"Ya estoy aqu¨ª, hermano"
Manuel Mora viaj¨® ayer desde Ecuador para visitar a su familiar, hospitalizado desde hace 63 d¨ªas y que estuvo a punto de morir. Espa?a le deneg¨® el visado dos veces
Antes de entrar, Manuel Mora tiene que colocarse una mascarilla, enfundarse en una bata y meter sus manos temblorosas en unos guantes de l¨¢tex. Su hermano Ramiro est¨¢ en una habitaci¨®n aislada del hospital Pr¨ªncipe de Asturias de Alcal¨¢ de Henares. Hace siete a?os que no se ven. La puerta de la habitaci¨®n 614 es el ¨²ltimo escollo de una lucha que ha durado 63 d¨ªas. La de Ramiro, de 29 a?os, por sobrevivir a una neumon¨ªa que casi lo mata. La de Manuel, de 26, contra una burocracia obstinada en negarle el visado para viajar a Espa?a desde Quito para cuidar a su hermano. "?T¨² eres Manuel? Nos alegramos much¨ªsimo de qu¨¦ lo hayas conseguido", le dice una enfermera.
Cuando descubre a su hermano, la comisura de sus labios se tensa y sus ojos se abren de golpe
"Demasiado costoso para algo humanamente evidente. Es burocracia absurda", dice el m¨¦dico
Ramiro est¨¢ sentado en una silla. Tiene los brazos entumecidos, el cuerpo deshinchado como un bal¨®n reventado y una sonda en la nariz. Cuando descubre a su hermano entrando, la comisura de sus labios se tensa y sus ojos se abren de golpe. Es todo el entusiasmo que permite su maltrecho cuerpo. El otro se queda un poco paralizado. Se miran dos segundos, hasta que se acerca y le abraza con mucho cuidado. "Ya estoy aqu¨ª, hermano. He venido para que te puedas recuperar bien".
Ramiro entr¨® por su propio pie en el hospital hace 63 d¨ªas. Ten¨ªa fatiga, dolor de pecho, le fallaban las piernas y al toser, expulsaba sangre. Acababa de perder su trabajo porque su jefe confundi¨® la fatiga con desidia laboral. Cuando le vieron los m¨¦dicos, lo ingresaron en la UCI por una neumon¨ªa. La historia se complic¨®: se infect¨® con una bacteria hospitalaria, sufri¨® una hemorragia en los pulmones, un neumot¨®rax bilateral, anemia e insuficiencia respiratoria aguda. Tuvieron que realizarle una traqueotom¨ªa y necesit¨® ventilaci¨®n. Luego le descubrieron una vasculitis que requerir¨¢ un tratamiento cr¨®nico. Sali¨® de la UCI al cabo de 56 d¨ªas. "Pues no recuerdo nada", susurra de forma casi inaudible.
Ramiro no tiene ning¨²n familiar en Espa?a. Por eso, durante las cinco semanas que estuvo inconsciente, un jefe m¨¦dico de la UCI, Juan Antonio Cambronero, y sus dos amigos en Madrid, Jhon y Patricio, movieron cielo y tierra para que su hermano pudiera venir a Espa?a. "Estuvo al borde de la muerte", recuerda su m¨¦dico.
A pesar de presentar en el consulado de Quito toda la documentaci¨®n (incluido un parte m¨¦dico en el que se calificaba la salud de su hermano de "extremadamente grave"), el visado le fue denegado dos veces. Este consulado ha denegado en el ¨²ltimo a?o el 40% de las peticiones. Las autoridades espa?olas consideraron que Manuel pretend¨ªa, en realidad, quedarse. Manuel, que trabaja en una empresa familiar de calzado, lo niega rotundamente: "Mi mujer tiene visa americana, si quisiera emigrar, ir¨ªa a Estados Unidos".
El muro con el que se rompieron la cara una y otra vez sus amigos no les hizo desistir. Jhon escribi¨® m¨¢s cartas al consulado, a la Embajada de Ecuador en Espa?a, a asociaciones de ecuatorianos y hasta a Zapatero y al Rey. "Le mand¨¦ un e-mail al Presidente cuyo t¨ªtulo era De Juana Chaos. Si aquello era un caso humanitario, no s¨¦ por qu¨¦ no pod¨ªan considerar el nuestro de la misma forma", recuerda Jhon.
"Ha sido muy duro. Hasta que la prensa de aqu¨ª no ha denunciado el caso, he sido una carpeta amontonada en el consulado", denuncia Manuel. "Mis padres no han aguantado. Es terrible saber que tu hijo se muere y que no puedas estar con ¨¦l". Los padres est¨¢n ahora en tratamiento m¨¦dico y psicol¨®gico.
Una portavoz de la Secretar¨ªa de Estado para Iberoam¨¦rica ha explicado que el consulado deneg¨® el visado a Manuel porque algunas fechas de la documentaci¨®n eran sospechosas. Se refieren a las del primer billete de avi¨®n que reserv¨® Manuel y a las del seguro m¨¦dico. Tras la tercera solicitud (despu¨¦s de que una informaci¨®n fuese publicada en EL PA?S el pasado 10 de abril) y una entrevista con el c¨®nsul, desaparecieron las sospechas y Espa?a concedi¨® el visado de turista (tres meses) a Manuel.
Jhon, Patricio y Ramiro viv¨ªan a menos de dos calles en el barrio del Comit¨¦ del Pueblo, en Quito. Ramiro tiene los ojos tan verdes que, de peque?o, sus colegas le apodaron el Gato. Los amigos crecieron, emigraron y se perdieron la pista. Un viernes santo de hace siete a?os, Patricio se encontr¨® a Ramiro en un campo de f¨²tbol de Pan Bendito, en Vallecas. Celebraban la efem¨¦ride con un partido y unas cervezas. Desde ese d¨ªa no han vuelto a separarse.
Ayer, Jhon, Patricio y Marisa -la mujer de ¨¦ste- fueron a recoger a Manuel al aeropuerto a las siete de la ma?ana. El vuelo, que le cost¨® 2.000 euros, se retras¨® una hora y tiraron de anecdotario. "El Chito", como llaman a Manuel, "ha engordado. El otro d¨ªa sali¨® en el reportaje de Cuatro con sus padres y cuando Ramiro los vio dijo: 'Miralo, est¨¢ gordo y mi madre, con esas lentes... No me extra?a que no les den el visado", contaba Jhon a las puertas de la sala 11 de la T-4.
Ramiro ya est¨¢ fuera de peligro, pero necesitar¨¢ una larga recuperaci¨®n. A pesar de las sondas y del estado en que se encuentra, no ha perdido las ganas de guasa. Sin ninguna piedad hacia su hermano, como si el enfermo no fuera ¨¦l, le suelta con un hilillo de voz: "Te espera un sof¨¢ cama estupendo. Y vas a tener que aprender a cocinar, y a ir a la cafeter¨ªa...". Un ataque de tos liquida la co?a que se trae entre manos el Gato y termina en un esputo que lanza contra un pa?uelo.
Interrumpen las enfermeras. Toca limpieza. "Estoy bien, hermano. Ahora ya me recupero r¨¢pido", le dice Ramiro. Manuel le acaricia la cabeza. "Yo he llorado mucho, pero confi¨¢bamos en que Dios es capaz de lo que no pueden los hombres".
Cambronero espera fuera de la habitaci¨®n. "Ha sido demasiado costoso para algo que humanamente era tan evidente. Y todo, por culpa de una burocracia absurda".
Pero, al fin, el Chito se ha reunido con el Gato.
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