Una lecci¨®n de escultura
La Galer¨ªa Artur Ramon presenta en Barcelona un interesante conjunto de retratos realizados por Manolo Hugu¨¦ entre 1910 y 1931, procedentes de la antigua Galerie Simon de Par¨ªs, que forman una peque?a y exquisita antol¨®gica del celebrado escultor catal¨¢n. Manolo Hugu¨¦ (Barcelona, 1872-Caldes de Montbui, 1945) es, sin duda, uno de los grandes escultores del siglo XX. Su marchante Daniel-Henri Kahnweiler lo ten¨ªa muy claro y por eso apost¨® decididamente por ¨¦l desde el preciso momento en que Picasso se lo recomend¨® en 1909. Pero, aun a pesar de la enorme influencia que ten¨ªa Kahnweiler en el mundo del arte, no conseguir¨ªa situarlo definitivamente en el Olimpo, a diferencia de otros de sus artistas como el propio Picasso, seguido de Braque, L¨¦ger, Derain o Gris. El reputado marchante siempre encontr¨® una gran dificultad en vender la escultura -al contrario de la pintura- pero siempre estuvo al lado de Hugu¨¦ y le adquiri¨® casi toda su producci¨®n, aun a pesar de las trastadas que le hac¨ªa este intuitivo, bohemio y p¨ªcaro artista cuya vida y peripecias inspirar¨ªan uno de los mejores libros de Josep Pla. Hugu¨¦ no fue un escultor grandilocuente, ni rond¨® el poder en busca de encargos de monumentos pomposos, sino que se movi¨® a su aire de una forma total, inmerso, eso s¨ª, en la ¨®rbita de su gran amigo Picasso, y cre¨® peque?as esculturas saturadas de un encanto sobrecogedor. Quiz¨¢s ese desprecio por lo ambicioso es el que, a la larga, condicionar¨ªa un merecido y duradero reconocimiento por parte de museos e instituciones internacionales; su figura siempre queda un poco velada, en segundo t¨¦rmino. Sin embargo, est¨¢ presente en las colecciones de importantes museos europeos y norteamericanos y su nombre est¨¢ ¨ªntimamente ligado a la eclosi¨®n del arte moderno.
MANOLO HUGU?
'Retrats escult¨®rics (1910-1931)'
Artur Ramon Col¡¤leccionisme
Palla, 23. Barcelona
Hasta el 12 de mayo
La exposici¨®n que se puede
ver ahora en Barcelona revisa una de las facetas m¨¢s interesantes de Hugu¨¦, la de retratista, un aspecto que, en su conjunto, no es demasiado conocido. En realidad, lo m¨¢s difundido son sus peque?os desnudos femeninos recostados y sus encantadores bailarines y toreros, por eso la actual exposici¨®n tiene un gran inter¨¦s. El conjunto re¨²ne varios bronces realizados en la ¨¦poca -como el extraordinario busto del violinista Llu¨ªs Pichot de 1926, o la contundente cabeza de la se?ora Davidson de 1913- y una serie de espl¨¦ndidas terracotas modeladas entre 1912 y 1931, todo ello procedente de la antigua Galerie Simon, propiedad de Kahnweiler. En estos retratos, el artista va mucho m¨¢s all¨¢ de la pura representaci¨®n naturalista o acad¨¦mica y les confiere su gran personalidad. Hugu¨¦ es figurativo, pero nunca realista, sus personajes no forman una acartonada, vacua y pomposa galer¨ªa de famosos, rodeada de oropel y vieja gloria. Simplemente son obras de arte que no est¨¢n sujetas necesariamente a la tiran¨ªa del mimetismo, aunque se parezcan al modelo y capten su esencia.
A menudo, el escultor se mostr¨® desmitificador con la vanguardia, sin embargo, aprehendi¨® mucho de la mejor obra picassiana. Jam¨¢s atraves¨® el umbral del cubismo pero recibi¨® una enorme influencia de ¨¦l, dada la proximidad que ten¨ªa con sus fundadores y principales art¨ªfices. Quiz¨¢s por ello, Hugu¨¦ representa como pocos el precedente directo del retorno al orden poscubista y moderno. En este magn¨ªfico conjunto de cabezas, el artista se muestra con todo su esplendor. En unas, como el retrato de Pierre Saque, es b¨¢rbaro, directo y primitivo; en otras, refinado hasta la m¨¦dula, como el de Pierre Camo y, sobre todo, el de Frank Burty Havilland, de una deslumbrante belleza; en el retrato de Ar¨ªstides Maillol es potente y, a la vez, tierno y delicado, no en vano el escultor de Banyuls era otro de sus mejores gu¨ªas est¨¦ticos; y en el de Tit¨ª de Togores -que encant¨® a Picasso-, Manolo se muestra estilizado, geom¨¦trico y casi abstracto.
En este mismo contexto de una nueva revisi¨®n del escultor catal¨¢n se sit¨²a el libro ?lbum Manolo Hugu¨¦, profusamente ilustrado, que es una ¨²til y cuidada recopilaci¨®n de textos, documentos, art¨ªculos y correspondencia, llevada a cabo por Artur Ramon i Navarro y Jaume Vallcorba (Quaderns Crema, Barcelona, 2005). Y m¨¢s recientemente, cabe destacar la monograf¨ªa escrita por Francesc Fontbona que ha editado el Museo de Arte Contempor¨¢neo Esteban Vicente, de Segovia, dentro de su colecci¨®n de artistas espa?oles. El libro de Fontbona aporta algunos datos nuevos acerca de la rocambolesca vida de Hugu¨¦, pero su m¨¢ximo inter¨¦s es el haber incluido entre sus numerosas ilustraciones muchas de las obras que fueron vendidas en su momento por Kahnweiler y pertenecen a destacados museos extranjeros.
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