luces de colorines, moquetas, djs de estilos variados en una ensalada sonora molesta) chocaba ver los tenderetes temporales Prada (gafas a 600 euros, zapatos a 1.000, bolsos al doble) con reclamos en carteles que manipulaban las lecturas originales, recurso esnobista de t¨ªpica prepotencia milanesa o mejor, de capitalismo salvaje donde el pez grande mordisquea al chico.
Lo bueno fue que se reuni¨® mucha gente de la moda espa?ola, desde dise?adores a modelos y periodistas. La invitaci¨®n dec¨ªa como dress code: glamorous. Y algo hubo. Tampoco mucho. Un collar chino de la regi¨®n oriental Tei que llevaba Carmen Alborch era con toda probabilidad la mejor pieza de la noche; o el esmoquin con falda de producci¨®n propia que luc¨ªa Francis Montesinos. Casi nadie hizo caso a la actriz Chloe Sevigny, con su blanca palidez y un trajecito dos tallas menos de lo que aconseja la raz¨®n. Tampoco se entend¨ªa la poca presencia corporativa de las fragancias Prada (industria espa?ola: Puig) y que hoy por hoy son uno de los atlantes soporte b¨¢sicos del sello milan¨¦s.
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