Andrew Hill, pianista y compositor de jazz
En ocho meses grab¨® m¨²sica para completar cinco ¨¢lbumes
Una de las leyendas m¨¢s extendidas en torno a Andrew Hill ten¨ªa que ver con su supuesto origen haitiano o jamaicano: "A alguien le pareci¨® natural que yo fuera jamaicano, por mi forma de enfocar el ritmo. Lo que pasa es que resulta muy dif¨ªcil corregir un error como ese que viene de antiguo". En realidad, Hill naci¨® en Chicago, en el a?o 1931 (y no en 1937 como consta err¨®neamente en algunos manuales). De ni?o vivi¨® en las calles. "Mi territorio estaba situado entre la calle 47 y South Park, en lo que ahora se llama el bulevar de Martin Luther King. Tocaba la corneta y bailaba, la gente me daba propinas y con eso sobreviv¨ªa...".
Aprendi¨® por s¨ª mismo a tocar el piano y muy pronto encontr¨® trabajo acompa?ando a los cantantes de moda, de Dinah Washington a Johnny Hartman y la recientemente fallecida Dakota Staton. En el a?o 1954, toc¨® en el Greystone Ballroom de Detroit junto a Charlie Parker. Seis a?os m¨¢s tarde se estableci¨® en la ciudad de Nueva York. Alfred Lion le escuch¨® en una de sus actuaciones y decidi¨® ficharle para su sello Blue Note. En apenas ocho meses, Hill grab¨® material suficiente para completar cinco ¨¢lbumes. Su m¨²sica, opaca y muy original, se debat¨ªa entre un cierto posromanticismo y la huella ineludible de Bud Powell y Thelonious Monk: "Dec¨ªan que mi m¨²sica era 'dif¨ªcil' y se empe?aban en catalogarme como avant garde, aunque yo no consideraba que lo fuera".
Desgraciadamente, el p¨²blico no comparti¨® los gustos de Lion y aquellos discos, hoy legendarios -Black Fire, Point of Departure...- apenas vendieron. Hill empez¨® a tener serios problemas para encontrar trabajo. Cada vez m¨¢s, deseaba establecerse como compositor. En realidad, "estaba atemorizado porque la m¨²sica se convirtiera en un trabajo". Durante 10 a?os, Hill vivi¨® la pl¨¢cida existencia de un an¨®nimo profesor universitario en Portland, situaci¨®n que hubiera podido prolongarse en el tiempo de no haber recibido una nueva oferta por parte de la renovada Blue Note (ahora, en manos de la multinacional EMI). En el a?o 1996 hizo las maletas y regres¨® a la Gran Manzana: "A mi vuelta me encontr¨¦ con que todo hab¨ªa cambiado. Ahora era una leyenda".
Como otros miembros de su generaci¨®n (Ornette Coleman, Roscoe Mitchell...), y sin haber cedido en lo m¨¢s m¨ªnimo a las tentaciones del mercado, pas¨® de vaciar los auditorios donde tocaba a figurar en el primer lugar en los rankings. "Me veo como si me hubiera convertido en una especie de miembro del pante¨®n musical. Ahora me encuentro con que vienen muchos m¨²sicos j¨®venes a verme para pedirme consejo, gente que ha llegado al jazz mucho despu¨¦s de m¨ª".
Establecido como un l¨ªder respetable y respetado, dirigi¨® sus propios conjuntos y una big band cuya composici¨®n y repertorio variaban constantemente. "Al comienzo del pase nadie sab¨ªa lo que iba a pasar, pod¨ªa ser una cosa u otra, todos eran diferentes". Hill se ve¨ªa a s¨ª mismo como un "organizador de sonidos" antes que como un compositor y director de orquesta al uso: "Si tratas de ser dominante destruyes el poder de la m¨²sica".
Sus nuevos discos encontraron una encendida respuesta por parte de los aficionados, lo que llev¨® a que se reeditara toda su obra anterior, incluyendo varios in¨¦ditos. Su actuaci¨®n en el Festival de Jazz de San Sebasti¨¢n, en el a?o 2002, mostr¨® al veterano jazzista en su plena lucidez. "Eso es lo que trato de conseguir con mis conciertos, ofrecer a la gente una recreaci¨®n de la belleza art¨ªstica dotada de una cierta sustancia. Es algo que aprend¨ª de ni?o, cuando iba a escuchar a Louis Armstrong".
Estaba previsto que Hill recibiera el doctorado honorario del Berklee College of Music el 12 de mayo.
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