El infierno
En el verano de 1999 el papa Wojtyla afirm¨® solemnemente que el infierno no era un lugar, sino una situaci¨®n. Pod¨ªa tratarse de un malestar metaf¨ªsico, como un ardor de est¨®mago referido al esp¨ªritu, que les suced¨ªa a los pecadores en este mundo sin esperar una condena eterna en el m¨¢s all¨¢. Si no exist¨ªa el infierno tampoco habr¨ªa demonios. El papa a?adi¨® que el cielo no estaba en las nubes, de modo que por pura l¨®gica quedaron tambi¨¦n sin oficio los ¨¢ngeles y a continuaci¨®n cayeron por su propio peso el limbo de los inocentes y el purgatorio de las ¨¢nimas. La inocencia y la maldad tendr¨ªan el premio y el castigo en la tierra ; la eternidad quedaba definitivamente despejada a merced de los mejores sue?os. Despu¨¦s de la muerte uno subir¨ªa tranquilamente a la barca de Caronte y se dar¨ªa un paseo agradable por una gruta marina de estalactitas como en las cuevas del Drac y, al apearse, se disolver¨ªa en el reino infinito de la mineralog¨ªa. A quienes llevamos el complejo de culpa pegado a la nuca se nos quit¨® un peso de encima y nos refugiamos de nuevo en los conceptos antiguos. La palabra averno significa sin p¨¢jaros. Los griegos y romanos cre¨ªan que el infierno era un cr¨¢ter ubicado en la Campania que emanaba gases t¨®xicos. Ning¨²n ave pod¨ªa atravesar ese espacio. Los jud¨ªos situaban el infierno en el valle de Hinnom, donde se quemaba la basura de Jerusalem. Se halla muy cerca del valle de Josafat, la sede del Juicio Final. En Hinnom est¨¢n hoy los mejores restaurantes y discotecas de la ciudad. En ese barrio los pisos se venden a precios s¨®lo al alcance de los grandes pecadores que han hecho negocios redondos. Pero la alegr¨ªa ha durado muy poco, porque el viejo infierno cat¨®lico ha vuelto a entrar en erupci¨®n. Como un volc¨¢n que hab¨ªa permanecido siete a?os apagado, de pronto, el 13 de marzo de este a?o comenz¨® de nuevo a soltar fuego y lava incandescente por el cr¨¢ter situado en el centro del Vaticano. El infierno existe y es eterno- ha dicho Benedicto XVI. Y por si era poco, el papa ha a?adido que su vi?a se halla devastada por jabal¨ªes. Se acab¨® la fiesta. Cuando s¨®lo se es un espermatozoide hay que entablar una lucha ag¨®nica contra millones de competidores para alcanzar el ¨®vulo. No hay haza?a m¨¢s dura. Ese h¨¦roe saca la cabeza a este mundo y tiene que soportar muchas penalidades para salir adelante con la existencia. Y ahora viene Ratzinger, el te¨®logo rompeguitarras y le dice a ese espermatozoide que encima puede ser condenado al fuego eterno. Por favor, un poco de piedad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.