Excusable e interesante error de Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa dedic¨® su ¨²ltima Piedra de toque a criticar una supuesta decisi¨®n de la Euroc¨¢mara para convertir en delito en toda Europa la negaci¨®n del Holocausto (y sin pronunciarse sobre otros cr¨ªmenes colectivos). Yo comparto casi todos sus argumentos. Pero se equivoca en la diana de su cr¨ªtica: el Parlamento Europeo no ha sido quien ha adoptado tal decisi¨®n. Lo han hecho los ministros de Justicia e Interior a trav¨¦s de lo que se llama una "decisi¨®n marco". Obviamente, don Mario no tiene que ser un experto en Derecho Europeo. Y es l¨®gico que, como fino dem¨®crata, piense que si ha le¨ªdo que "la Uni¨®n Europea" impone un cambio en los c¨®digos penales, es que quienes lo han hecho son los diputados europeos. Pero no es as¨ª, y su error es una espl¨¦ndida ocasi¨®n de denunciarlo por en¨¦sima vez.
Decisiones de este calado, que hacen obligatorio el cambio de leyes nacionales en materia penal, policial, criminal o judicial se adoptan cada vez con mayor frecuencia en Bruselas en reuniones a puerta cerrada de 27 ministros, en el mejor de los casos tras una consulta no vinculante al Parlamento de Estrasburgo. En pura teor¨ªa, la legitimidad de estos ministros para decidir conjuntamente algo que despu¨¦s deber¨¢ "obedecer" el Congreso de los Diputados o el Bundestag alem¨¢n se basa en que cada uno de ellos informa y responde de lo que vota ante su Parlamento nacional. Pero esto es algo muy pr¨®ximo a la ficci¨®n, y en muchos pa¨ªses no funciona. En Espa?a, bastante peor que en la mayor¨ªa. Pregunte, don Mario, a los diputados espa?oles del Congreso, a ver cu¨¢ntos saben lo que en su nombre ha consentido el ministro en la UE en materia de sanci¨®n penal al negacionismo hist¨®rico. Pocos ser¨¢n los que le respondan. Eso s¨ª, en ¨¦ste y en otros muchos casos, un d¨ªa el Gobierno les presentar¨¢ a votaci¨®n una ley "para cumplir con las obligaciones de la Uni¨®n Europea". Una ley a la que apenas nada se podr¨¢ cambiar, pues su contenido "viene de Bruselas". Y as¨ª, poco a poco, va desapareciendo ante nuestros ojos el control parlamentario en materias que afectan de lleno a los derechos fundamentales. Al menos, ante protestas leg¨ªtimas como la de Vargas Llosa, que a los diputados europeos nos dejen proclamar: ?nosotros no hemos sido! Las quejas, a la carrera de San Jer¨®nimo.
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