Un pol¨ªgrafo humorista
Recuerdo, en mi tosca juventud, c¨®mo suplant¨¢bamos los adjetivos literarios, hablando del "poeta" Garc¨ªa (Lorca), el "episodista" P¨¦rez (Gald¨®s) o del "pol¨ªgrafo" Men¨¦ndez (Pelayo), y de esta tosquedad me quedo con la ¨²ltima, pues creo que es la que mejor cuadra a la actividad literaria en su conjunto de Raymond Queneau (Le Havre, 1903-Par¨ªs, 1976) sin duda el m¨¢s universal pol¨ªgrafo de todos los escritores del pasado siglo XX.
Surrealista y cient¨ªfico desde su juventud, poeta vanguardista, narrador incansable, humorista, dramaturgo, pintor, traductor -dominaba 18 idiomas-, jugador, humorista y gran editor, trabaj¨® durante casi toda su vida en la editorial Gallimard, donde colabor¨® en la creaci¨®n de la Enciclopedia de la Pl¨¦iade (serie todav¨ªa en curso), y derram¨® a lo largo de una gran obra -unos cuarenta libros- un verdadero derroche de humor y sabidur¨ªa, aliando el surrealismo con toda suerte de combinaciones y aparentes disparates que siempre quer¨ªan ir "m¨¢s all¨¢" de donde se (le) supon¨ªa. Su obra ya est¨¢ en la Biblioteca de la Pl¨¦iade en tres vol¨²menes, el primero dedicado a su poes¨ªa completa, la seria y la humor¨ªstica (hasta una novela en verso) y la combinatoria, como la admirable Cien mil millones de poemas, y los dos siguientes a las quince novelas que public¨® en vida, si contamos como una sola Las obras completas de Sally Mara (que son dos), una doble parodia de novela irlandesa, ya publicada en esta misma editorial.
LAS FLORES AZULES
Raymond Queneau
Traducci¨®n de Manuel Serrat Crespo
Seix Barral. Barcelona, 2007
256 p¨¢ginas. 18 euros
De ellas, Las flores azules es
la pen¨²ltima, s¨®lo seguida por la final, El vuelo (o el robo o el secuestro o la desaparici¨®n) ('Le vol') de ?caro, que es una de sus obras maestras, perfectamente comparable con la que le dio m¨¢s fama, Zazie en el metro, cuya traducci¨®n fue pronto c¨¦lebre, de la mano en Alfaguara de Fernando S¨¢nchez Drag¨®. Y tambi¨¦n habr¨¢ que decir que fue uno de los animadores del Colegio de Pataf¨ªsica (herencia de Alfred Jarry) y del Oulipo (Taller de Literatura Potencial), uno de los centros m¨¢s importantes de la experimentaci¨®n literaria de nuestro tiempo, en el que trabajaron escritores como Georges Perec o Jacques Roubaud en la actualidad. Tambi¨¦n fue elegido miembro de la Academia Goncourt.
Las flores azules es una de sus mejores novelas, aunque todas lo son, pero hay que leerla con mucho cuidado, ya que son precisas todas las precauciones, pues no se trata de la novela que estamos leyendo, sino de otras muchas m¨¢s: una parodia de novela hist¨®rica, una historia de amor y una reflexi¨®n sobre el lenguaje, en suma, o una meditaci¨®n sobre la historia universal, elaborada sobre dos sue?os que se superponen, seg¨²n la cita de Plat¨®n que la preside: ?se trata pues del sue?o contempor¨¢neo de Cidrolin, que sue?a ser en el pasado un personaje hist¨®rico, el duque de Auge, o por el contrario es el duque de Auge quien sue?a con un personaje llamado Cidrolin, quien duerme la siesta en la ¨¦poca actual, dormido en su barcaza varada en el Sena? Hay flores azules al principio del primer sue?o, que sobrevivir¨¢n al final del segundo, indicando que tras los sucesivos recorridos hist¨®ricos la historia sobrevive al final a todas sus ¨¦pocas -cinco si mal no recuerdo, desde la Edad Media hasta la actualidad- y todos sus des¨®rdenes.
As¨ª pues, la cr¨ªtica se mostr¨® muy ben¨¦vola con la novela, clasific¨¢ndola de teos¨®fica o de tao¨ªsta (Etiemble, que no perdi¨® ocasi¨®n de arrimar el ascua a su sardina), y en este sentido basta con leer las primeras p¨¢ginas de esta novela para, a trav¨¦s de todos sus chistes internos, retru¨¦canos, anacronismos y juegos de palabras, darse la oportunidad de ver que por detr¨¢s del relato literal estamos leyendo otro muy distinto u otros muchos m¨¢s. Las dificultades que ha tenido que resolver el traductor, Manuel Serrat Crespo, han sido incontables, pero hay que reconocer que las ha salvado bastante bien, y vemos que la fecha indicada para la traducci¨®n (1991) ha sido considerablemente lejana, pero nos ha llegado por fin, lo cual es de agradecer. De todas formas, su lectura es la de un surrealista siempre, que no dej¨® de serlo nunca, la de un pol¨ªgrafo, cient¨ªfico y poeta, narrador, matem¨¢tico enamorado de toda suerte de locos literarios, de todos los experimentos en busca del m¨¢s all¨¢, no muy representado en la edici¨®n espa?ola, pero que mantiene siempre la esperanza en Las flores azules de una literatura que siempre renace a trav¨¦s de la historia despedazada de entre todas sus ruinas. Una literatura siempre necesaria.
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