De marcha en la Zona Herm¨¦tica
Chicos y chicas en ba?ador, ellos en shorts, y ellas en min¨²sculos y ce?idos biquinis, con cuerpos espectaculares, cuelgan de la fachada. Un joven se?ala una de las vistosas fotograf¨ªas de tama?o gigante y con la rotundidad de un experto asegura que aquellos senos "no son de verdad, demasiado grandes y erectos, son operados". Frente al Bora Bora, la discoteca playera de la Zona Herm¨¦tica de Sabadell, hay cola. La mayor¨ªa de los que esperan el visto bueno de los porteros de espaldas descomunales, polo rojo y cara solemne, no supera los 21 a?os. Una vez dentro, uno descubre que los de las fotograf¨ªas son de carne y hueso y est¨¢n detr¨¢s de la barra. Camareros y camareras embutidos en ba?adores hawaianos, muy bronceados e untados con aceites corporales. Hacen falta muchas horas de gimnasio para lograr que todo se marque tanto. Los camareros del Bora Bora no se limitan a servir copas. Cada poco se suben a la barra y empiezan a mover contundentemente caderas y brazos. Incluso tienen una coreograf¨ªa. Los chicos, entre golpe y golpe de cintura, lanzan al p¨²blico peque?os pedazos de papel. Que nadie se emocione, no hay tel¨¦fonos garabateados, las hojas est¨¢n en blanco. Algunas chicas se atreven a lanzarse colgadas de una cuerda, un poco al estilo de Tarz¨¢n, pero m¨¢s sexy. El movimiento de la cuerda es el de un p¨¦ndulo, y las chicas se desplazan de un lado al otro de la barra con la ayuda de alg¨²n que otro empujoncito. M¨¢s de uno se queda embobado.
Entre los concurrentes, hay muchos que lamen piruletas rojas en forma de coraz¨®n. Sandra asegura que no falla ni un fin de semana, "aqu¨ª me divierto y conozco a todo el mundo", asegura. Algunos se afanan en conseguir un meneo sensual al ritmo de la letra "mueve tu culoooooooo". La mayor¨ªa hace lo que puede, eso s¨ª, el radar est¨¢ alerta. Aqu¨ª se viene a conocer gente. En los rincones lo que triunfa es el regget¨®n. La comunicaci¨®n verbal es dif¨ªcil con tantos decibelios. Y a cada pocos pasos hay vigilancia. Chicos muy fuertes y muy atentos. El propietario del Bora Bora, Juan Vinuesa, lleva a?os en el negocio de las discotecas y se le nota le veteran¨ªa. Tiene claro que ante la disyuntiva de contratar m¨¢s camareros o m¨¢s seguridad, opta por lo segundo. El s¨¢bado hubo un poco de bronca; uno le grit¨® al otro: "?Te pegar¨¦ dos tiros!". Casi nadie se dio cuenta, en pocos segundos, los chicos fuertes y atentos invitaron a los bravotes en cuesti¨®n a abandonar la discoteca. Fuera continuaron sacando pecho y gritando, y se opt¨® por llamar a la polic¨ªa. El despliegue fue espectacular, a los pocos minutos llegaron una patrulla de la polic¨ªa municipal y un furg¨®n de los Mossos. Los agentes, con cara de haber vivido la situaci¨®n mil veces, hicieron lo que poco antes hab¨ªa hecho Vinuesa, hablar con ellos y esperar a que se calmasen.
Bora Bora es uno de los 30 locales nocturnos de la Zona Herm¨¦tica de Sabadell, un pol¨ªgono industrial que las noches de los fines de semana se transforma. Es curioso c¨®mo, a veces, un mismo nombre, puede asociarse a cosas tan distintas. En ls d¨¦cada de 1970 la Unidad Herm¨¦tica, empresa que todav¨ªa sobrevive, aunque siempre bajo la amenaza de cierre, se relacionaba con protesta y reivindicaci¨®n. En febrero de 1976, de la f¨¢brica salieron centenares de trabajadores en protesta por las actuaciones policiales y las represalias de dos manifestaciones acaecidas pocos d¨ªas antes. La marcha lleg¨® a congregar a 30.000 personas que exig¨ªan derechos democr¨¢ticos. Hoy Zona Herm¨¦tica es marcha nocturna, m¨²sica de muchos decibelios, y copas. Tambi¨¦n ahora se concentra mucha gente, unos 10.000, pero la media de edad no supera los 25 a?os. Y lo que hay son muchas ganas de divertirse. Las calles son un continuo deambular de j¨®venes que o cambian de local o deciden tomar un poco el aire, y esperar que se les pase el mareo, sentados en alguna acera. Alguno, en un despiste, pierde un poco de chocolate y lo busca desesperadamente mechero en mano bajo un ¨¢rbol. Hay muchas luces de ne¨®n con nombres como Costa Sur, Dalai, Manisero, La Diosa, Malalts de Festa, Michumino Negro, Nanai.... Y la cl¨¢sica churrer¨ªa en medio de un descampado que ofrece patatas fritas con mucho ketchup.
Entre los cl¨¢sicos, bares como El Espa?ol con billares y ordenadores; y otros que el s¨¢bado celebraban ya los 14 a?os como el Park Paladium. House, salsa, disco... En el Botellita todav¨ªa se puede escuchar m¨²sica de la d¨¦cada de 1980, e incluso hay sof¨¢s, pero la mayor¨ªa opta por bailar... La ruta puede ser larga. A las seis de la madrugada, los rostros ya son exang¨¹es. En muy pocas horas la camale¨®nica Zona Herm¨¦tica volver¨¢ a cambiar de cara. El domingo se transforma en un inmenso mercadillo con toda clase de camisetas, batas multicolores, sostenes y bragas de todos los tama?os, plantas y cacharros para la cocina. El lunes vuelve a levantarse como pol¨ªgono industrial. Cuando llegue el jueves ser¨¢n mayoritariamente universitarios los que llenar¨¢n la treintena de locales de ocio nocturno. Y el fin de semana miles de j¨®venes dispuestos a mover el cuerpo.
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