Minimax europeo
Un nada disimulado cinismo est¨¢ empezando a aflorar en algunos Estados de la UE sobre qu¨¦ hacer con la Constituci¨®n europea. Puede entenderse que Francia y Holanda, cuyos electorados la rechazaron en sendos referendos en 2005, busquen otra salida para no presentar el mismo texto dos veces a plebiscito. Blair ha decidido "retroceder" y pedir un texto m¨ªnimo, incluso por debajo del minitratado que sugiere Sarkozy, aspirante a la presidencia francesa. El premier brit¨¢nico fue uno de los negociadores y firmantes del tratado europeo. Su firma debe valer algo m¨¢s.
El Gobierno polaco, por su parte, sin tan siquiera haber debatido el texto en el Parlamento, pide ya la revisi¨®n del sistema de votaci¨®n, pues considera que el doble c¨®mputo de n¨²mero de Estados y de poblaci¨®n favorece mucho a Alemania. En realidad, esta posici¨®n esconde la constataci¨®n de una p¨¦rdida de poblaci¨®n con respecto a 2004, pues demogr¨¢ficamente Polonia se est¨¢ encogiendo, al rev¨¦s de lo que le ocurre a Espa?a gracias a la inmigraci¨®n, una circunstancia no prevista cuando se negoci¨® duramente el acuerdo final hace tres a?os. No se pueden ahora cambiar radicalmente las reglas pactadas, incluso cuando no han sido ratificadas por todos, pero s¨ª por 18 de los 27 socios, que representan una clara mayor¨ªa de los ciudadanos de la UE. No son ellos los que tienen el problema, sino los que ahora rechazan la Constituci¨®n.
La actual presidencia alemana prepara un calendario a aprobar en junio para discutir el nuevo tratado que se deber¨ªa cerrar durante la presidencia de Francia, en el segundo semestre de 2008, a tiempo para las elecciones europeas de 2009. Alemania realiza una prenegociaci¨®n por debajo de la mesa, pero a la canciller Merkel le espera una dura tarea. La apertura de este mel¨®n debe ser controlada, so pena de volver a meter a la UE en otra crisis. El ambiente parece poco propicio, como se reflej¨® en el hecho de que los Veintisiete no pudieran siquiera el pasado 25 de marzo firmar todos la declaraci¨®n de conmemoraci¨®n de los 50 a?os del Tratado de Roma, dada la intransigencia checa, no por desacuerdos sobre el pasado, sino sobre el futuro.
Zapatero insiste, con raz¨®n, en preservar "la ambici¨®n y el equilibrio" presentes en el Tratado Constitucional. Ser¨ªa deseable que el Gobierno espa?ol fuera m¨¢s claro sobre los l¨ªmites de lo aceptable, dado que somos, con Luxemburgo, el ¨²nico pa¨ªs que ha ratificado el texto por refer¨¦ndum. Si hay revisi¨®n, Espa?a no debe empeorar su posici¨®n en t¨¦rminos de poder, sino, en todo caso y vali¨¦ndose de la fuerza que le ha dado el refer¨¦ndum, mejorarla, por ejemplo ampliando su representaci¨®n en el Parlamento Europeo, que el anterior Gobierno de Aznar sacrific¨® en el Tratado de Niza en aras de una mejor posici¨®n en cuanto a votos en el Consejo de Ministros.
?ste no debe ser un ejercicio para cargarse la Constituci¨®n a hachazos, para maximizar las p¨¦rdidas, sino, por el contrario, para minimizarlas, para lograr un minimax europeo, como se dir¨ªa en teor¨ªa de juegos. El Tratado por el que se establece una Constituci¨®n para Europa no tiene futuro tal como est¨¢, ni menos su nombre. La idea que m¨¢s se maneja es la de un nuevo texto corto que preservara las reformas institucionales centrales (incluida la figura de un ministro de Asuntos Exteriores), dejando al margen otras partes de la Constituci¨®n.
No resulta aceptable reducir el n¨²mero de ¨¢reas de decisi¨®n a tomar por mayor¨ªa cualificada (que podr¨ªa quedar en un protocolo) o renunciar a los avances marcados por la Carta de los Derechos Fundamentales, como la iniciativa popular para obligar a las instituciones a ocuparse de alg¨²n tema. Debe salvarse, no rebajarse, todo lo que se pueda de la Constituci¨®n. Es eso lo que debe defender Espa?a. Europa est¨¢ necesitada de algo m¨¢s que un remiendo institucional para que funcione, aunque esto en s¨ª no sea poco.
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