La d¨¦cada de Blair
Parece que fue ayer... El 4 de mayo de 1997, un grupo de amigos organizamos (y financiamos) una fiesta callejera en Londres para celebrar la victoria laborista. En ella estuvieron muchos futuros miembros del nuevo gobierno. Tony Blair y Cherie, su esposa, no vinieron, con la comprensible disculpa del agotamiento tras la tensi¨®n de los d¨ªas anteriores. No fue una celebraci¨®n llena de j¨²bilo como la explosi¨®n de banderas que se produjo posteriormente, cuando los Blair se trasladaron al n¨²mero 10 de Downing Street.
Ahora que han pasado 10 a?os y Blair est¨¢ a punto de retirarse, gran parte de este periodo ha transcurrido (al menos para m¨ª) en una especie de nebulosa blairiana: la muerte de la princesa Diana, Bill Clinton, una sucesi¨®n de l¨ªderes conservadores sin rostro que se fueron como hab¨ªan venido, las guerras en Bosnia, Kosovo, Afganist¨¢n, Irak, el informe Hutton, las batallas por las tarifas universitarias, una alianza impensable con Bush y la derecha estadounidense.
A primera vista, da la impresi¨®n de que Blair empez¨® siendo muy popular con el p¨²blico y la prensa, una popularidad que dur¨® bastante tiempo pero que fue desapareciendo a medida que los ciudadanos empezaron a desconfiar cada vez m¨¢s de ¨¦l, rechazaron determinadas pol¨ªticas y pusieron en duda su integridad tras la invasi¨®n de Irak. Mis recuerdos son bastante distintos. En el momento de escribir estas l¨ªneas, el peri¨®dico The Guardian, que es de izquierdas, publica un art¨ªculo sobre Blair titulado '?ste es el d¨ªa en el que muri¨® el Nuevo Laborismo'. ?De verdad? Recuerdo titulares parecidos desde los primeros momentos de la llegada del Nuevo Laborismo al Gobierno.
Habr¨ªan sido comprensibles los ataques de los tories, la derecha conservadora, a los que les ha resultado muy dif¨ªcil dejar de ser el partido gobernante "natural", como lo fueron durante la mayor parte del siglo XX. Lo que ha sido m¨¢s dif¨ªcil de soportar y comprender es el constante aluvi¨®n de cr¨ªticas de la izquierda, no s¨®lo en el Reino Unido, sino tambi¨¦n en el resto de Europa. Siempre que hay un Gobierno de centro-izquierda, tiene que sufrir cr¨ªticas por no ser suficientemente de izquierdas, una acusaci¨®n f¨¢cil para quienes no tienen que debatirse ni con las realidades del poder ni con los problemas pr¨¢cticos de llevar a cabo una reforma. Pero la aversi¨®n a Blair y el Nuevo Laborismo va m¨¢s all¨¢. Parece nacer, muchas veces, de una interpretaci¨®n casi voluntariamente equivocada de cu¨¢les eran los objetivos del Nuevo Laborismo.
La izquierda ha acusado a Blair, seg¨²n las ocasiones, de gobernar en funci¨®n de los sondeos y de todo lo contrario, de no prestar suficiente atenci¨®n a lo que quiere la opini¨®n p¨²blica; de estar obsesionado por el control, y, al contrario, de presidir un partido dividido y ser, sobre todo, incapaz de controlar a su ministro de Hacienda; de no tener un programa ni una visi¨®n de conjunto para el pa¨ªs; de favorecer los mercados a expensas del ¨¢mbito p¨²blico o, dicho de otra forma, actuar como un thatcheriano; de no haber contribuido a la redistribuci¨®n de la riqueza ni haber reducido las desigualdades; de imponer un Gobierno presidencialista y disminuir la influencia del Parlamento; de adular a los ricos; de encubrir o directamente mentir en el periodo previo a la guerra de Irak; de conservar a colaboradores a los que deber¨ªa haber despedido y deshacerse de otros a los que deber¨ªa haber sido leal; de seguir ciegamente la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos, fuera cual fuera; de privatizar la educaci¨®n y la sanidad; de no interesarse lo bastante por el medio ambiente, por lo menos hasta muy tarde; de mermar las libertades con la implantaci¨®n de los carnets de identidad y sus estrategias sobre delincuencia y terrorismo; y seguramente otros muchos fallos y traiciones.
Estas acusaciones, en su mayor¨ªa, me parecen enga?osas o falsas. Cuando Blair lleg¨® al poder dijo: "Nos han elegido por ser el Nuevo Laborismo y gobernaremos como Nuevo Laborismo". En cada una de las tres elecciones a las que se ha presentado como dirigente ha afirmado algo similar, y ha hecho bien. Su sucesor tendr¨¢ que hacer lo mismo, por lo menos si quiere tener alguna posibilidad de ganar las pr¨®ximas elecciones. "Gobernaremos como Nuevo Laborismo". El Nuevo Laborismo se basaba en unos cuantos principios b¨¢sicos, todos ellos firmemente defendidos y promovidos por Blair. Son los principios que, por as¨ª decir, definen la tercera v¨ªa:
1. Poner la econom¨ªa ante todo. Una econom¨ªa robusta es la condici¨®n indispensable para tener una pol¨ªtica social eficaz, y no al rev¨¦s. En el Reino Unido, hoy, aproximadamente el 75% de la poblaci¨®n activa tiene trabajo, una cifra muy superior al 64% de la media de la UE. Hay que generar ingresos fiscales para el Estado, sobre todo, mediante la creaci¨®n de empleo y el ¨¦xito econ¨®mico.
