El nombre de la Infanta
La noticia del nacimiento de la segunda hija de los pr¨ªncipes de Asturias alter¨® la tarde televisiva del domingo. En algunas cadenas, en demas¨ªa. Algunas nos quer¨ªan convertir en padrinos y propon¨ªan votaciones para acertar con el nombre. Al final lo dijo quien ten¨ªa que decirlo, el pr¨ªncipe. "Se llamar¨¢ Sof¨ªa". De las horas que pasaron desde saberse la noticia hasta la rueda de prensa en la cl¨ªnica (con una absurda repetici¨®n de las mismas preguntas por parte de los periodistas), lo m¨¢s aburrido fue el rato que Tele 5 dedic¨® a quejarse porque la Casa Real no hab¨ªa acreditado a toda su gente para poder estar en la carpa de la rueda de prensa. La noticia estaba en otro sitio, pero ellos, erre que erre, hablando de s¨ª mismos.
Otros¨ª. Lo m¨¢s triste de lo visto estos d¨ªas en la tele ha sido el ¨²ltimo episodio de Mentes criminales (Tele 5). Los polis de la serie buscaban la pista sobre un inminente atentado masivo. Un planificado crimen bioqu¨ªmico. Los indicios llevan al jefe del equipo a interrogar a un preso de Guant¨¢namo que, obviamente, es el padre te¨®rico de la c¨¦lula terrorista. Al final, los polis lo enga?an y consiguen la informaci¨®n suficiente para evitar la masacre y detener a los asesinos. Una de las estratagemas empleadas es confundir al preso con los horarios, cambi¨¢ndole los periodos de rezo. Algo muy f¨¢cil cuando no se sabe si es de d¨ªa o de noche. Pero lo terrible del caso es c¨®mo la televisi¨®n emplea Guant¨¢namo como espacio de la ficci¨®n, sin cuestionar este territorio sin derechos, ni la existencia de presos perpetuos sin condena. El espectador puede llegar a la conclusi¨®n de que esta c¨¢rcel est¨¢ tan homologada o m¨¢s que las otras porque, como ¨¦stas, tambi¨¦n es un escenario para el relato m¨¢s trivial y estandarizado. Adem¨¢s, de acuerdo con lo que mostr¨® Mentes criminales, all¨ª dentro hay aut¨¦nticos asesinos, aunque no lo haya dicho ning¨²n juez. Es un guilty televisivo. Francamente, es preferible ver a los polic¨ªas entretenidos en casos del todo fantasiosos y, por eso mismo, inocuos (Habitaci¨®n perdida, en Cuatro).
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