?Ante qui¨¦n tienen que rendir cuentas las ONG?
Reflexiona el autor sobre las repercusiones que los casos Anesvad e Intervida pueden tener en el funcionamiento futuro de las ONGD.
Seg¨²n el Bar¨®metro del CIS de octubre de 2006, las ONG eran las instituciones que m¨¢s confianza despertaban entre la ciudadan¨ªa, con un amplio margen de ventaja sobre medios de comunicaci¨®n, partidos pol¨ªticos, empresas, sindicatos e Iglesia cat¨®lica. ?Cambiar¨¢n esta percepci¨®n las investigaciones sobre el desv¨ªo de fondos, apropiaci¨®n indebida y mala gesti¨®n que han saltado a la palestra durante las ¨²ltimas semanas?
Dentro del mundo de las ONGD -con D de desarrollo-, hay quienes opinan que estos casos, pese a ser minoritarios y aislados, van a socavar uno de los principales activos con que cuentan tales organizaciones: la credibilidad ante la sociedad. La manzana podrida acabar¨¢ por contaminar a todo el cesto. Otros, por el contrario, consideran que la presente constituye una oportunidad para mostrar a la ciudadan¨ªa un hecho cierto: que la mayor¨ªa de las organizaciones conducen su labor con rigor. De paso, esta crisis podr¨ªa servir para desterrar algunos t¨®picos sobre el mundo de la cooperaci¨®n al desarrollo que no hacen demasiado bien.
La rendici¨®n de cuentas incluye la transparencia y fidelidad en la gesti¨®n de los recursos, pero no se agota s¨®lo en eso
Los casos de posible corrupci¨®n pueden lanzar una carrera alocada a la busca de certificaciones y auditor¨ªas diversas
Sea como fuere, y tratando de ir m¨¢s all¨¢ de la particularidad de los casos aparecidos, lo que previsiblemente aterrizar¨¢ ahora en el sector de las ONGD estatales es el debate sobre la "rendici¨®n de cuentas": ?a qui¨¦n deben explicaciones las ONGD?, ?sobre qu¨¦ cuestiones?, ?con qu¨¦ mecanismos?, ?con qu¨¦ responsabilidades? Creo que este es el tema de fondo que debemos afrontar las organizaciones. Por supuesto, la rendici¨®n de cuentas incluye la transparencia y fidelidad en la gesti¨®n de los recursos econ¨®micos, pero aquella no se agota en esta. Los asuntos Anesvad e Intervida han situado el foco de atenci¨®n en la gesti¨®n financiera y muchos se han apresurado a exigir mecanismos de control m¨¢s estrictos. Sin restar un ¨¢pice de importancia a tal elemento -m¨¢s a¨²n, para darle un mayor realce-, queremos ampliar ahora un poco m¨¢s la perspectiva.
Es un hecho que las ONG en general, y las de desarrollo en particular, se han convertido en una forma de expresi¨®n social y ciudadana reconocida y aceptada. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, en un proceso no exento de cr¨ªtica, han visto crecer enormemente su importancia. Por un lado, han ejercido como proveedores de servicios y ejecutores de pol¨ªticas p¨²blicas. Por otro, como entidades que buscan incidir en la propia formulaci¨®n de dichas pol¨ªticas, sea en la esfera local o internacional, a trav¨¦s de la investigaci¨®n, el an¨¢lisis, las campa?as y la movilizaci¨®n social. De hecho, en el ¨¢mbito de la cooperaci¨®n al desarrollo se est¨¢ produciendo un giro en la comprensi¨®n del papel de las organizaciones. Se est¨¢ transitando de una comprensi¨®n de la cooperaci¨®n como esencialmente prestaci¨®n de servicios (salud, educaci¨®n, saneamiento, etc.) a una concepci¨®n de la misma como trabajo por el cambio en las pol¨ªticas (comerciales, financieras, migratorias, etc.) que contribuyen al empobrecimiento.
Las cuestiones que se plantean a las ONGD desde estos distintos papeles subrayan aspectos distintos, aunque no excluyentes. Si las organizaciones son meras prestadoras de servicios, las preguntas tendr¨¢n que ver con la eficacia y con la gesti¨®n de los recursos: ?llega mi dinero a la gente que lo necesita? o ?cu¨¢ntos ni?os vacunaron? Si las organizaciones se aventuran por la senda de la incidencia pol¨ªtica, las preguntas puede que revistan otro calado: ?qui¨¦nes son ustedes? y ?con qu¨¦ conocimiento de causa hablan de tal o cual tema? Es decir, preguntas sobre las estructuras organizativas de las entidades y sobre su legitimidad como actores sociales que buscan influir en el proceso de adopci¨®n de pol¨ªticas.
El debate en nuestro contexto todav¨ªa se halla en el estadio inicial, probablemente debido a que el giro hacia la labor de incidencia pol¨ªtica est¨¢ siendo m¨¢s lento que en otros lugares. Por lo tanto, las preguntas que se hacen a las ONG cobran tonalidades m¨¢s parecidas al primer tipo de interrogantes que al segundo. Pero, a medida que las organizaciones entren con mayor fuerza a buscar influir en las pol¨ªticas, veremos c¨®mo se ir¨¢ produciendo un viraje hacia los segundos. Es por eso que desde ahora debemos abordar el debate de la rendici¨®n de cuentas tratando de abarcar ambas dimensiones. Y en tal debate existen al menos cuatro cuestiones a tomar en consideraci¨®n: ?a qui¨¦n rendir cuentas?, ?con qu¨¦ instrumentos?, ?para qu¨¦?, y ?sobre qu¨¦?
