Francia adaptar¨¢ el blairismo
Es una forma de hacer pol¨ªtica que toma elementos de la izquierda y la derecha
Qu¨¦ iron¨ªa. Ahora que Blair abandona el escenario en el Reino Unido, el blairismo llega a Francia. ?Le Blair est parti, vive le blairisme! No de forma expl¨ªcita, por supuesto, ni tampoco como una serie de pol¨ªticas econ¨®micas concretas, neoliberales y posthatcheristas, de esas que en Francia suelen denunciar por "anglosajonas". Me refiero al blairismo como forma posideol¨®gica y pragm¨¢tica de hacer pol¨ªtica, una actitud ecl¨¦ctica que toma elementos prestados de la izquierda y la derecha y se preocupa m¨¢s por los resultados que por la coherencia ideol¨®gica. Su respuesta frente al reto de la globalizaci¨®n es tratar de hacer una combinaci¨®n de dinamismo econ¨®mico empresarial, una tasa de empleo elevada y justicia social, a trav¨¦s de un Estado de bienestar redistributivo. Su aut¨¦ntico lema es "cualquier cosa que funcione".
Una Francia enferma significa una Europa enferma, y eso es malo para el Reino Unido, desde el punto de vista econ¨®mico y pol¨ªtico
Nicolas Sarkozy no oculta su admiraci¨®n por lo que ha hecho Blair en el Reino Unido, pero tendr¨ªa dudas a la hora de definirse como blairista
Cuando los numerosos detractores de S¨¦gol¨¨ne Royal en la izquierda quisieron atacarla, la acusaron de ser una blairista encubierta
El blairismo franc¨¦s ser¨¢ muy distinto del blairismo brit¨¢nico, porque Francia no es el Reino Unido. Para empezar, sea quien sea el pr¨®ximo presidente franc¨¦s, su pol¨ªtica no se llamar¨¢ blairismo. Desde luego, Nicolas Sarkozy no oculta su admiraci¨®n por lo que ha hecho Blair en el Reino Unido. Durante una visita que realiz¨® a Londres a primeros de este a?o, destac¨® que "los socialistas europeos pueden estar orgullosos de lo que ha hecho uno de nosotros" -y se apresur¨® a rectificar-, "quiero decir, uno de ellos". Pero incluso Sarkozy tendr¨¢ dudas a la hora de definirse como blairista. (Nota sem¨¢ntica: blairista, que quiere decir practicante del blairismo, y no blairita, que quiere decir partidario de Blair frente a Gordon Brown. Muchos partidarios de Brown son blairistas importantes, y el blairismo es en realidad, en t¨¦rminos hist¨®ricos, blairbrownismo, o brownblairismo, seg¨²n se prefiera).
Para la mayor¨ªa de los socialistas franceses, ser llamado blairista es un insulto. Cuando el l¨ªder socialista Fran?ois Hollande invit¨® al ex ministro brit¨¢nico para Europa Denis MacShane, que habla franc¨¦s, a hacer campa?a por S¨¦gol¨¨ne Royal, apuntill¨®: "Pero, por favor, Denis, durante seis meses no digas que S¨¦gol¨¨ne es una blairista". Cuando los numerosos detractores de Royal en la izquierda quisieron atacarla, la acusaron de ser una blairista encubierta. En econom¨ªa seguramente se equivocan, por desgracia. Est¨¢ meramente confundida. Pero en otras ¨¢reas de la pol¨ªtica, como el mantenimiento de la ley y el orden, la inmigraci¨®n o incluso la pol¨ªtica europea, es posible que tengan algo de raz¨®n. Incluso en econom¨ªa, la realidad es muy exigente. Tendr¨¢ que adoptar m¨¢s medidas blairistas o la econom¨ªa francesa seguir¨¢ sufriendo su penoso deterioro relativo.
Modelo renano
El centrista Fran?ois Bayrou es seguramente el menos blairista de los tres candidatos principales. Cuando piensa en el extranjero, si es que lo hace, prefiere mirar hacia Alemania y lo que se ha denominado el modelo renano de capitalismo. La comparaci¨®n alemana es interesante. En los tiempos en los que Blair y Gerhard Schr?der todav¨ªa se llevaban bien y trabajaban juntos en "la tercera v¨ªa", los cr¨ªticos (incluido yo) nos pregunt¨¢bamos si era posible ser un Blair alem¨¢n sin haber tenido antes a una Thatcher alemana. Muchos dirigentes empresariales alemanes compart¨ªan esas dudas. Pero ahora estoy empezando a pensar que la respuesta a aquella pregunta es s¨ª. Con Angela Merkel, Alemania ha comenzado a tener una especie de blairismo alem¨¢n sin haber pasado antes por un thatcherismo alem¨¢n.
