Tomasa Cuevas, luchadora antifranquista
Tras salir de la c¨¢rcel, estudi¨® la represi¨®n pol¨ªtica contra las mujeres
Ayer, un 25 de abril, en el d¨ªa de aquella revoluci¨®n de los claveles, se ha ido Tomasa Cuevas. Naci¨® con la esperanza de la revoluci¨®n sovi¨¦tica de 1917 frustrada poco tiempo despu¨¦s. Una valiente, digna y sensible mujer, que como tantas otras lucharon con lo mejor de s¨ª mismas para la recuperaci¨®n de las libertades frente a la ominosa dictadura de Franco.
Se ha ido en el a?o de la memoria democr¨¢tica, a la que tanto contribuy¨® en su heroico trabajo de vida pol¨ªtica clandestina, de tortura y prisi¨®n y con su esencial libro Testimonios de mujeres en las c¨¢rceles franquistas. Una epopeya real, cr¨®nica de la miseria moral del r¨¦gimen del 18 de julio y de la soledad internacional de los opositores al franquismo.
Esta mujer alcarre?a naci¨® en Brihuega. Empez¨® a trabajar de ni?a en las condiciones propias de un pa¨ªs olig¨¢rquico; ingres¨® con 14 a?os en las Juventudes Comunistas. En la Guerra Civil defendi¨® lo que hab¨ªa que defender: la Segunda Rep¨²blica. Se incorpor¨® al PCE. Acabada la guerra, es encarcelada y condenada a 30 a?os de prisi¨®n. Desterrada a Barcelona, se une al PSUC. En 1945 vuelve a ser detenida y salvajemente torturada por los Polo, Creix y otras excrecencias del g¨¦nero humano en la l¨²gubre jefatura de Via Laietana de Barcelona de la inmediata posguerra. Despu¨¦s es trasladada a la prisi¨®n de Les Corts y pasar¨¢ tiempo en muchas otras de toda Espa?a, lleg¨¢ndose, no obstante, a fugar de la enfermer¨ªa de la c¨¢rcel de Santander. A partir de 1951 se exilia a Par¨ªs y Praga, volviendo a la clandestinidad en Barcelona a partir de 1969. En todo este periplo de vida dura y cruel, desarrolla un ingente trabajo en pro de la lucha pol¨ªtica por la recuperaci¨®n de la democracia. Y lo hace en una sociedad y en un partido -como todos- dominados por hombres, a trav¨¦s de labores de apoyo de todo tipo. De forma discreta, sacrificada y a la vez osada e inteligente, en condiciones de represi¨®n implacable.
Ya restaurada la democracia pero olvidada la memoria, Tomasa comenz¨® una laboriosa tarea de recorrer la Pen¨ªnsula con un magnet¨®fono, registrando los testimonios de mujeres que hab¨ªan pasado por las c¨¢rceles de Franco. Estas mujeres cuya memoria reivindic¨® Tomasa en su libro fueron un ejemplo de dignidad y fortaleza ante la humillaci¨®n colectiva de los a?os del c¨®lera. Una memoria de la libertad, de la libertad sufrida y trabajada por mujeres y hombres, de los que la sociedad actual es especialmente tributaria. Sin estos ciudadanos de Catalu?a y Espa?a, la libertad de la que hoy gozamos no ser¨ªa tal libertad. Reivindicar su memoria es un acto de justicia y de libertad, es una expresi¨®n de calidad democr¨¢tica en una sociedad como la nuestra, que de ello no anda sobrada. La memoria democr¨¢tica no es ninguna recreaci¨®n doctrinaria en manos de la Administraci¨®n. Es un deber c¨ªvico de los poderes p¨²blicos de preservarla y difundirla. Es un deber de virtud p¨²blica, de cultura republicana basada en la libertad de la persona y el aprecio intangible del bien colectivo.
Hace poco m¨¢s de un mes, Tomasa recibi¨® de manos del ministro de Trabajo la medalla al m¨¦rito. La vida de Tomasa fue una vida de trabajo, del trabajo noble y solidario, digno y valiente en tiempos donde serlo era un riesgo. El ejercicio del derecho al trabajo dignifica a la persona y es la base de la libertad de mujeres y hombres. Esta mujer y tantas otras conocidas y an¨®nimas, aunque el tiempo y el paisaje no les acompa?aban, lucharon por la libertad e igualdad desde el esfuerzo y la defensa de su autonom¨ªa personal. La medalla, como ella dijo, era tambi¨¦n la medalla para tantas otras mujeres. Y esto, que podr¨ªa parecer un argumento ret¨®rico en tiempos de correcci¨®n pol¨ªtica, en boca de Tomasa fue una expresi¨®n sincera. De la sinceridad fundamentada en una vida dif¨ªcil y especialmente dura.
Una sinceridad que era de la misma pasta cuando, en 2004, el presidente de la Generalitat le hizo entrega de la Cruz de Sant Jordi. Con la energ¨ªa y el desapego a las formas que siempre la han caracterizado, salt¨¢ndose el protocolo del acto y micr¨®fono en mano, reclam¨® a viva voz la memoria de la lucha por las libertades de tantas mujeres que como ella pasaron por el calvario de las prisiones de Franco. Unas prisiones, unos funcionarios, unos polic¨ªas, unas monjas alf¨¦rez, unos curas castrenses, unos m¨¦dicos psiquiatras dedicados al apartheid de los hijos de presas republicanas y, en fin, toda una escoria humana al servicio del Estado totalitario. Una realidad cuya revisi¨®n, protagonizada por algunos presuntos historiadores y suced¨¢neos, no puede ser entendida m¨¢s que como un insulto a la libertad y a la dignidad democr¨¢tica. Pero la libertad de expresi¨®n, por supuesto, tambi¨¦n est¨¢ para eso, esto es, para que el cuerpo social conozca a sus miserables.
Muchas mujeres y hombres en Catalu?a, Espa?a y el mundo han llevado la condici¨®n de comunista con la dignidad de su lucha por la libertad y la igualdad, es decir, por la democracia. El tiempo pasa y los referentes ¨¦ticos se van. Tomasa se ha ido. Con el recuerdo de su entereza y la sensibilidad de su mirada en el pisito de Bellvitge, en los geri¨¢tricos de Sant Joan de la Salle y del Centre Forum..., por la libertad, la fraternidad de los humanos y el fin de todas las opresiones, Tomasa, hasta siempre.
Marc Carrillo es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona..
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.