En primer lugar, est¨¢ claro que las organizaciones rinden cuentas hacia arriba, es decir, hacia quien les proporcionan los fondos (gobiernos, donantes, etc.) o hacia quienes las gobiernan (patronatos, asambleas, etc.). Pero existen otras dos direcciones hacia donde las explicaciones deben fluir y de donde la exigencia de responsabilidades ha de venir. Me refiero, por un lado, al propio interior de las organizaciones (personal contratado, voluntariado, colaboradores) y, por otro, en relaci¨®n a aquellas personas que son las beneficiarias ¨²ltimas de la labor en cuesti¨®n. Estas dos dimensiones de la rendici¨®n de cuentas, la interna y hacia abajo, suelen quedar ensombrecidas por las dimensiones externa y hacia arriba. De hecho, la mayor¨ªa de los mecanismos, bien legalmente obligatorios o bien voluntarios, tienden a situarse en dicha perspectiva. Por ah¨ª, las organizaciones sociales tienen un amplio campo de trabajo para desarrollar mecanismos que incluyan la participaci¨®n de todos los "grupos de inter¨¦s", especialmente las personas y organizaciones del Sur.
Enlazando con la idea anterior, y en segundo lugar, est¨¢ la pregunta sobre los mecanismos. ?Se adec¨²an las herramientas de rendici¨®n de cuentas utilizadas en otros sectores, como el de las empresas, al ¨¢mbito de actuaci¨®n de las ONGD? Probablemente, estas organizaciones no necesiten inventar la rueda. De hecho, muchas de ellas est¨¢n entrando en el mundo de la calidad en la gesti¨®n de los procesos, accediendo incluso a diferentes acreditaciones existentes. Pero no es menos cierto que a veces se inicia ese camino de manera acr¨ªtica, empujados por una cierta presi¨®n de los donantes y de una creciente industria de la consultor¨ªa en el sector no lucrativo, sin sopesar si las herramientas a disposici¨®n se adaptan a un negocio ciertamente peculiar, como es el del desarrollo. Creo que el reto, en cualquier caso, consiste en que las propias ONGD puedan definir los par¨¢metros del debate y que ¨¦stos no vengan determinados por otros actores m¨¢s poderosos e influyentes.
Con esto paso a la tercera idea. Hay que distinguir el grano de la paja. Las demandas de rendici¨®n de cuentas puede que lleguen de muchos sectores, y algunas de ellas no ser¨¢n pol¨ªticamente inocentes: buscar¨¢n cuestionar a aquellas organizaciones que resulten inc¨®modas porque defienden intereses distintos a los dominantes o porque sus posturas desaf¨ªen a los grupos m¨¢s poderosos. Aunque este argumento tambi¨¦n podr¨ªa ser torticeramente utilizado por organizaciones opacas para justificar las posibles investigaciones que recaigan sobre ellas, lo cierto es que s¨ª es relevante qui¨¦n y porqu¨¦ airea la cuesti¨®n de la rendici¨®n de cuentas en cada momento. Por ejemplo, en Estados Unidos ha sido el American Enterprise Institute, un think-tank vinculado al gobierno de Bush, quien ha puesto en marcha iniciativas de control de las ONG. Suelen ser, dicho sea de paso, instituciones o grupos que jam¨¢s cuestionan, por ejemplo, la influencia que diversos grupos empresariales o financieros ejercen sobre las pol¨ªticas dom¨¦sticas o internacionales.
Los recientes casos de posible corrupci¨®n en el ¨¢mbito de las ONGD tal vez desaten una carrera un tanto alocada hacia la b¨²squeda de certificaciones, acreditaciones y auditor¨ªas de diversa ¨ªndole que traten de compensar la posible sombra de sospecha que se cierne sobre el sector de la solidaridad internacional. Creo que esos procesos corren un serio riesgo de ser vividos como ceremonias de la autojustificaci¨®n o como cumplimiento de expedientes m¨¢s o menos costosos. Por eso, pueden tener un valor m¨¢s bien escaso para el aprendizaje organizacional, para los beneficiarios ¨²ltimos del trabajo de las ONGD y para la misi¨®n que muchas organizaciones dicen tener, que no es otro que el cambio social. Y he aqu¨ª el n¨²cleo de la cuesti¨®n: si las organizaciones est¨¢n trabajando con los grupos excluidos para equilibrar las asim¨¦tricas relaciones de poder que se dan en el mundo, ellas mismas tienen que transparentar algo de eso.
Y esto se vincula con la ¨²ltima cuesti¨®n: sobre qu¨¦ rendir cuentas. Se debe hacer sobre la gesti¨®n de los fondos, pero sobre todo se debe hacer sobre el sentido y la misi¨®n de las organizaciones. Sobre lo que somos y hacemos. Si somos entidades que buscan el desarrollo entendido como participaci¨®n para la construcci¨®n de un orden social m¨¢s justo, es precisamente a eso a lo que tenemos que responder: si nuestros proyectos y modos de trabajar se ajustan a esa misi¨®n.
Por ello, el debate sobre la rendici¨®n de cuentas en las ONGD, entendido de manera amplia y no dirigido por intereses cortoplacistas, podr¨ªa tener el efecto de fortalecer al sector de la cooperaci¨®n internacional en su legitimidad y eficacia. Como efecto a?adido, al abordar las cuestiones relacionadas con el poder y la democracia en un determinado tipo de organizaciones sociales, tal vez se estimular¨ªa esa misma cuesti¨®n en una esfera social m¨¢s amplia y, de ese modo, se contribuir¨ªa a esa transformaci¨®n social que, como apuntaba, est¨¢ en el n¨²cleo de la misi¨®n de muchas organizaciones.
Miguel Gonz¨¢lez Mart¨ªn es miembro de Alboan.
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