El motivo es que los principales pa¨ªses europeos tienen modelos de capitalismo muy diferentes. La clave para tener empleo y crecimiento est¨¢ tanto en el plano concreto de cada empresa y cada empresario como en la macropol¨ªtica que hace el Estado. Lo que funciona en el Reino Unido puede no valer en Francia, y viceversa. Alemania ha empezado a descubrir lo que sirve en su caso. Ahora bien, si creemos que el blairismo es esencialmente un pragmatismo posideol¨®gico sobre los medios -"cualquier cosa que funcione"-, unido a una visi¨®n clara de los objetivos deseables -esa dif¨ªcil combinaci¨®n de crecimiento econ¨®mico y justicia social-, entonces podr¨ªamos decir que Alemania ha progresado hacia un blairismo de rostro alem¨¢n.
El reto para Francia, por tanto, es descubrir qu¨¦ es lo que puede servirle. Por el momento, Francia no va bien. El desempleo global permanece tercamente por encima del 8% y el paro juvenil est¨¢ alrededor del 22%. Casi la mitad del electorado depende del Estado, en forma de salario, prestaciones o pensi¨®n. Para sostener este chirriante capitalismo de Estado, la deuda p¨²blica se ha disparado hasta el 66% del producto interior bruto. La econom¨ªa crece m¨¢s despacio que la de cualquier otro pa¨ªs de la UE excepto Portugal. Desde el punto de vista econ¨®mico, Francia es uno de los enfermos de Europa. El punto de partida del nuevo presidente es, en este sentido, m¨¢s parecido al de Margaret Thatcher en 1979 que al de Blair en 1997.
"Es la econom¨ªa, est¨²pido". Cu¨¢ntos problemas de Francia se remiten, en definitiva, a ¨¦ste. Como el descontento en las viviendas protegidas de las afueras de Par¨ªs, las banlieues habitadas principalmente por las familias y los descendientes de los inmigrantes llegados de ?frica y otros lugares. Desde luego, aqu¨ª, como en toda Europa, hay problemas de integraci¨®n, educaci¨®n e identidad, exacerbados por una controversia cada vez m¨¢s enfebrecida sobre el islam. Pero mi impresi¨®n, reforzada despu¨¦s de hablar con j¨®venes de esas banlieues, es que esos problemas, en s¨ª, est¨¢n seguramente mucho menos agudizados en Francia que en el Reino Unido. Los j¨®venes me dijeron, en un franc¨¦s fluido, que lo ¨²nico que quieren es que la Rep¨²blica Francesa cumpla su promesa de tratarles como a iguales y ofrecerles puestos de trabajo. Pero, claro, si el desempleo juvenil en su conjunto es del 22%, ?qu¨¦ posibilidades hay de que eso ocurra, sobre todo cuando los que llegan de las banlieues a solicitar empleo se encuentran con barreras discriminatorias adicionales? Que les den trabajo y ver¨¢n c¨®mo se sienten inmediatamente franceses.
El centro perdido
Del mismo modo, resulta dif¨ªcil creer que las actitudes francesas sobre el proyecto europeo -hoy tan reacias y malhumoradas- no ser¨ªan muy distintas si la econom¨ªa fuera mejor. En una Uni¨®n Europea ampliada, de 27 Estados, Francia ha dejado de ser el centro, y hace falta tiempo para acostumbrarse a eso. Sin embargo, el hecho de que Nicolas Sarkozy haya entablado una pol¨¦mica con el presidente del Banco Central Europeo, un franc¨¦s al que Francia coloc¨® en el cargo despu¨¦s de una lucha encarnizada, no tiene nada que ver con que est¨¦n desorientados por la ampliaci¨®n. Es probable que el tipo de inter¨¦s fijado por el BCE no sea el ideal para la econom¨ªa francesa. Pero los problemas econ¨®micos de Francia, en general, son culpa suya, no de la eurozona.
Al margen de qui¨¦n gane la presidencia en Francia y de lo que haga para lograr que Francia vuelva a recuperar el rumbo, en el Reino Unido debemos aspirar a que lo consiga. Todav¨ªa existe una tendencia residual, que procede de hace s¨®lo 700 a?os, a creer que lo que es bueno para Francia es malo para el Reino Unido, y al contrario. Eso es hoy menos verdad que nunca. Una Francia enferma significa una Europa enferma, y eso es malo para el Reino Unido, desde el punto de vista econ¨®mico y desde el pol¨ªtico. Estamos todos en el mismo barco.
Tony Blair debe de sentir cierto pesar ante la posibilidad de que el tr¨ªo europeo con el que so?aba desde hac¨ªa tiempo -Blair, Merkel, Sarkozy- sea realidad precisamente cuando ¨¦l est¨¢ a punto de irse. El tr¨ªo de ensue?o existir¨¢, si gana Sarkozy, durante un instante fugaz. Sin embargo, en el Reino Unido seguir¨¢ habiendo blairismo despu¨¦s de Blair, independientemente de que el primer ministro se llame Brown o Cameron. En Alemania ya hay una especie de blairismus. Y todav¨ªa puede que haya un blairisme ¨¤ la fran?aise. S¨®lo que se llamar¨¢ otra cosa. Pero es lo que ha ocurrido siempre entre Francia y el Reino Unido, ?no? Al fin y al cabo, cuando los brit¨¢nicos se van sin decir adi¨®s dicen que est¨¢n despidi¨¦ndose a la francesa. Y los franceses dicen que est¨¢n despidi¨¦ndose ¨¤ l'anglaise.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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