El linaje del 'cossi'
La sombra del ag¨¹elo Pantorrilles sobrevuela los proleg¨®menos de la campa?a electoral. Parece mentira, pero as¨ª es. El tufo mohoso del caciquismo inunda el ambiente de la democracia como perfumaba el del Antiguo R¨¦gimen en los tiempos decimon¨®nicos de Victorino Fabra Gil, cabeza visible del partido del cossi, o lo que es lo mismo, del "instrumento caciquil por excelencia durante la Restauraci¨®n" en Castell¨®n, en expresiva descripci¨®n de Manuel Mart¨ª, uno de sus principales estudiosos. Emulando a sus antepasados, el Fabra de turno en la Diputaci¨®n, Carlos, se mueve en un territorio en el que ciertas maniobras an¨®nimas para "arreglar" resultados mediante altas masivas de votantes fantasmas en peque?os pueblos clave se convierten en m¨¢s que conjeturas.
A estas alturas, el caso Fabra, con su trasfondo de tr¨¢fico de influencias y de descarado caciquismo provincial, no puede ser considerado sin m¨¢s una anomal¨ªa menor, ni el quejido fugaz de un linaje que se resiste a hacer mutis, sino todo un s¨ªntoma de fondo: la expresi¨®n de una deriva general que afecta a aquella derecha que irrumpi¨® a mediados de los a?os noventa con expectativas de modernizaci¨®n y ha acabado sucumbiendo a la vieja concupiscencia del poder.
El tono beligerante y la desinhibici¨®n en el uso de una posici¨®n dominante en las instituciones, que tan briosamente exhiben las tropas de Francisco Camps, no son consecuencia de una estrategia de mercadotecnia electoral; proceden de una antigua mentalidad. Son el resultado de una genealog¨ªa que acumula muchos lustros de preponderancia pol¨ªtica y social. Y que impregna con facilidad a las fuerzas vivas.
S¨®lo as¨ª, en la consideraci¨®n casi subconsciente de que la pol¨ªtica es cosa de los que est¨¢n destinados a mandar, puede entenderse que la Junta Electoral proh¨ªba a los ciudadanos decir la suya de cara a la campa?a electoral en dependencias de uso p¨²blico pertenecientes a cualquier administraci¨®n. Seg¨²n la l¨®gica de la resoluci¨®n a prop¨®sito de la pel¨ªcula ?Ja en tenim prou!, un panfleto audiovisual perfectamente leg¨ªtimo que no esconde su objetivo con subterfugios de supuesta "informaci¨®n" o de balance de "gesti¨®n", s¨®lo los partidos (aunque se trate de algunos como ese del cannabis, que aparece y desaparece misteriosamente a la llamada de las urnas) tienen derecho a expresar su opci¨®n en el sal¨®n de actos de la facultad o el centro cultural municipal. Esa visi¨®n encogida del espacio p¨²blico arraiga en una concepci¨®n "org¨¢nica" del debate democr¨¢tico y en el miedo a la libertad.
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