?La mejor tienda?

No me gusta ese eslogan que a veces utilizan los pol¨ªticos barceloneses que define la ciudad como la millor botiga del m¨®n. Y no me disgusta precisamente por su tono mercantilista de bajo nivel, su se?orestevismo arrabalero, porque, en realidad, me encantar¨ªa vivir en la mejor tienda del mundo. Me disgusta porque no es verdad. No podemos ser una buena tienda mientras ofrezcamos s¨®lo mercanc¨ªas de bajo precio, sin plusval¨ªas cualitativas: sol, playas, despedidas de solteros, horarios tur¨ªsticos disolutos y algunas plazas y calles inseguras pero pintorescas.

Para adjudicarnos el calificativo de mejor tienda del mundo hay que ofrecer mayor variedad y gamas m¨¢s excelentes, gamas en las cuales tenga prioridad la oferta cultural como base generativa de un amplio panorama que vaya m¨¢s all¨¢ del turismo masivo. No dir¨¦ que Barcelona no haya hecho esfuerzos para mejorar su mercado cultural, pero no es todav¨ªa la mejor tienda del mundo: ni los museos, ni la m¨²sica, ni la investigaci¨®n nos permiten construir escaparates demasiado convincentes. Y detr¨¢s de esas deficiencias est¨¢ la insuficiencia cualitativa y cuantitativa de la educaci¨®n. ?C¨®mo nos gustar¨ªa que fuera Barcelona? Sin duda, como la mejor tienda de la buena educaci¨®n, en su doble sentido c¨ªvico y cient¨ªfico. Una ciudad que impusiera los instrumentos para una educaci¨®n integral como base de una extensa pol¨ªtica cultural y de un real progreso econ¨®mico.

Oriol Bohigas es arquitecto