"Wolfowitz manipul¨® la recomendaci¨®n del Comit¨¦ de ?tica"
Roberto Da?ino (Per¨², 1951) es el testigo de cargo de Paul Wolfowitz. Este abogado de Lima, ex primer ministro en 2001 y 2002, fue elegido a trav¨¦s de un concurso internacional para ocupar en noviembre de 2003 el cargo de vicepresidente principal y asesor jur¨ªdico del Banco Mundial (BM), el puesto n¨²mero tres del organigrama. En mayo de 2005, Da?ino recibi¨® el mandato de negociar con Wolfowitz el contrato de presidente del BM. Seg¨²n explica, Wolfowitz "manipul¨® la recomendaci¨®n del Comit¨¦ de ?tica del Banco Mundial y m¨¢s tarde pretendi¨® encubrir lo que hab¨ªa hecho culpando a los dem¨¢s". He aqu¨ª la primera entrevista que concede a un medio de comunicaci¨®n sobre esta crisis.
Pregunta. ?Cu¨¢ndo comienza su participaci¨®n en esta historia?
"Wolfowitz estaba incurso en un conflicto de intereses, y eso lo descalificaba"
"Hay una fuerte campa?a del presidente del Banco para tergiversar la verdad"
"Cualquiera que sea el desenlace, el perdedor de este episodio es el Banco Mundial"
Respuesta. Estamos en mayo de 2005. El decano y el vicedecano me piden que negocie las condiciones del contrato del nuevo presidente, Paul Wolfowitz, siempre ad refer¨¦ndum de ellos y del consejo. Me entrevisto con ¨¦l y decide encargar el asunto al bufete de abogados Willams & Connolly. En las reuniones hablamos de la existencia de un conflicto de intereses. Las normas internas del Banco Mundial proh¨ªben la relaci¨®n profesional entre dos c¨®nyuges o personas que mantienen un v¨ªnculo de pareja. Esto queda por escrito. Yo soy el encargado de encontrar la f¨®rmula para solventar el conflicto. Les propongo la soluci¨®n tanto a sus abogados como al Comit¨¦ de ?tica del banco. Para resolver el conflicto se establece que su novia, Saha Riza, no puede reportar ni directa ni indirectamente al presidente. ?C¨®mo? Se le da un destino, a cargo del Banco, en una entidad externa (como por ejemplo una universidad, o una organizaci¨®n no gubernamental, o a una entidad interna que no reporte al presidente, como por ejemplo el tribunal administrativo, inspector, y otros). Hay una alternativa: dar por finiquitado su contrato.
P. ?Qu¨¦ recomienda el Comit¨¦ de ?tica?
R. El Comit¨¦ finalmente opta por recomendar el destino fuera del Banco. Sin embargo, teniendo en cuenta el posible impacto negativo que esto podr¨ªa tener en la carrera de Saha Riza, se hace otra propuesta: una promoci¨®n a manera de compensaci¨®n. ?sta es, pues, la f¨®rmula. Si Wolfowitz la aceptaba, el Comit¨¦ de ?tica se?al¨® que deb¨ªa ser ejecutada a trav¨¦s del vicepresidente de Recursos Humanos, el espa?ol Xavier Coll.
P. ?Aceptan las condiciones?
R. La posici¨®n de Wolfowitz es muy ambigua durante toda la negociaci¨®n. Hay una cosa clara: desde el primer momento ¨¦l consider¨® que deb¨ªa poder mantener una relaci¨®n profesional continua con Saha Riza. A cambio, ofrece recusarse de intervenir en los temas de personal de su novia: sueldos, promociones, y otras decisiones. Le hice ver a trav¨¦s de sus abogados que mantener un contacto profesional con ella contraven¨ªa las normas del Banco.
