"La poes¨ªa no es literatura"
El escritor leon¨¦s recibe hoy el Premio Cervantes con un discurso sobre la pobreza
Dice Antonio Gamoneda que le aturde m¨¢s el ruido de la Gran V¨ªa que el traj¨ªn en que anda metido estas semanas. "Llevo cuatro meses de entrenamiento", afirmaba el s¨¢bado pasado, sonriente, resignado y conversando sin prisas. Autor de casi una decena de libros recogidos en Esta luz (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores), Gamoneda naci¨® en Oviedo en 1931, pero ha vivido en Le¨®n desde los tres a?os. All¨ª lleg¨® poco despu¨¦s de morir su padre y all¨ª sobrevivi¨® a la guerra y la posguerra, junto a su madre, protagonista de muchos de sus poemas. De esas ra¨ªces surgi¨® una obra marcada por la conciencia de la muerte.
"La obra de Cervantes no es literatura, es vida. De ah¨ª que yo intente reforzar la relaci¨®n que, en su caso, hay entre la vida y la obra"
"Mi disconformidad ante la muerte se ha cargado de conformidad. Hay otro ser que me parece que soy yo y que va a seguir viviendo"
Pregunta. ?Qu¨¦ cree que pensar¨ªa su madre de todos estos fastos?
Respuesta. Conoci¨¦ndola, se sentir¨ªa simult¨¢neamente orgullosa e intranquila. Pensar¨ªa: "?Esto le va a cambiar la vida a mi hijo?".
P. ?Y se la va a cambiar?
R. En un mes cumplir¨¦ 76 a?os. Ya no hay ni tiempo ni intereses que puedan hacerme modificar mi manera de estar en la vida. Eso s¨ª, llevo algunos meses con m¨¢s agitaci¨®n de la que me conviene.
P. ?Va a retomar las memorias que interrumpi¨® cuando le concedieron el premio en noviembre pasado?
R. S¨ª, las retomar¨¦, aunque sea para destruirlas. Est¨¢n te¨®ricamente acabadas, pero quiero tenerlas lejos de m¨ª y est¨¢n bajo llave. Estos meses me han servido para tomar distancia. No les he puesto el ojo encima para que la lectura no est¨¦ contaminada por la escritura.
P. ?Se siguen titulando Un armario lleno de sombra?
R. S¨ª, aunque a los que conocen la primera versi¨®n el t¨ªtulo no les gusta nada. Pero yo estoy encabezonado con ¨¦l.
P. Ese armario existi¨® realmente ?no?
R. Es un armario en el que mi madre guardaba, c¨®mo dir¨ªa, los objetos testimoniales de su intimidad, aparte de ropa. Una peque?a man¨ªa que ten¨ªa es que ese armario s¨®lo lo abr¨ªa ella. Un d¨ªa, dos o tres a?os despu¨¦s de muerta, lo abr¨ª yo. Tuve una experiencia muy impresionante: al abrirlo me lleg¨® el olor de mi madre viva. Estaba en las ropas. Mi madre... viva.
P. ?Sus memorias llegan hasta el presente?
R. No, son memorias de infancia. Empiezan en 1936 y llegan exactamente hasta el d¨ªa que cumplo 14 a?os, pero he acumulado lo que yo llamo recuerdos heredados, que son los que me transmiti¨® mi madre de nuestra vida anterior a mi posibilidad de recordar.
P. ?Qu¨¦ pas¨® a los 14 a?os?
R. Por un lado, me pareci¨® un l¨ªmite natural de la infancia. Por otro, a los 14 a?os y un d¨ªa, a las cinco de la ma?ana yo empec¨¦ a trabajar de meritorio en el Banco Mercantil. Fue un corte. Los est¨ªmulos, buenos y malos, que empez¨® a recibir mi sensibilidad cambiaron.
P. ?Recuerda todav¨ªa ese d¨ªa?
R. Perfectamente. Sal¨ª a las cinco menos cuarto de la ma?ana de casa, regres¨¦ a las dos y volv¨ª al banco a las tres y media a empezar la segunda fase de mi trabajo, que era la de meritorio, una tarea que se pagaba en promesas. Por la ma?ana cargaba carb¨®n para la calefacci¨®n. Pero esto ya no est¨¢ en las memorias. Es el d¨ªa siguiente.
P. ?Y c¨®mo recuerda la guerra?
R. Incluso una criatura se daba cuenta de las cosas. Aunque Le¨®n no fue ciudad de combate, fue tomada desde el principio por los nacionales y se convirti¨® en uno de los centros de represi¨®n m¨¢s fuerte de Espa?a. Hab¨ªa un gran penal en el actual Hotel de San Marcos.
