Animada geograf¨ªa

Aunque la actualidad lo contradiga, las relaciones de un artista con el mundo deben parecerse a un toma y daca; esto es: a aprovechar todo lo que haya disponible en el presente para dar mejor cuenta de s¨ª mismo. Si hay un caso que nos pueda servir de positivo ejemplo de lo anterior es el de Perejaume (Sant Pol de Mar, 1957), que emergi¨®, all¨¢ por la d¨¦cada de 1980, como un artista particularmente interesado por una interpretaci¨®n rom¨¢ntica del paisaje, con todo lo que ¨¦sta en su versi¨®n germ¨¢nica tiene de cosmovisi¨®n, y sigue en ello.

Esta gen¨¦rica obsesi¨®n, que marc¨® el origen del arte de nuestra ¨¦poca y que es de suyo inagotable, ha sido abordada por Perejaume desde todas las perspectivas t¨¦cnicas y conceptuales hoy posibles, como pueden ser la pintura, la fotograf¨ªa, el v¨ªdeo, las instalaciones, etc¨¦tera, pero sigue nutriendo su trayectoria, como ahora mismo se pone de manifiesto en la presente muestra madrile?a, donde despliega al m¨¢ximo todo el espectro de medios y soportes en un formidable ejercicio de, como se estila decir, "hibridaci¨®n".

La tesis subyacente para esta poli¨¦drica exhibici¨®n de facultades es que la naturaleza danza con un ritmo semejante, sea cual sea su manifestaci¨®n, atmosf¨¦rica, geol¨®gica o biol¨®gica. Hay, s¨ª, entre estos diferentes niveles de expresi¨®n natural, una distinta animaci¨®n, que, a la postre, no es sino la manifestaci¨®n de un rasero temporal, que, siendo el mismo, inscribe, sin embargo, huellas espec¨ªficas. En este sentido, las faldas de una monta?a no difieren formalmente mucho de los pliegues de la falda de un danzante suf¨ª, que traigo aqu¨ª a colaci¨®n por el car¨¢cter girov¨¢gico de su movimiento.

Para mejor revelarnos este

ritmo esencial que organiza las formas y la formaci¨®n de nuestro planeta, Perejaume ha dividido en tres dimensiones el recorrido de su exposici¨®n, la orogr¨¢fica, la hidrogr¨¢fica y la e¨®lica, reserv¨¢ndose un par de met¨¢foras antropoc¨¦ntricas para anudar con sentido dram¨¢tico este destino c¨®smico com¨²n. A partir de esta pauta, todo el conjunto est¨¢ animado por una muy escenogr¨¢fica trepidaci¨®n moderna, desde la primera parte est¨¢tica y silenciosa hasta la segunda, m¨¢s cin¨¦tica y fulgurante, y, por fin, la tercera, que consiste en la resonancia tonante de un papel agitado por una corriente, siguiendo ir¨®nicamente el modelo sonoro de las tormentas de teatro; mas toda esta parafernalia muy bien pautada, y en la que se entremezclan los materiales y las tecnolog¨ªas m¨¢s diversas, est¨¢ al servicio finalmente de dos problemas de representaci¨®n art¨ªstica cl¨¢sica: el de la figura, cuya emanaci¨®n energ¨¦tica se centr¨® en la sofisticada t¨¦cnica del "ropaje" o la daprerie, y el del fondo, que, natural o artificial, exterior o interior, era asimismo dar cuenta de la agitaci¨®n de cortinas o, en efecto, monta?as. Lograr aunar y anudar todas estas dimensiones, sin que todo el conjunto pierda el ritmo de una performance, y sin que estos juegos cartogr¨¢ficos verdaderamente malabares disipen la enjundia simb¨®lica que los articula, es, a mi juicio, una haza?a, la haza?a de un artista que evoluciona en ese sutil intersticio del dar y el recibir, la causa de su distinci¨®n.