Tiempo de elecciones

En ¨¦pocas electorales, los pol¨ªticos nos ilusionan con grandes promesas y proyectos que todos desear¨ªamos ver convertidos en realidad. Nos hablan de grandes reformas sociales -muy necesarias, sin duda- mejores comunicaciones viarias; pol¨ªticas sociales -oferta de viviendas para miles de personas, mejores pensiones de jubilaci¨®n, mayores dotaciones y prestaciones sanitarias y educativas- y otras numerosas promesas que tienen como ¨²nica finalidad intentar captar la atenci¨®n y el inter¨¦s del ciudadano que con su voto decidir¨¢ el resultado de las elecciones.

Pero queda muy bonito solt¨¢ndolas como banderas al viento, como utop¨ªas, como posibilidades y deseos dif¨ªciles de realizar.

Por todo esto, no es conveniente entusiasmarse mucho ante el frenes¨ª del debate, proclamas, m¨ªtines y promesas electorales. El gesto apenas tiene coste y suena tan bien lo que nos dicen que ya alguien dijo, seguramente un pol¨ªtico, y con no escasas dosis de cinismo, que "las promesas est¨¢n hechas para no cumplirlas", y que, adem¨¢s, s¨®lo obligan a quienes se las creen.

Consideremos la oferta electoral con benevolencia y resignaci¨®n, de cara a un futuro que pondr¨¢ a cada uno en su sitio, tras pasar las hojas del calendario y cada cual se quede con sus esperanzas, olvidando desconfianzas. En algunos casos, algunas promesas se cumplen, aunque sea mucho tiempo despu¨¦s.