Sosegada org¨ªa sonora
No ha cumplido a¨²n 40 a?os y su dominio del sonido es apabullante. Es su oficio, desde luego, pero incluso dentro del mismo no es frecuente encontrar a un compositor con una gama de recursos tan amplia y con un sentido tan penetrante de su aplicaci¨®n. Hablo de Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢nchez- Verd¨², nacido en Algeciras y con residencia en Berl¨ªn, que ayer vivi¨® el sue?o de estrenar una ¨®pera en su pa¨ªs natal. Por esos mundos de Dios ya hab¨ªa probado suerte en la ¨®pera en M¨²nich, Lucerna y Berl¨ªn. El Real se ha volcado en esta aventura, con su director musical, Jes¨²s L¨®pez Cobos, al frente, implic¨¢ndose hasta las cejas. Han dado carta blanca al creador, como debe ser, y ¨¦ste ha desplegado sus "afinidades electivas" para complementar su trabajo musical de base. Ha compuesto para determinados cantantes, ha buceado en literaturas pr¨®ximas a su pensamiento y ha elegido una est¨¦tica que le era familiar. Hasta aqu¨ª todo parece un cuento de hadas.
El viaje a Simorgh
De Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢nchez-Verd¨², con libreto del compositor a partir de Las virtudes del p¨¢jaro solitario, de Juan Goytisolo. Director musical: Jes¨²s L¨®pez Cobos. Director de escena: Frederic Amat. Core¨®grafo y bailar¨ªn: Cesc Gelabert. Con Dietrich Henschel, Ofelia Sala, Carlos Mena, Jos¨¦ Manuel Zapata, Marcel P¨¨r¨¦s, Jes¨²s Castej¨®n, Paola Domingu¨ªn, Itxaro Mentxaka y Ara Malikian (violinista en escena), entre otros. Coro y Orquesta Sinf¨®nica de Madrid, Experimentalstudio f¨²r akustiche Kunst Freiburg. Estreno mundial. Teatro Real, Madrid. 4 de mayo.
La m¨²sica de S¨¢nchez-Verd¨² va superando uno a uno todos los escollos
La partitura que ha compuesto S¨¢nchez-Verd¨² para El viaje a Simorgh es, sencillamente, asombrosa. Su conocimiento de la historia de la m¨²sica le ha llevado a plantear su ¨®pera como un di¨¢logo de sonoridades de diferentes ¨¦pocas y culturas. Conviven el canto suf¨ª con la m¨²sica electr¨®nica en vivo. Utiliza los instrumentos tradicionales al l¨ªmite de sus posibilidades. Y juega continuamente con los contrastes para que la tensi¨®n y la sorpresa no decaigan. El apartado musical es el coraz¨®n de la ¨®pera, desde el hechizante comienzo al espectacular final. Los pocos momentos en que la concentraci¨®n decae son achacables a otras cuestiones. La danza de Cesc Gelabert, por ejemplo, ser¨¢ todo lo original que se quiera pero no favorece la continuidad dram¨¢tica de la ¨®pera en el momento en que tiene lugar.
El libreto, por otra parte, est¨¢ cargado de sugerencias, pero es confuso en la acumulaci¨®n -o el exceso- de citas. Hay una intenci¨®n lineal en la "historia" que se percibe con dificultad. A la puesta en escena le falta agilidad y le sobra esteticismo est¨¢tico. Hay momentos bellos, qu¨¦ duda cabe, aunque tal vez las prioridades de una obra tan compleja se deber¨ªan centrar m¨¢s en el terreno de la clarificaci¨®n narrativa. La m¨²sica de S¨¢nchez-Verd¨² va superando uno a uno todos esos escollos y aportando no solamente belleza musical, sino incluso teatralidad. A base de una org¨ªa de hallazgos sonoros y tambi¨¦n de una variedad en las formas de canto que van de lo casi hablado o lo tradicional, popular o culto, hasta lo ligeramente experimental. El hilo de la comunicaci¨®n no se extrav¨ªa. Qu¨¦ gran esfuerzo el desplegado y qu¨¦ obra tan hechizante musicalmente. Como espect¨¢culo oper¨ªstico, sin embargo, no es tan redondo. Aunque ya se sabe que la ¨®pera del siglo XXI admite una franja generosa de posibilidades y los puntos de mira son cada d¨ªa m¨¢s discutibles.
Los detalles m¨¢s fr¨¢giles no vienen, desde luego, del lado interpretativo. L¨®pez Cobos controla hasta el m¨ªnimo suspiro todo lo que se cuece, la orquesta y el coro responden con ilusi¨®n al desaf¨ªo, y los cantantes y actores est¨¢n, en l¨ªneas generales, admirables, desde el especialista en m¨²sica medieval Marcel P¨¦r¨¨s hasta el contratenor Carlos Mena o el tenor Jos¨¦ Manuel Zapata, sin olvidar a la pareja protagonista formada por Dietrich Henschel y Ofelia Sala, o a un cl¨¢sico de la zarzuela en "corral ajeno" como Jes¨²s Castej¨®n. El p¨²blico sigui¨® la ¨®pera con atenci¨®n y respeto, y al final la previsible divisi¨®n de opiniones fue "civilizada", sin llegar la sangre al r¨ªo. Unos se quedaron fuera de lo que se estaba contando, y para otros fue un descubrimiento. En fin, la vida misma.
Babelia
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