La incertidumbre es hoy el cuarto candidato
Los sondeos reflejan que un 25% de los franceses, m¨¢s de lo habitual, no ha decidido a¨²n su voto
Los pol¨ªticos guardaron silencio ayer. Los medios de comunicaci¨®n se limitaron a informar de que los ciudadanos de las islas de Saint-Pierre y Miquelon, frente a Terranova, y los de la Guayana y Martinica, en el Caribe, hab¨ªan comenzado a votar. El delirio de los sondeos no se detuvo hasta el ¨²ltimo momento, a medianoche, cuando Le Parisien colg¨® en su web una encuesta de CSA que colocaba a Le Pen en tercera posici¨®n y se?alaba tendencias totalmente contrapuestas a las que el d¨ªa anterior hab¨ªan fijado otros institutos de opini¨®n.
La cohabitaci¨®n con un Parlamento hostil resulta ahora pol¨ªticamente inviable
Los votantes est¨¢n llamados cuatro veces a las urnas para renovar sus instituciones
Los sondeos han sido uno de los elementos m¨¢s confusos de esta campa?a. En realidad no han hecho m¨¢s que reflejar la incertidumbre que albergan los franceses. Se?alan, por ejemplo, que m¨¢s del 25% de los electores no decidir¨¢n el sentido de su voto hasta el mismo momento en que escojan su papeleta en el colegio electoral. Esta cifra habitualmente fluct¨²a entre el 15% y el 18%.
Cuando hayan votado, no habr¨¢n m¨¢s que empezado a andar por el camino que les llevar¨¢ a renovar sus instituciones. A partir de hoy y hasta el 17 de junio, los franceses est¨¢n llamados cuatro veces a las urnas para configurar tambi¨¦n el Ejecutivo y el Legislativo que debe realizar las inaplazables reformas que el pa¨ªs necesita y exige -o rechaza- la sociedad. A la elecci¨®n presidencial sigue la del Parlamento, tambi¨¦n por un sistema mayoritario a dos vueltas.
Es mucho lo que est¨¢ en juego, incluido el modelo constitucional. El sistema pol¨ªtico franc¨¦s instaurado por el general De Gaulle en 1958, en plena guerra de Argelia, reposa enteramente sobre la elecci¨®n presidencial, lo que lo convierte en plebiscitario. Sin embargo, con el septenato -el mandato de siete a?os vigente hasta 2002-, pese a sus poderes ejecutivos, el jefe del Estado ten¨ªa un papel de ¨¢rbitro, dejaba al primer ministro las labores de gobierno y se reservaba los grandes temas de pol¨ªtica exterior. Incluso pod¨ªa seguir en su cargo cuando la oposici¨®n ocupaba el Legislativo, una figura que fue bautizada como cohabitaci¨®n.
Con el quinquenato -un sistema que realmente arranca con estas elecciones-, la cohabitaci¨®n, aunque te¨®ricamente posible, es pol¨ªticamente inviable en tanto que los dos mandatos coinciden en el tiempo, lo que convierte en obsoleto a un presidente que no controle el Legislativo. Los expertos y buena parte de la clase pol¨ªtica -tal vez para ahuyentar a sus propios miedos- consideran que "los franceses no elegir¨¢n a un presidente para a continuaci¨®n negarle una mayor¨ªa parlamentaria que le permita desarrollar su programa", dice. Pero no hay ninguna garant¨ªa de que as¨ª sea. La ¨²ltima vez que los franceses acudieron a las urnas fue para bloquear el proceso de construcci¨®n europea. Y la sombra del no al Tratado Constitucional europeo de mayo de 2005 tambi¨¦n ha estado presente durante toda la campa?a, aunque nunca de forma expl¨ªcita. Los tres candidatos que encabezan los sondeos de opini¨®n -Nicolas Sarkozy, S¨¦gol¨¨ne Royal y Fran?ois Bayrou- votaron s¨ª, pero los nueve restantes se pronunciaron en contra, incluido Jean-Marie Le Pen, lo que da una idea de los ingredientes que se coc¨ªan en la olla del no y explica tambi¨¦n por qu¨¦ nadie realmente ha querido asumir la herencia de aquel voto.
La campa?a arranc¨® con una considerable densidad pol¨ªtica, con los grandes temas sobre la mesa, con debates sobre la deuda, la financiaci¨®n de los programas; pero ha ido derivando primero hacia lo concreto: en torno a los temas que surg¨ªan al paso, desde la crisis de Airbus hasta los enfrentamientos entre los j¨®venes y la polic¨ªa, para acabar en lo m¨¢s vol¨¢til: la identidad y la patria. Una manera de no hablar de nada. Porque, finalmente, no se elige un programa, se escoge a una persona.
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