Un sue?o presentido
LA POL?TICA de creaciones del Teatro Real ha dado frutos como Divinas Palabras, de Ant¨®n Garc¨ªa Abril; Don Quijote, de Crist¨®bal Halffter; La se?orita Cristina, de Luis de Pablo, o Dulcinea, de Mauricio Sotelo. Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢nchez-Verd¨² ampl¨ªa la n¨®mina, no demasiado amplia, de estrenos del coliseo l¨ªrico madrile?o con El viaje a Simorgh, de S¨¢nchez-Verd¨².
Los dos personajes principales de la obra, La amada y El amado, se buscan el uno al otro durante toda la obra y s¨®lo se encuentran en la pen¨²ltima escena, titulada La rosa y el ruise?or, que es un intenso d¨²o de amor de m¨¢s de quince minutos de duraci¨®n. "La uni¨®n m¨ªstica y er¨®tica final produce la gran revelaci¨®n, el cl¨ªmax final, la luz y el espejo, la alegor¨ªa de unos viajeros -simorgh significa 30 p¨¢jaros en persa- que al final del viaje se descubren a s¨ª mismos en un espejo, porque la ¨®pera es un viaje interior hacia nosotros mismos, en plena comuni¨®n con el sufismo", comenta Frederic Amat.
La complicidad reina entre todos los responsables de un viaje colectivo en cuyo camino conviven la poes¨ªa de San Juan de la Cruz con las voces de grandes poetas de las tradiciones persa y ¨¢rabe. Juan Goytisolo, verdadero motor de arranque de este fascinante viaje entre Oriente y Occidente, present¨ªa que el ¨²nico destino posible de Las virtudes del p¨¢jaro solitario era ser una ¨®pera. Todo est¨¢ a punto en el Teatro Real para que al final se haga realidad ese sue?o presentido. Arriba el tel¨®n, pues, para El viaje a Simorgh.
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