A vueltas con la independencia de la Justicia
En los ¨²ltimos tiempos venimos recibiendo distintos mensajes que provienen sustancialmente de una parte de la Judicatura, y m¨¢s en concreto de la Asociaci¨®n Profesional de la Magistratura, cuyo contenido no puede sino preocuparnos. Ya anteriormente me he manifestado sobre la percepci¨®n que se tiene en la sociedad de que el Poder Judicial se encuentra con un importante d¨¦ficit -tanto en la forma como en el contenido- del mayor valor que deb¨ªa distinguirle, el de la independencia. A mi juicio, que expreso desde un prisma por completo personal y no institucional, las opiniones a las que hago referencia ahondan peligrosamente en la percepci¨®n indicada de que nuestro sistema judicial no se encuentra entroncado con la independencia deseada, y que consagran no s¨®lo la Constituci¨®n sino otras leyes similares de los pa¨ªses de nuestro entorno.
No es de recibo que quien va a tener que juzgar un caso fije a priori una l¨ªnea de pensamiento claramente partidista
El Poder Judicial no debe estar constituido s¨®lo por jueces, y ni siquiera estos deben ser mayor¨ªa en el Consejo
La independencia judicial no s¨®lo no la vemos asegurada con opiniones como las vertidas por alguno de nuestros m¨¢s altos magistrados, sino que, muy por el contrario, se ve gravemente comprometida. No resulta de recibo que quien m¨¢s tarde o m¨¢s temprano tendr¨¢ que resolver en v¨ªa judicial cuestiones que para una mayor¨ªa de la sociedad tienen un marcado perfil pol¨ªtico, as¨ª como juzgar actuaciones de los pol¨ªticos m¨¢s relevantes de nuestra comunidad, establezca a priori, como algo general, una l¨ªnea de pensamiento de marcado cariz personal y partidista, con claras connotaciones pol¨ªticas.
La sociedad, tanto los que defienden las pautas de actuaci¨®n emanadas desde un determinado partido pol¨ªtico, como los que carecemos de adscripci¨®n pol¨ªtica determinada, esperamos del Poder Judicial una respuesta independiente a cualquier planteamiento y situaci¨®n que podamos presentarle. Confiamos en la Justicia para que resuelva aquellas situaciones que la pol¨ªtica e incluso algunas leyes no han sido capaces de solucionar, a fin de que, como ya apuntaba la cl¨¢sica definici¨®n de Ulpiano "d¨¦ a cada uno lo suyo". Lo suyo, no lo que una percepci¨®n particular -y menos pol¨ªtica y, por lo mismo, restringida- considere que le debe dar, ni aun siendo lo adecuado, sino, ni m¨¢s ni menos, lo que corresponde.
Por la Asociaci¨®n Profesional de la Magistratura se defiende un peligroso caf¨¦ para todos, la proscripci¨®n de la totalidad de las listas de un determinado partido pol¨ªtico, sin realizarse, como debe esperarse de la Justicia, un minucioso, concienzudo y razonado estudio de cada una de las candidaturas, a la luz de la legalidad vigente, como viene obligado. Tal situaci¨®n revela una importante falta de respeto hacia los derechos civiles y pol¨ªticos de las distintas personas que conforman las listas, y que se encuentran, faltar¨ªa m¨¢s, en su perfecto derecho de defender ante los electores posiciones pol¨ªticas, aun de signo m¨¢s o menos extremista. Porque es en los municipios, juntas generales y parlamentos donde, desde un clima de respeto mutuo y de honradez pol¨ªtica, los ciudadanos debemos discutir nuestras ideas para el mejor desarrollo del conjunto.
Existe otro punto que me desasosiega y del que ya he tenido ocasi¨®n de pronunciarme con anterioridad: la composici¨®n, y hasta existencia, del actual Consejo General del Poder Judicial, instituci¨®n que, desde hace m¨¢s tiempo del deseado, se encuentra de espaldas a la regla de independencia que debe de presidir su actuaci¨®n.
Ignoro hasta qu¨¦ punto es dable que el ministro de Justicia afirme que el actual CGPJ no es una instituci¨®n leg¨ªtima. Probablemente, por imperativo de su cargo, se haya excedido al decirlo, pero, desde la calle, quienes no tenemos las responsabilidades del ministro podemos, y debemos, afirmar sin miedo lo que es una evidencia: el actual CGPJ, por su misma composici¨®n, y m¨¢s al haber expirado el plazo del mandato de sus miembros, adolece de la legitimidad que reclama. Percibimos un deseo de sus miembros de aferrarse a sus poltronas y prebendas, aun a riesgo de seguir da?ando de forma ego¨ªsta e inexcusable ese valor que debe presidir su actuaci¨®n. Porque el Poder Judicial no solo debe ser independiente sino, adem¨¢s, parecerlo.
La Asociaci¨®n Profesional de la Magistratura achaca la mala imagen del CGPJ a que sus miembros son elegidos por los ¨®rganos de representaci¨®n popular (Congreso y Senado) y defiende de forma claramente intencionada y partidista que sus miembros deber¨ªan ser elegidos por los propios jueces. ?Dotar¨ªa este sistema de elecci¨®n de independencia al ¨®rgano? La respuesta no admite duda: en absoluto. Simplemente, nos encontrar¨ªamos ante una instituci¨®n sin legitimaci¨®n alguna para constituirse en el tercer poder del Estado, al dotarse de una adscripci¨®n que por nada podr¨ªa considerarse de car¨¢cter democr¨¢tico.
No hay que recordar que en nuestro pa¨ªs no se elige a los jueces y que su propio sistema de selecci¨®n y recluta -no es una exageraci¨®n afirmarlo as¨ª- da la espalda a la realidad social, situ¨¢ndose al margen del rico pluralismo que compone la sociedad. La sociedad necesita dotarse de jueces que, desde luego, conozcan el Derecho, pero tambi¨¦n la realidad social, que no la desde?en, y que cuenten con un bagaje vital y una experiencia que les ayude de forma determinante a impartir Justicia, que es lo que todos esperamos de ellos y de ellas.
La democracia es, y esto supone un avance, una antagonista de las ¨¦lites, y m¨¢s cuando ¨¦stas carecen de la representatividad que dicen tener. En distintas ¨¦pocas de nuestra historia y de la de otros pa¨ªses, hemos sido testigos de que los poderes han estado usurpados por distintas ¨¦lites, que siempre han protestado de contar, a despecho de la verdad, de legitimad popular, nunca compulsada por las urnas. As¨ª se han defendido -y con ello no deseo molestar a nadie- el Ej¨¦rcito, la Iglesia y los sindicatos. Sin embargo, en democracia no existe legitimaci¨®n distinta de la que proviene de las urnas, donde se contiene el sufragio de todos los miembros de nuestra sociedad que libremente deseen prestarlo.
Por ello, el Poder Judicial debe estar constituido no s¨®lo por jueces -ni tan siquiera deben ser mayor¨ªa en la composici¨®n del consejo-, del mismo modo que el Parlamento tampoco debe estar compuesto por aquellas personas que hayan estudiado Ciencias Pol¨ªticas, sino por personas que sean independientes y que sean capaces de defender y hacernos llegar a todos el ideal de la Justicia.
Nazario de Oleaga es decano del Colegio de Abogados de Vizcaya.
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