Los perogrullos que nos van matando
La matanza de 32 personas en la Universidad Polit¨¦cnica de Virginia forma parte de esta clase de acontecimientos sobre los que todo el mundo tiene mucho que decir y donde invariablemente nadie expresa nada que fuera interesante.
De esta especie de sucesos se va llenando d¨ªa a d¨ªa la contemporaneidad. No importa que se trate de la guerra en Irak o en Somalia, de los car¨ªsimos vuelos tur¨ªsticos a la nave espacial, de las superganancias de actrices y jugadores de f¨²tbol, del problema del petr¨®leo, de la corrupci¨®n inmobiliaria y el desaforado precio de los pisos, del desbordamiento del Ebro y la falta de agua en otras zonas, del obsceno electoralismo partidista, de la vanidad y oquedad de los discursos pol¨ªticos, de la tabarra de la Uni¨®n Europea y los nacionalismos, del Estado de Derecho en cuesti¨®n y de la Justicia tornadiza, de la locura del terrorismo y sus profetas, del hambre y la sed del mundo, de la gigantesca explosi¨®n de China o de la India, de la deslocalizaci¨®n, del maltrato dom¨¦stico, del cambio clim¨¢tico, del consumo juvenil de alcohol, de los emigrantes sin papeles, de los mileuristas, de la discriminaci¨®n salarial de las mujeres y su techo de cristal, del 11-M y la conspiraci¨®n incesante, de la deconstrucci¨®n patri¨®tica y la Espa?a plural, de esta lista y sus innumerables adicciones no hay individuo que no pueda sostener una ch¨¢chara y que al cabo todo lo dicho en ella no represente otra cosa que ganga sobre la ganga, reciclaje del reciclaje de la ret¨®rica anterior.
El mundo parece empantanado una vez que se ha globalizado y Espa?a, no importa el crecimiento del PIB, se muestra presa de un surtido de virtudes y defectos que no dan m¨¢s de s¨ª. Hasta en v¨ªsperas de las elecciones se constata que tanto unos como otros encuentran grandes dificultades para componer una oferta sugestiva en sus programas. Y Francia es pr¨¢cticamente lo mismo en una dualidad que se intercambia con tan ins¨®lita facilidad que m¨¢s de la mitad de los ciudadanos consultados dicen no distinguir entre derechas e izquierdas. La idea transformadora se ha mustiado e incluso cuando se redactan algunas leyes vistosas y florecen, apenas necesitan unas semanas para perder la color.
La entrop¨ªa en la f¨ªsica se dirigi¨® primero a empobrecer la metaf¨ªsica y ahora a la actualidad en general. El periodismo mismo se encuentra fatigado de s¨ª porque nada puede cansar m¨¢s que el esfuerzo por llamar la atenci¨®n supliendo con el sensacionalismo aquello que no afecta internamente la sensibilidad.
Por una vez, la vacaci¨®n de la actualidad vendr¨ªa muy oportunamente -como en el ordenador- para actualizarla, porque se da la paradoja de que cuanto m¨¢s se la enfatiza, m¨¢s se empa?a; cuanto m¨¢s se la promueve, menos se mueve. Aunque tambi¨¦n podr¨ªa cuestionarse la pertinencia de esta ecuaci¨®n e interrogarse si la par¨¢lisis procede antes de la repetici¨®n del objeto enfocado que de la usura del punto de vista. Es decir, ?son los hechos los que han entrado en un circuito cerrado o es la mente a quien le falta ventilaci¨®n? Si todos los comentaristas desapareci¨¦ramos o call¨¢ramos nuestras manidas palinodias ?seguir¨ªan los hechos incurriendo en la misma apariencia sin remedio ni fin?
Porque acaso los hechos son lo que parece que son a trav¨¦s de una tosca forma de cohecho. El cohecho que soborna lo real para ajustarlo a la expectativa prevista. O de otro modo: el diagn¨®stico cree acertar con el problema sin revisar el problema del diagn¨®stico.
Los sucesos han discurrido con tal atropello en los ¨²ltimos veinte a?os que los conceptos han sido allanados y un anquilosado dep¨®sito de nociones, f¨®siles de derecha e izquierda, compulsiones morales de la ilustraci¨®n, latiguillos ¨¦ticos de la ecolog¨ªa, versiones caducas del amor al pr¨®jimo o el amor al libro, pompas de solidaridad o caritarismos, crean una constelaci¨®n de gases t¨®xicos, espesos perogrullos que nos marean al pronunciarlos y que, de paso, oxidan la eficiente interpretaci¨®n de lo real.
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