2. Ocupar el centro pol¨ªtico. Hacerse con el centro no es lo
mismo que recaer en el conservadurismo: se trata de mover el centro hacia la izquierda. Creo que ese objetivo se ha logrado. Gran Breta?a es una sociedad m¨¢s socialdem¨®crata. Para triunfar en las elecciones, la oposici¨®n conservadora ha tenido que aceptar muchos de los objetivos y las pol¨ªticas de los laboristas.
3. En el progreso hacia la justicia social, concentrarse en los pobres m¨¢s que en los ricos. Centrarse especialmente en reducir la pobreza infantil, porque es la forma de pobreza m¨¢s perniciosa. Entre 1997 y 2005, salieron de la pobreza m¨¢s de dos millones de personas, entre ellas unos 800.000 ni?os. (Un 6 sobre 10; se han hecho muchas cosas, pero hay que hacer muchas m¨¢s para conseguir que Gran Breta?a sea una sociedad m¨¢s igualitaria).
4. Invertir en los servicios p¨²blicos, sobre todo en educaci¨®n y sanidad, pero s¨®lo con la condici¨®n de que se hagan reformas, y reformas bastante radicales. Es muy importante la eficacia, pero tambi¨¦n lo es tener m¨¢s variedad de elecci¨®n y m¨¢s voto. Es un error gratuito, que cometen muchos detractores, contraponer los servicios "p¨²blicos" (estatales) a los "privados". Lo que verdaderamente importa es qui¨¦n sirve mejor los intereses de la poblaci¨®n en un contexto determinado.
5. No dejar ning¨²n problema en manos de la derecha. Ofrecer, en cambio, soluciones de centro-izquierda. Ser duros con el crimen y duros con las causas del crimen no son meras palabras bonitas, sino una f¨®rmula pol¨ªtica apropiada, si se desarrolla como es debido. A Blair se le ha criticado mucho por mermar las libertades civiles al abordar esta cuesti¨®n. Pero ?es libre una persona si tiene miedo de pasear por el parque o salir de noche, o si unos vecinos escandalosos le amargan la vida?
6. Llevar a cabo una pol¨ªtica exterior activista. Blair decidi¨® desde el principio que hay que pensar en el uso de la fuerza cuando fracasan las estrategias de negociaci¨®n. Esa pol¨ªtica dio frutos en Bosnia, Kosovo, Sierra Leona y, en los primeros tiempos, en Afganist¨¢n. Fue un fracaso catastr¨®fico en Irak. (Blair se va del cargo en una posici¨®n peor que cuando lleg¨® a Downing Street rodeado de fanfarria y con tanta seguridad en s¨ª mismo, hace 10 a?os. Si se piensa en las extravagantes esperanzas que ten¨ªan algunos cuando el laborismo conquist¨® el poder despu¨¦s de 18 a?os al margen, es evidente que Blair y el Nuevo Laborismo se han quedado muy por debajo de las expectativas. Sin embargo, en comparaci¨®n con sus contempor¨¢neos Gerhard Schr?der, Romano Prodi -desde que es primer ministro de Italia- y Lionel Jospin, Blair ha logrado muchas m¨¢s cosas).
En lo fundamental, Gran Breta?a ha cambiado para mejor. El thatcherismo est¨¢ muerto, la tasa de paro es baja y la de empleo es alta, Escocia y Gales cuentan con asambleas propias, en Irlanda del Norte existe algo parecido a la paz, la pobreza est¨¢ disminuyendo, los ¨ªndices de criminalidad han descendido en casi todos los tipos de delitos, hay leyes sobre derechos humanos y libertad de informaci¨®n, se han legalizado las relaciones entre gays y ha habido otros cambios muy loables. A pesar de lo que cree la gente, no hay duda alguna de que los esfuerzos reformistas y las grandes sumas de dinero que se han invertido en los servicios p¨²blicos han dado fruto. Algunas de las pol¨ªticas m¨¢s pol¨¦micas en su d¨ªa, como la de cobrar a los estudiantes universitarios parte del coste de su educaci¨®n, han demostrado ser acertadas. La ampliaci¨®n de la ense?anza superior es una necesidad en una econom¨ªa basada en el conocimiento. El Estado no puede sufragarla por completo, porque el resultado ser¨¢n unas universidades superpobladas y en decadencia, como las que existen en Alemania e Italia. Es justo que los estudiantes contribuyan, puesto que la obtenci¨®n del t¨ªtulo les proporciona grandes ventajas econ¨®micas y profesionales.
Diez a?os despu¨¦s, los laboristas van muy por detr¨¢s de los conservadores en las encuestas. Ahora que Blair abandona la escena, ?ser¨¢ el fin del partido que ¨¦l ayud¨® a situar en el Gobierno durante tres mandatos, una haza?a a la que nadie se hab¨ªa ni acercado hasta ahora? No creo. El sucesor de Blair va a ser, casi con total seguridad, el actual ministro de Hacienda, Gordon Brown. Brown es un pol¨ªtico con un talento comparable al del propio Blair, si bien no tiene una personalidad tan extrovertida. Es, desde 1997, el responsable de las pol¨ªticas econ¨®micas que han colocado el PIB per c¨¢pita de Gran Breta?a por delante de los de Alemania y Francia. Ser¨¢ primer ministro durante dos a?os, por lo menos, antes de tener que convocar las pr¨®ximas elecciones. Todav¨ªa es posible que los laboristas obtengan un cuarto mandato consecutivo, un hecho sin precedentes en la pol¨ªtica brit¨¢nica.
Anthony Giddens es soci¨®logo brit¨¢nico, autor de La tercera v¨ªa: la renovaci¨®n de la socialdemocracia. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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