Los bomberos trabajaron en un infierno de llamas y humo
Los bomberos del parque municipal de Palencia se esforzaron por rescatar a los heridos que quedaron atrapados entre los escombros en condiciones extremas. Porque una cosa es organizar un dispositivo de auxilio tras una explosi¨®n "normal", seg¨²n explic¨® el sargento de parque Jos¨¦ Gregorio Guerra, "y otra muy distinta afrontar una cat¨¢strofe de esta magnitud".
Cuando los bomberos recibieron el primer aviso y salieron disparados hacia el lugar de los hechos, tan s¨®lo sab¨ªan que se hab¨ªa producido una deflagraci¨®n, pero no imaginaban las dimensiones del desastre. Una vez all¨ª, se encontraron con un edificio destruido, dos m¨¢s con riesgo de desplome y un infierno de llamas y humo. "En esos momentos se te viene el mundo encima", admiti¨® Guerra, que particip¨® en las tareas de rescate desde el primer momento.
Tras realizar la primera evaluaci¨®n de los da?os y socorrer a las v¨ªctimas, los bomberos se dividieron en dos grupos para actuar en la parte anterior y posterior de los inmuebles afectados. Ayer, d¨ªa festivo, s¨®lo 11 de los 55 efectivos del parque estaban de servicio. Sin embargo, a las 10.30 horas hab¨ªa 37 bomberos trabajando. Algunos escucharon el bombazo desde sus casas y acudieron, vestidos de paisano, a la calle Gaspar Arroyo. Otros se presentaron voluntariamente en el parque para colaborar en las labores de rescate.
Llamas muy altas
El esfuerzo de los bomberos, la polic¨ªa, los voluntarios y los ciudadanos que se sumaron a las tareas permiti¨® sacar de la monta?a de escombro a todas las personas que dieron se?ales de vida. En un primer momento, los bomberos comenzaron a desescombrar la zona poniendo en peligro sus vidas. "Si se valorase el riesgo, nadie entrar¨ªa a rescatar a las v¨ªctimas, porque hab¨ªa un gran peligro de desprendimientos". Ninguno de los miembros del cuerpo result¨® herido ni intoxicado.
Mientras, los perros de la unidad canina de emergencias husmeaban los restos en busca de vida. Debieron aguardar a que los bomberos apagaran el fuego que se reavivaba cada vez que se levantaban cascotes. "Las llamas eran muy altas y los perros no pod¨ªan entrar", explic¨® Jos¨¦ Antonio Menayo, uno de los voluntarios de la unidad canina de la Junta de Castilla y Le¨®n.
Cuando el fuego remiti¨®, los animales rastrearon la zona en busca de olor corporal y las v¨ªctimas fueron siendo localizadas. Menayo, que se confes¨® "impresionado" por la tragedia, maldec¨ªa que una ciudad "peque?a" como Palencia hubiera sufrido "este golpe". Pero no hab¨ªa tiempo para las lamentaciones. A¨²n quedaban cuerpos que rescatar.
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