Mayores sin reparos
De mayor, de m¨¢s mayor, me gustar¨ªa ser como ese abuelo de la pel¨ªcula Peque?a miss sunshine; poder beber, fumar y decir lo que pienso. O como esa abuela contestataria, libertaria y contradictoria de la novela de Kiko Amat, Cosas que hacen boom. Tampoco est¨¢ mal entre esos mayores con reparos Jos¨¦ Antonio Labordeta. Dice muy bien los tacos, sin dejar de escribir tan buenas novelas como la rescatada En el remolino. El otro d¨ªa hizo una propuesta para que fuera de Catalu?a, principalmente en Arag¨®n, en Teruel, y en el d¨ªa de San Jorge, el D¨ªa del Libro, en vez de regalar libro y rosa, se debiera regalar libro y cardo. Fue profesor all¨ª, recuerda a sus alumnos, sabr¨¢ por qu¨¦ lo dice. El "abuelo", como le llaman a Labordeta esos j¨®venes m¨¢s cantarines que airados de las letras aragonesas -y a pesar de los deseos del maestro Mainer-, sigue diciendo cosas muy libres y rotundas. Por ejemplo, el otro d¨ªa me cont¨® un m¨¦todo infalible para reconocer a un aragon¨¦s en cualquier parte del mundo. Tienes que acercarte a un cajero, a uno en donde alguien se disponga a sacar dinero: si se tapa mucho, si esconde la operaci¨®n que est¨¢ realizando, ?no falla!, es un aragon¨¦s. Tambi¨¦n Labordeta es uno de esos mayores sin reparos que uno va tomando como modelo de futuro.
Por seguir con los mayores sin reparos, un modelo de pocos reparos, de muchas inteligentes malignidades, de certeras iron¨ªas y de poco partidario de las religiones, Ricardo Mu?oz Suay. ?l tambi¨¦n pensaba, como Cioran, como Savater -que sigue sin perder la fe en el ate¨ªsmo-, que "todas las religiones son cruzadas contra el humor". Y eso no. La vida sin sentido del humor no se pod¨ªa entender a su lado. Mu?oz Suay, que se hab¨ªa pasado media vida de beato, de seguidor fiel de aquella fe sin fisuras de los tiempos estalinistas Partido Comunista, no estaba dispuesto en su edad muy madura a seguir aliment¨¢ndose en salsas dogm¨¢ticas. La historia de este hombre demasiado oculto de nuestra cultura, de nuestro cine, de nuestra progres¨ªa, al fin tiene techo de cristal en la minuciosa biograf¨ªa de Esteve Riambau, el ¨²ltimo premio Comillas de biograf¨ªa. En compa?¨ªa del autor; de la mujer de Mu?oz Suay, la incombustible Nieves Arrazola; de las hijas de Ricardo, e invitados por el eterno -?y que dure!- director de la Filmoteca Espa?ola, Chema Prado, el m¨¢s cosmopolita de nuestros hombres de cine, nos fuimos a cenar a un lugar de Madrid donde las verduras son insuperables, donde conseguir mesa es democr¨¢tico y donde los productos navarros hacen patria. Nieves Arrazola, que entre otros muchos m¨¦ritos, sabidur¨ªas e inteligencias, es toda una experta en alcachofas. Las de Azagra consiguieron nota. Y no es el juicio de alguien cualquiera, no. Nieves se hizo famosa tambi¨¦n por sus comidas, por su cocina popular en una casa del Madrid burgu¨¦s por donde desfil¨® -sobre todo para comer su m¨ªtica paella de alcachofas- gran parte del antifranquismo del exilio y del interior. All¨ª, en la casa de Nieves, se empez¨® a llamar "Pajarito" a Jorge Sempr¨²n, gran aficionado a las paellas y las croquetas. Por aquella casa, por aquellos arroces, desfilaron Berlanga, S¨¢nchez Montero, Luis Bu?uel, Bardem, Paco Rabal, los Domingu¨ªn, Saura, todos amigos o compa?eros de Mu?oz Suay, pero sobre todo llamados por las artes culinarias y discutidoras de Arrazola. La ¨²nica de las mujeres de entonces que aquel "machista / surrealista" de Bu?uel permit¨ªa estar en las reuniones de hombres. Bu?uel admiraba su inteligencia, pero tambi¨¦n su mano para la cocina. Le recordaba a su mujer, la francesa, Jeanne Rucar, que tuvo que aprender a cocinar a la espa?ola para su marido y todo el grupo de exiliados en M¨¦xico. Cuando Jeanne public¨® sus memorias, las llam¨® Memorias de una mujer sin piano, aunque el primer t¨ªtulo fue Memorias de la cocinera de Bu?uel. No le parece mal t¨ªtulo para las suyas a la mujer de Mu?oz Suay. Ojal¨¢ encuentre tiempo y ganas para escribirlas. Una fascinante mujer de varias vidas que sigue siendo una de nuestras preferidas mayores sin reparos.
?Se enfadar¨¢ Luis Gordillo si le sumo a mi galer¨ªa de mayores sin reparos? S¨®lo tiene 73 a?os. Aunque aparenta muchos menos. Y sobre todo est¨¢ ante la vida, ante la pintura, con la libertad expresiva de un joven. De un joven de los rompedores. No todos los j¨®venes son as¨ª, tambi¨¦n conocemos a los j¨®venes setas, los j¨®venes viejos. J¨®venes que parecen antecedentes de maduros poco interesantes, proyectos para devenir en "maduros poco interesantes". Algo as¨ª como ese toque entre gracioso / estudioso / soso. Es decir, algo del estilo Acebes. ?Se imaginan c¨®mo pueden envejecer? Nada que ver con Gordillo, sevillano y madrile?o, como Vel¨¢zquez, capaz de reinventarse el pop, de seguir siendo moderno sin tener que pedir perd¨®n por los a?os. Otro modelo ejemplar de dif¨ªcil imitaci¨®n en esta improvisada galer¨ªa de mayores sin reparos. Nos hacemos mayores, necesitamos modelos.
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