Orgasmus

Ya lo dec¨ªa Julio Camba, te vas de viaje, te tomas el trabajo de mirar el mundo con los ojos bien abiertos, vuelves luego a la patria, y qu¨¦. Pues nada. Cuando volv¨ªa el se?or Camba encontraba en el caf¨¦ a los mismos contertulios enzarzados en las mismas discusiones que dej¨® la v¨ªspera de marcharse.

Tremenda sensaci¨®n a la que yo a?adir¨ªa otra: al que ha tenido la osad¨ªa de ausentarse se le mirar¨¢ con desconfianza, como si los paisanos sospecharan que quiere introducir aire fresco all¨ª donde lo que gusta es el aire viciado. Pero no hay que alarmarse, en tres d¨ªas, el hijo pr¨®digo estar¨¢ integrado, dej¨¢ndose la garganta en una bronca sobre la deriva de Espa?a. ?sta era una sensaci¨®n que compart¨ªan los viajeros de un pa¨ªs poco viajero. Por fortuna, la experiencia Camba de ponerse el mundo por montera es hoy mucho m¨¢s com¨²n. La repiten cientos de estudiantes, nuestros hijos, que se marchan un a?o a hacer las europas con el Erasmus, bautizado muy certeramente como Orgasmus, y consistente en una beca estatal tan precaria que acaba estando financiada por los padres espa?oles, que son, dejando a un lado a la baronesa encadenada, la cantera m¨¢s importante de mecenas de la Uni¨®n Europea.

Dicen que cuando vuelven a casa, los estudiantes orgasmus pasan otro a?o descolocados. Natural. Descubren la gran verdad de la vida: lo malo del orgasmus es que acaba muy pronto. A lo que de verdad no hay derecho es a hacerles sufrir un erasmus interruptus. Es el caso de B¨¢rbara, que est¨¢ pasando su orgasmus en Suiza, y a la que avisaron de que ten¨ªa que ir a su pueblo, San Mart¨ªn del Rey Aurelio, Asturias, para estar en la mesa electoral.

B¨¢rbara mand¨® un fax pidiendo clemencia, pero el juez fue inflexible, no hay orgasmus que valga, a cumplir con la democracia. B¨¢rbara clama al cielo: "?Es que no hay un paisano en San Mart¨ªn del Rey Aurelio para sustituirme?". Estoy con ella. A todo esto, ?qui¨¦n corre con los gastos?

Pero hay otra carta que me hace sospechar que, a pesar de que viajar en Espa?a ya no es pecado, algo de la reflexi¨®n de Camba sigue vigente. La escribe Carlos, un navarro ex orgamus, que decidi¨® quedarse 10 a?os en Inglaterra y hoy vive en Barcelona. En 10 a?os, Carlos siente que el pa¨ªs no ha salido de sus cinco asuntos recurrentes. Est¨¢ harto de o¨ªr hablar de naciones, identidades, competencias, lenguas, iglesias y de esas radios que contagian los temas de conversaci¨®n a la gente.

"En mis 10 a?os en Londres", me cuenta, "nunca habl¨¦ de identidades con gente de otras culturas, ?es que no puede haber un partido sin adjetivos, que no sea nacionalista de nada ni defienda la Espa?a plural 'pero quitando a los que no me gustan', un partido que se enfrente simplemente a los problemas comunes que acechan en el d¨ªa a d¨ªa?".

M¨¢s claro, agua.

Elvira Lindo bucea en los comentarios de los lectores para su columna. Env¨ªelos a lectores@elpais.es