Los lun¨¢ticos de Sisa
El cantautor ha protagonizado dos recitales en los que ha revivido la g¨¦nesis de su m¨ªtico disco 'Qualsevol nit pot sortir el sol'
Jaume Sisa estuvo este fin de semana en can pistoles, el cine Capitol de la Rambla de Barcelona donde sol¨ªan proyectarse pel¨ªculas del oeste, para explicar en un recital, acompa?ado nada m¨¢s que por su guitarra, c¨®mo hab¨ªan nacido las canciones de Qualsevol nit pot sortir el sol, su m¨ªtico ¨¢lbum aparecido en 1975. "Explicar" en el caso de Sisa es evocar la "educaci¨®n de nuestra sentimentalidad", seg¨²n escrib¨ªa el maestro MVM en este diario en 2001, al cumplirse los 25 a?os de la inesperada salida del sol por detr¨¢s del Palau Nacional de Montju?c, sin duda la car¨¢tula de disco lanzada por la ef¨ªmera industria catalana que ha dejado una huella m¨¢s profunda en la ciudad.
Jaume Sisa comenz¨® por donde hab¨ªa que comenzar: por un ni?o en pantalones cortos y jersey de piqu¨¦ al que su madre llevaba a pasear las tardes de verano desde el vecino barrio del Poblesec a los jardines de la Font del Gat. A sus fieles de hace tantos a?os nos tom¨® a partir de ah¨ª de la mano como si nada hubiera habido de por medio en todo este tiempo y nos cal¨® en ese barrio de cantautores -Serrat tambi¨¦n naci¨® all¨ª-, en uno de cuyos balcones se apostaba el chaval apodado el abuelillo, tras una bater¨ªa que aporreaba como un poseso para tapar la bronca familiar que ten¨ªa lugar en el piso, al modo del neorrealismo italiano pero sin Alberto Sordi. Las ¨²nicas ventanas abiertas al mundo, a las novedades llegadas de fuera, eran los escaparates, como el de la tintorer¨ªa de la exuberante Mari, prosegu¨ªa Sisa, cada vez m¨¢s metido en su papel amarcordiano de recuerdos de la infancia. Fue de este modo como sus canciones se poblaron de maniqu¨ªes ("Maniqu¨ª, t'estimo tant!". "Maniqu¨ª, ?te quiero tanto!") que invitaban a descubrir horizontes desconocidos.
Es un tipo venido al mundo "a pasar el verano, aunque ya nos dan finales de agosto"
Y aquel chico, ya con pantalones largos, cruz¨® un d¨ªa la Rambla y se hall¨® metido de golpe en la contracultura de la d¨¦cada de los 70, con la sala Zeleste como base de operaciones y compa?eros de viaje tan variopintos como Javier Mariscal, Oca?a o Nazario. La cultura hippy -siempre ha tenido Sisa un referente en Bob Dylan-, la experimentaci¨®n lis¨¦rgica, cierto espiritualismo zen dado al pachuli y al incienso, todo eso el cantautor lo resumi¨® en la bella par¨¢bola del Set¨¨ cel, el s¨¦ptimo cielo "engendrado en tu cabeza". Sisa explic¨® que a partir de esa canci¨®n arrancaba su componente gal¨¢ctico, que subir¨ªa al titular en su disco siguiente (La galeta gal¨¤ctica, 1976), mucho antes de su conversi¨®n madrile?a en Ricardo Solfa y por supuesto cuando el Real Madrid ni so?aba con robarle el adjetivo.
Todo este relato constituy¨® un suave ascenso hasta el cl¨ªmax de la velada que, como no pod¨ªa ser de otro modo, lleg¨® cuando Sisa enton¨® Qualsevol nit pot sortir el sol, la canci¨®n que dio t¨ªtulo al ¨¢lbum y gran popularidad a su creador, hasta el punto de que se ha convertido en hit de muchas fiestas infantiles catalanas, del mismo modo que el lobito bueno de Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo ha bautizado a tantas guarder¨ªas (y al poeta eso le hac¨ªa feliz).
La canci¨®n describe una gran fiesta por la que desfilan todos los personajes de los c¨®mics y los cuentos (aunque no los garridis de Mariscal). Todos son bienvenidos en esa casa abierta donde las tristezas se convierten en humo, y los cincuentones coreamos sin embozo el estribillo de nuestra juventud. Pero Sisa no estaba por la nostalgia. ?l es el de siempre, un tipo que procura haber venido a este mundo "a pasar el verano, aunque ya nos va dando finales de agosto", que canta sus cosas sin molestar a nadie y que, de paso, perpet¨²a esa l¨ªnea surrealista de la rauxa catalana que arranca del fil¨®sofo modernista Francesc Pujols, pasa por Salvador Dal¨ª, se perpet¨²a en autores como Pere Calders o Joan Brossa y llega intacta hasta ¨¦l. Tan intacta y tan surrealista como para haberle llevado a reencarnarse sin ning¨²n ¨¦xito en el cantante de boleros madrile?o Ricardo Solfa, desde mediados los a?os 80 hasta ya entrado el siglo. "El exilio, tan involuntario como voluntario, ha terminado y Sisa ha vuelto a casa con los ojos m¨¢s difusos y los cabellos m¨¢s blancos", escribi¨® MVM. "Hay quien se lo ha tomado como algo parecido a una posible recuperaci¨®n de Figo. Yo creo que la luna de Madrid es casi la misma que la de Barcelona y que la luna de Sisa en 1975 desprotege los mismos cielos que en 2001, y bajo esta evidencia el cantautor debe seguir utilizando su talento para hacer compa?¨ªa a otros lun¨¢ticos. Entre los que me cuento". Y seguimos cont¨¢ndonos muchos en 2007, aunque Manolo V¨¢zquez Montalb¨¢n, ay, ya no est¨¦ aqu¨ª para escribirlo.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.