?Habr¨¢ alternancia?
El autor cree que el PP puede ganar el 27-M por la lealtad de sus votantes y que el PSPV puede beneficiarse del
Que es la pregunta que me hace Manolo Men¨¦ndez. La verdad es que, como ya escrib¨ª, no lo s¨¦. Ni lo sabe nadie. Eso lo dir¨¢n los electores el d¨ªa 27 o, en su caso, el 30 de mayo. Se puede hacer una especie de balance anotando en una hoja los factores que abonan la continuidad y en otra paralela los que abonan el cambio. Si no me equivoco m¨¢s de lo habitual las cosas ser¨ªan m¨¢s o menos as¨ª:
a)A favor de la continuidad opera en primer lugar el mero hecho de estar en el Gobierno, eso te asegura lo que los estudiosos suelen denominar el "voto deferente". Quienes dan aquiescencia al poder econ¨®mico y al pol¨ªtico van a votar desproporcionadamente Partido Popular. En el caso de ¨¦ste la deferencia pol¨ªtica viene reforzada por la deferencia social: el partido en el gobierno es el partido que mejor expresa los intereses del "establecimiento". En segundo lugar abona la continuidad la solidez del bloque social que respalda al PP, entre nosotros al menos desde 1993, ciertamente ese bloque es menos coherente y cohesionado que entonces, pero es claro que aun quienes desde posiciones de dominio social no se hallan precisamente felices con la gesti¨®n conservadora se encuentran con la desagradable tesitura de carecer de alternativa en el mercado. El bloque que forman empresariado, la mayor parte de la alta clase media, la peque?a burgues¨ªa tradicional, los propietarios agrarios y una parte de los trabajadores no sindicados es hoy menos coherente y tiene m¨¢s fisuras que en el pasado, pero aguantar aguanta bastante bien. Si algunos se van de ah¨ª ir¨¢n a la abstenci¨®n, no a la competencia. En tercer lugar la lealtad electoral: el PP tiene un electorado que es fiel en mayor grado que el de la competencia y m¨¢s inclinado a participar en las elecciones, aun cuando sean de segundo orden, una de las claves de la ventaja que los conservadores tienen sobre el PSPV en la l¨ªnea de salida es precisamente esa. A efectos pr¨¢cticos eso viene a significar que en la l¨ªnea de partida el PP est¨¢ un pu?ado de puntos adelantado cuando los socialistas comienzan la carrera. Cohesi¨®n social y lealtad pol¨ªtica se refuerzan por el apoyo de los medios: el PP gana en presencia medi¨¢tica por goleada, con la excepci¨®n de algunas publicaciones y emisoras locales y la del grupo que edita este medio el PP tiene los dem¨¢s medios a su disposici¨®n. La hegemon¨ªa medi¨¢tica permite entender por qu¨¦ es tan mala la imagen del gobierno central entre nosotros, errores aparte. Finalmente habr¨ªa que contar con que el modelo econ¨®mico postulado por los conservadores asegura importantes rendimientos a corto plazo para todos aquellos con intereses en el suelo, que no son precisamente pocos. Ya lo advirti¨® tiempo ha Garc¨ªa Reche: en el pa¨ªs hay mucha gente dispuesta al ?Viva el PAI!
b) A favor de la alternancia. Aqu¨ª las cosas son m¨¢s complejas, pero es innegable que expectativas de cambio hay, y s¨ªntomas de la viabilidad del mismo tambi¨¦n. El primero de los factores de cambio es la fatiga con el PP: cuando se llevan tres legislaturas seguidas gobernando, y de ellas dos con mayor¨ªa absoluta es muy dif¨ªcil no haber quemado las caras y a¨²n m¨¢s dif¨ªcil no haber consumido las ideas. La gesti¨®n continuada desgasta y hay que anotar que frente a ese desgaste el PP no ha sabido articular nada m¨¢s imaginativo que un "m¨¢s de lo mismo". Es significativo que un movimiento social cr¨ªtico haya venido a elegir como eslogan el ja en tenim prou!, ese agotamiento permite explicar la quiebra de la funci¨®n program¨¢tica: poco hay en la oferta del PP que no haya figurado ya en ofertas anteriores cuando, al menos en parte por la propia gesti¨®n conservadora, y la sociedad ya no es la misma que en 1995. Conservar la hegemon¨ªa sin fortaleza program¨¢tica no es ciertamente f¨¢cil: dependes de lo malos y torpes que sean los dem¨¢s. A rengl¨®n seguido hay que anotar el fracaso productivo. El modelo econ¨®mico escogido por los conservadores deja en posici¨®n subordinada, o simplemente no tiene espacio significativo, ni para soluciones a la crisis de la industria tradicional, ni permite articular una pol¨ªtica industrial coherente, ni est¨¢ pensada para favorecer el desarrollo de una econom¨ªa del conocimiento, ni siquiera contiene un futuro tur¨ªstico sostenible. Eso es lo que explica las fisuras de que se ha hecho menci¨®n. Y sobre ello act¨²an dos errores pol¨ªticos: el primero de ellos es la disparatada pol¨ªtica de la direcci¨®n nacional del PP en la cuesti¨®n territorial y la pol¨ªtica antiterrorista: la estrategia de la crispaci¨®n tiene hartos a segmentos del electorado hasta ahora proclives al PP, de orientaci¨®n centrista, o simplemente de actitud moderada, ese disgusto augura abstenci¨®n de una parte de electorado tradicional; el otro error pol¨ªtico es el ind¨ªgena: la guerra fratricida en el seno del PP valenciano, al que se puede aplicar el viejo chiste: "Para Partido partido el Partido".
Como la ausencia de socios obliga al PP a una estrategia romana (aut Caesar, aut nihil) que exige la mayor¨ªa absoluta y esta es esta vez m¨¢s dif¨ªcil de alcanzar que hasta ahora sencillamente por una cuesti¨®n de tama?o, la renovaci¨®n de la mayor¨ªa absoluta por el PP est¨¢ mal, no es imposible, pero dista de ser segura. Por eso hay que sacar augures a predicar el fervor¨ªn.
Por lo dem¨¢s hay dos detalles que hacen pensar en que la alternancia est¨¢, como los b¨¢rbaros, ad portas: de un lado la imposibilidad de reconducir los conflictos locales que acaban por producir listas conservadoras disidentes, porque los mecanismos de integraci¨®n usuales (el "turr¨®n" de Rico y Amat) no funcionan bien, o no lo hacen en absoluto; del otro la proliferaci¨®n de cargos institucionales en las listas auton¨®micas, que incluyen altos funcionarios, cuya presencia acredita que continuar es algo que no est¨¢ claro para al menos una parte de la ¨¦lite del PP. Y a no olvidar que el mayor interesado en que el PP actual pierda las auton¨®micas no se llama Joan precisamente. ?Entrar¨¢n los b¨¢rbaros en Roma? La respuesta a fin de mes, claro que algunos, entre los que me cuento, esperamos que no se nos agrie la hidromiel, ser¨¢ porque mis ojos dicen que alg¨²n godo habr¨¢ entre mis antepasados. Laus Deo.
Manuel Mart¨ªnez Sospedra es profesor de Derecho de la Universidad Cardenal Herrera-CEU.
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