La sexta maravilla de Obradovic

Gan¨® otra vez, la sexta, Zeljko Obradovic, el entrenador que convierte en oro todo lo que toca, y el Panathinaikos desbanc¨® al CSKA de Mosc¨² en una fant¨¢stica final, de lo m¨¢s oportuna y saludable para el baloncesto europeo. En pleno debate sobre el latazo del juego de control y del k¨¢rate-press, emergi¨® el esplendoroso espect¨¢culo de dos equipazos que jugaron al l¨ªmite y utilizaron hasta el ¨²ltimo de sus cartuchos. El Panathinaikos y el CSKA se dejaron de pamplinas y fueron a fondo a por el t¨ªtulo, como si la presencia del legendario Nikos Gallis, el dios del baloncesto griego de los a?os ochenta al que se homenaje¨® en los proleg¨®menos de la final, les hubiera abierto los ojos y les hubiera convencido de que su matraca defensiva de las semifinales no ten¨ªa ning¨²n sentido.

Papaloukas ofreci¨® resistencia con inteligencia, coraje y acierto

El Panathinaikos roz¨® los l¨ªmites de la perfecci¨®n. Defendi¨® bien y atac¨® mejor. Espl¨¦ndido en la administraci¨®n de sus recursos, puso en un serio apuro al CSKA, a punto de ser aplastado a las primeras de cambio. Savrasenko y Smodis quedaron tan acogotados en el interior de la zona que condicionaron por completo el ataque de su equipo. Con una canasta en sus primeros siete lanzamientos empez¨® su escrutinio estad¨ªstico el CSKA. Su m¨¦rito fue doble porque supo sobreponerse de maravilla.

La irrupci¨®n de Papaloukas, ese caso tan extra?o en los anales del baloncesto, cambi¨® el decorado. Elegido el mejor jugador europeo del a?o por delante de Nowitzki y Gasol y designado por segundo a?o consecutivo el m¨¢s valioso de la Euroliga cuando empieza todos y cada uno de sus partidos en el banquillo, repiti¨® una actuaci¨®n maravillosa. Frente al aluvi¨®n que se le vino encima al CSKA- el estremecedor ambiente en contra, la infalibilidad de su rival y su inagotable rotaci¨®n de excelentes jugadores-, opuso inteligencia, coraje y acierto y logr¨® abrir la lata defensiva del equipo del tr¨¦bol.

En cada jugada eleg¨ªa la mejor opci¨®n para despejar el camino hacia el aro. Cuando no aprovechaba su mayor altura sobre el hombre que se encargaba de echarle el lazo, dictaba un curso sobre c¨®mo facilitar el desmarque y el lanzamiento de los p¨ªvots. Quien m¨¢s se benefici¨® fue Smodis, listo, r¨¢pido y certero.El partido, muy pronto decantado para el Panathinaikos (46-34), se igual¨®. El CSKA lleg¨® a ponerse en cabeza (50-51) despu¨¦s de que los ¨¢rbitros, con el espa?ol Mitjana al frente, valientes como pocas veces, se atrevieran a se?alar faltas t¨¦cnicas a la que los jugadores del Panathinaikos se extralimitaban, como fue el caso de Becirovic en un feo golpe a Papaloukas, que m¨¢s tarde se dio a la inversa. A partir de aqu¨¦l momento, Obradovic entendi¨® que la ¨²nica forma de poner en ¨®rbita a su equipo era d¨¢ndole cuerda al juego exterior. Le respondieron a las mil maravillas Vujanic, Chatzivretas y Diamantidis que volvieron a abrir hueco (65-55).

No se dio por vencido el CSKA. Le quedaban juego pero no tanta profundidad de plantilla como al Panathinaikos. Smodis sum¨® demasiado pronto su cuarta falta, Torres fue eliminado y los reservas no lograron mantener el diapas¨®n, m¨¢s a¨²n cuando Andersen perd¨ªa la batalla bajo los aros ante el resolutivo Tomasevic (83-73). No se rindi¨® el CSKA que llen¨® el vaso hasta que casi rebos¨®, con dos triples escalofriantes de Langdon se situ¨® a dos puntos (87-85) y se las hizo pasar canutas al Panathinaikos al que Batiste y Vujanic dieron el ¨²ltimo empuj¨®n. Gan¨® el equipo del tr¨¦bol, pero se hizo de admirar el CSKA y, en definitiva, el baloncesto, cuando m¨¢s lo necesitaba.