P. Usted viv¨ªa cerca.
R. S¨ª, entre las v¨ªas del ferrocarril y el penal, en el casi ¨²nico barrio obrero de Le¨®n. Desde all¨ª se o¨ªan los gritos de las mujeres cuando a las tres de la ma?ana iban a sacar a los hombres de casa. Estaba eso y estaban los problemas para sobrevivir, la pobreza.
P. Precisamente, usted ha adelantado que en el discurso de recepci¨®n del premio hablar¨¢ de la pobreza de Cervantes.
R. Algo habr¨¢ de eso, s¨ª. Si bien es casi un t¨®pico referirse a la pobreza de Cervantes en relaci¨®n con su vida, yo voy a intentar plantear la posibilidad de que esa pobreza se manifieste tambi¨¦n en su obra.
P. Usted siempre ha sostenido que la poes¨ªa no pertenece a la literatura...
R. La literatura est¨¢ en la ficci¨®n, que puede ser maravillosa, pero la poes¨ªa es una realidad en s¨ª misma. La poes¨ªa no es literatura. Contiene nuestros goces y nuestros sufrimientos, y esa relaci¨®n con la existencia le da un car¨¢cter que va m¨¢s all¨¢ de los g¨¦neros. Por eso tambi¨¦n hay poetas literatos y novelistas poetas.
P. ?Qu¨¦ ser¨ªa Cervantes?
R. Un poeta, sin duda. Su modernidad consiste en que incrusta la poes¨ªa en la narrativa. En poes¨ªa los g¨¦neros no significan demasiado, son divisiones acad¨¦micas. La obra de Cervantes no es literatura, es vida. De ah¨ª que yo intente reforzar la relaci¨®n que, en su caso, hay entre la vida y la obra, que no ser¨ªa ficci¨®n, sino una emanaci¨®n de la vida. Tambi¨¦n de la pobreza.
P. ?Y c¨®mo es hablar de la pobreza en un auditorio en el que estar¨¢n todos los poderosos de Espa?a, de los Reyes para abajo?
R. Intentando, intentando simplemente que de mi exposici¨®n se deduzca que existe algo que podr¨ªamos llamar la cultura de la pobreza, y que hay en ella algunos rasgos diferenciables de los que tiene la obra de escritores que parten de una situaci¨®n acomodada. No es lo mismo el poeta que se encuentra al nacer con una biblioteca familiar espl¨¦ndida que el que no tiene libros.
P. De hecho, usted aprendi¨® a leer en un libro de poemas escrito por su propio padre, el ¨²nico que hab¨ªa en su casa.
R. S¨ª, porque las escuelas estaban cerradas. Era 1936 y yo quer¨ªa aprender a leer. Dando la lata a mi madre y a quien pillase fui aprendiendo a distinguir los signos de una forma dificultosa y privilegiada al mismo tiempo, porque no es lo mismo aprender en esos catones de frases repetidas que hacerlo en una escritura que lleva consigo una carga musical.
P. Volviendo a los poderosos, ?qu¨¦ pens¨® cuando algunos dijeron que le hab¨ªan dado el Cervantes porque el presidente Zapatero es amigo suyo?
R. (Se r¨ªe) El padre del presidente del gobierno y yo somos amigos desde antes de que naciera el presidente. Esas opiniones no me dieron demasiado disgusto porque estoy seguro de que ese tipo de relaci¨®n o de causa no existe. El presidente tiene cosas mucho m¨¢s importantes y urgentes que hacer que ocuparse de eso. Aunque me tenga afecto. Con Zapatero no he hablado nunca de poes¨ªa, y no digamos de premios.
P. Toda su obra es de un pesimismo radical, pero su ¨²ltimo libro, Cecilia, dedicado a su nieta, es m¨¢s luminoso. ?Es una reconciliaci¨®n con la vida?
R. No hay cambio en lo que concierne al lenguaje po¨¦tico. Eso s¨ª, la aparici¨®n de Cecilia en un momento en el que, por edad, yo no esperaba grandes cosas fue una aparici¨®n muy importante. No tanto por cari?o o por ternurismo, aunque lo haya, sino por algo que es muy dif¨ªcil de comprender aunque yo lo diga cargado de sinceridad: me he sentido vivir en esa criatura. M¨¢s que consolador, ha resultado muy revitalizante.
P. ?Ya no piensa que siempre se escribe desde la perspectiva de la muerte?
R. S¨ª, pero mi disconformidad ante la muerte se ha cargado de conformidad. Hay otro ser que, en alguna medida, me parece que soy yo y que va a seguir viviendo.
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