Europa se desorienta sin GPS
El sistema de navegaci¨®n Galileo se retrasa de nuevo ante las dudas que su coste genera en el consorcio privado encargado de su desarrollo
La mayor¨ªa de los taxis lleva instalado un sistema de navegaci¨®n por sat¨¦lite que facilita la conducci¨®n. Se trata de tecnolog¨ªa estadounidense: el conocido GPS, con el que resulta casi imposible desorientarse aunque no se conozcan las calles de la ciudad. Europa lanz¨® en 2005 el primer sat¨¦lite de su propio sistema para romper la hegemon¨ªa norteamericana en ese mercado. El sistema Galileo arranc¨® con un presupuesto de 3.400 millones de euros, con aportaciones p¨²blicas y privadas y un estricto calendario, que finalizaba en 2010. "Nada de eso va a ser posible", explica Mercedes Sierra, directora de aeron¨¢utica y espacio del CDTI, organismo adscrito al Ministerio de Industria.
Finalmente, el consorcio privado que deb¨ªa desarrollar todo el proyecto no ve claro el negocio: hay que invertir 2.000 milones m¨¢s de lo previsto inicialmente, y los plazos se han alargado considerablemente. Todo el proyecto tendr¨¢ que financiarse con dinero p¨²blico, lo que supone la disoluci¨®n del modelo p¨²blico-privado previsto inicialmente. Los taxis llevar¨¢n tecnolog¨ªa norteamericana al menos hasta 2012, seg¨²n la Comisi¨®n Europea; y las empresas que se han desentendido del proyecto hablan incluso de 2014. Ser¨¢ la Agencia Espacial Europea (ESA) la encargada de poner en ¨®rbita los 30 sat¨¦lites del sistema, siempre que el Consejo de Ministros de Transporte del pr¨®ximo 6 de junio apruebe las nuevas condiciones y, lo m¨¢s complicado, la inyecci¨®n econ¨®mica adicional.
Galileo, que naci¨® con un presupuesto de 3.400 millones, necesita ahora 2.000 m¨¢s de lo previsto
Europa no acaba de arrancar cuando se ponen en juego los intereses nacionales: ni en la pol¨ªtica, ni en la econom¨ªa, ni mucho menos en la industria. Fracasaron la Constituci¨®n Europea y la Agenda de Lisboa. Y lo mismo ha pasado con varios proyectos industriales. Quareo (literalmente yo busco, en lat¨ªn) fue el nombre elegido en 2005 para el buscador europeo que ten¨ªa que desbancar al todopoderoso Google estadounidense. Fue un fiasco: a pesar de disponer de una inversi¨®n inicial de 2.000 millones de euros, no resisti¨® las tensiones entre Francia y Alemania. La defensa a ultranza de los intereses nacionales ha desencadenado tambi¨¦n la crisis en el consorcio Airbus. Y un rev¨¦s sucede a otro: Galileo se ha topado con los mismos problemas.
El pasado mi¨¦rcoles, el primer mensaje de Galileo fue transmitido satisfactoriamente v¨ªa sat¨¦lite. Casi al mismo tiempo, la Comisi¨®n Europea certificaba el fracaso del modelo elegido para poner en marcha el sistema de navegaci¨®n. El consorcio privado, formado por ocho empresas -entre las que se encuentran las espa?olas AENA e Hispasat- incumpli¨® el ultim¨¢tum de la Comisi¨®n Europea para llegar a acuerdos sobre el desarrollo de todo el sistema y no retrasar m¨¢s el proyecto. "No est¨¢ claro que Galileo vaya a proporcionar los retornos necesarios para asegurar su viabilidad econ¨®mica", aclaran fuentes de una de las empresas. "Y entre las compa?¨ªas hay presiones para defender los intereses de unos y otros, que dificultan toda la toma de decisiones del proyecto", seg¨²n las mismas fuentes.
A lo largo de los ¨²ltimos meses, Italia y Alemania han acusado al Gobierno espa?ol y a Hispasat de ser los causantes del bloqueo. Por el contrario, Espa?a alertaba de una maniobra de estos dos pa¨ªses para no cumplir con los acuerdos de 2005, que otorgaban a AENA e Hispasat dos centros de control de Galileo; es decir, una parte sustanciosa del negocio. El ¨®rdago de Bruselas persegu¨ªa desencallar todo ese embrollo, con la exigencia de nombrar un consejero delegado ¨²nico del consorcio y de alcanzar un acuerdo "claro y cre¨ªble", en relaci¨®n a los costes y a la carga de trabajo que asumir¨ªa cada empresa, inform¨® entonces el comisario de Transportes, Jacques Barrot.
Con el ultim¨¢tum vencido esta misma semana sin ning¨²n resultado, el propio Barrot daba por finiquitada la participaci¨®n privada, al menos en la puesta en marcha del sistema. "Es mejor aceptar una financiaci¨®n p¨²blica para estar seguros de que Galileo estar¨¢ listo en el momento adecuado", dijo. De esta manera, el consorcio se desintegra. Una vez lanzados los sat¨¦lites, Bruselas lanzar¨¢ un nuevo concurso para explotar, en r¨¦gimen de concesi¨®n, las aplicaciones econ¨®micas de Galileo. "Pero en ¨¦l ya no habr¨¢ fabricantes de sat¨¦lites, sino m¨¢s bien operadoras y empresas que desarrollen aplicaciones", afirma Sierra.
Espa?a puede verse perjudicada. La ESA asegura retornos para cada pa¨ªs en funci¨®n de lo que se invierte, y eso garantiza la participaci¨®n espa?ola. "Pero a la vez, sin un marco de referencia, los socios con m¨¢s fuerza -Alemania, Francia e Italia- pueden presionar para quedarse con parte del negocio que estaba asignada a Espa?a inicialmente", explica Sierra.
El otro gran problema que afronta Galileo es la toma de decisiones. La Comisi¨®n Europea plantea usar un modelo de cooperaci¨®n reforzada parecido al que sirvi¨® para introducir el euro en 1999. De esta forma no ser¨ªa necesaria la unanimidad para asegurar la financiaci¨®n adicional. "En ese caso invertir¨ªan los pa¨ªses que quisieran seguir adelante con el proyecto, y Espa?a es uno de ellos", seg¨²n fuentes del Gobierno.
El GPS estadounidense fue construido por el Pent¨¢gono. A pesar de las aplicaciones civiles, se trata de un proyecto militar y Washington puede inutilizarlo en caso de conflicto b¨¦lico. ?sa es la raz¨®n por la que Bruselas siempre ha defendido la necesidad de disponer de su propio sistema. Galileo naci¨® hace aproximadamente 10 a?os; la leyenda dice que tras fracasar el intento de la Comisi¨®n Europea de participar en el GPS. El Ejecutivo europeo siempre lo ha tenido como uno de sus proyectos estrella, tanto por la situaci¨®n de inferioridad que supone depender del GPS como por el mercado potencial: un volumen de negocio que alcanzar¨¢ los 400.000 millones de euros en 2025 -con aplicaciones en el transporte por tierra, mar y aire- y la creaci¨®n de unos 150.000 empleos.
Eppur si muove (Y sin embargo se mueve). ?sa es la frase que se atribuye a Galileo para defender ante la Iglesia su teor¨ªa de que la Tierra se mueve alrededor del Sol. El sistema de navegaci¨®n que lleva su nombre "es indispensable", apunta Mercedes Sierra, pero para que salga adelante -para que se mueva-, "los Estados de la UE tienen que involucrarse. De lo contrario es complicado".
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