De derrota en derrota
El Bar?a se columpi¨® en el gol de Messi, quiz¨¢ porque pensaba que la condici¨®n de imperedecero le convert¨ªa tambi¨¦n en insuperable, y se sali¨® de la Copa con la misma flema que cuando tir¨® la Supercopa de Europa o entreg¨® el Mundial de clubes en Jap¨®n. Los azulgrana apenas han competido durante la temporada y a la que han dejado de jugar se han convertido en un equipo manso y accesible para cualquier rival necesitado de un partido glorioso. As¨ª empez¨® la historia del Sevilla en agosto, la de Internacional de Porto Alegre en diciembre y anoche la del Getafe, que encontr¨® precisamente en la jugada de Messi el motivo expreso para un ejercicio de autoestima en el que se implic¨® incluso el alcalde.
Entregado al culto de sus figuras y a una pelea de egos, los barcelonistas han perdido sentido de equipo y descuentan tantos trofeos que el anunciado equipo de les set copes se debate ahora entre ganar la Liga en cinco jornadas o acelerar una renovaci¨®n traum¨¢tica. Las secuelas de la Copa acostumbran a ser sangrantes. El Zaragoza firm¨® la defunci¨®n del Madrid gal¨¢ctico en la final de Montju?c y el abatimiento que anoche mostr¨® Rijkaard en la sala de prensa del Coliseum Alfonso P¨¦rez no augura nada bueno.
La par¨¢lisis del equipo anima a la hinchada a pedir responsabilidades, y el entrenador no ha sabido c¨®mo desperezar al equipo, que se ha ido abandonando hasta salir vencido, expuesto a la burla del adversario y tambi¨¦n a la ira de su aficionado, incapaz de rebelarse contra su destino. Los seguidores m¨¢s pesimistas han ido retransmitiendo a diario la ca¨ªda del plantel de Rijkaard, falto de ¨¦pica, incapaz de protagonizar una remontada, conformista. A veces da la sensaci¨®n incluso de que el equipo se ir¨¢ de la misma manera que lleg¨®, como si fuera la luz, sin mayor explicaci¨®n, de manera incomprensible. Ha dejado de chutar por la misma regla de tres que en su d¨ªa se puso a funcionar cuando lleg¨® Davids.
El partido de anoche fue igual de desmoralizador para el barcelonismo que muchos de los que ya ha disputado desde que se coron¨® campe¨®n de Europa en Par¨ªs. El Bar?a se consume de forma irremediable como un pitillo, falto de tensi¨®n y de atenci¨®n, sin capacidad de respuesta en la cancha y en el banquillo. Los problemas estructurales se han agrandado en lugar de corregirse al punto de que ahora no se sabe qui¨¦n es el mediocentro ni qu¨¦ laterales le convienen ni mucho menos la manera en que los delanteros deben barrer el frente de ataque porque cada uno reclama su plaza en la alineaci¨®n m¨¢s que defender el puesto que le toca por el bien del equipo. Ya no hay especialistas, como es costumbre en el Bar?a de toda la vida, sino que los futbolistas van a su aire, acomod¨¢ndose a sus gustos m¨¢s que pleg¨¢ndose a las exigencias del partido.
El Bar?a no tiene hoy nervio y ni siquiera sabe qu¨¦ es el sentido del rid¨ªculo, circunstancia que favorece el escarnio y la dilapidaci¨®n. Las calamidades se han sucedido desde el verano hasta aceptar ayer el rev¨¦s m¨¢s humillante desde la llegada de Rijkaard. A los socios no les animaba ayer precisamente la defensa del liderato de la Liga sino que tem¨ªan por un rid¨ªculo a¨²n mayor como ser¨ªa abdicar en favor del Madrid.
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