P. La recusaci¨®n, ?no est¨¢ contemplada en estos casos?
R. En ning¨²n momento se pudo contemplar esta idea de recusaci¨®n sobre los temas de personal. Era redundante. Wolfowitz estaba incurso en un conflicto de intereses, y ello lo descalificaba por definici¨®n, autom¨¢ticamente, para cualquier intervenci¨®n. Mantuve con los abogados reuniones, intercambiamos cartas y muchas llamadas por tel¨¦fono. Pero insist¨ªan. Ella, dec¨ªan, debe mantenerse en el Banco y en contacto profesional con Wolfowitz, a cambio de que ¨¦l se recusara. Precisamente eso es lo que no pod¨ªa ser: el contacto profesional violaba las normas.
P. Por tanto, ?o cumple o incumple?
R. Los decanos hubieran preferido la terminaci¨®n del contrato pero ante la encrucijada se acuerda someter el caso al Comit¨¦ de Etica del consejo del Banco Mundial. Se resuelve poner en marcha el contrato de Wolfowitz, quedando pendiente la situaci¨®n de Saha Riza en funci¨®n de la decisi¨®n del Comit¨¦ de ?tica. ?ste finalmente recomienda las dos cosas que yo mismo hab¨ªa sugerido. Y Paul Wolfowitz manipula la decisi¨®n sobrepasando ampliamente lo que se le ha autorizado.
P. ?C¨®mo se las arregla Wolfowitz para hacerlo?
R. Wolfowitz fija las condiciones directamente con Saha Riza a pesar del desacuerdo de Xavier Coll. Pero el nuevo presidente le ordena ejecutar lo que ¨¦l negoci¨® directamente con Saha Riza. La destina fuera del banco, le garantiza la promoci¨®n, pero hace tres cosas m¨¢s a espaldas del Comit¨¦ de ?tica y del consejo: le da una subida salarial del 40%, le asegura incrementos anuales y le concede una promoci¨®n en el momento en que regrese al Banco Mundial.
P. ?A espaldas de la asesor¨ªa jur¨ªdica y del Comit¨¦ de ?tica?
R. Es todav¨ªa peor. Wolfowitz le ordena a Coll que me excluya a m¨ª, el asesor jur¨ªdico principal del Banco, de toda participaci¨®n en la ejecuci¨®n del acuerdo con Riza. Es grave. Me explico: el Banco Mundial termina privado de representaci¨®n legal durante la ejecuci¨®n de este acuerdo clandestino. Se elimina la posibilidad de verificar la coherencia del acuerdo con las normas del banco.
P. Todo esto salta por los aires cuando un chivatazo revela la operaci¨®n.
R. Pero entonces todav¨ªa falta quiz¨¢ lo peor. Cuando en abril pasado se hace publico que Wolfowitz hab¨ªa conferido de manera inconsulta los tres beneficios adicionales a Saha Riza, su reacci¨®n y la de su equipo es tremenda. Su asesora principal, Robin Cleveland, redacta una nota de prensa para distribuir como un an¨®nimo. All¨ª dice que los t¨¦rminos del acuerdo hab¨ªan sido aprobados por el CE, el asesor jur¨ªdico; es decir, por m¨ª, y el responsable de Recursos Humanos, Xavier Coll. Ella sab¨ªa que eso era absolutamente falso. Lo s¨¦ porque hay un documento en que ella le comunica a Coll que debe excluir de la negociaci¨®n al asesor jur¨ªdico. En definitiva, se priva al Banco de asesor¨ªa legal para la representaci¨®n de sus intereses, mientras que Wolfowitz y Riza s¨ª contaban con sus propios abogados.
P. ?Aqu¨ª comienza, podr¨ªa decirse, la operaci¨®n de encubrimiento, el fantasma del Watergate, o m¨¢s recientemente el caso de Lewis Libby?
R. Wolfowitz pretende culpar a otros de lo sucedido. Tanto el ex presidente del Comit¨¦ de ?tica, Ad Melkert, como yo nos vemos obligados a desmentir p¨²blica y categ¨®ricamente semejante afirmaci¨®n. Posteriormente, se hace p¨²blico un documento en que se confirma que Wolfowitz le dio instrucciones precisas a Coll a efectos de que proceda a ejecutar el acuerdo en los t¨¦rminos ordenados por el presidente. Pero la situaci¨®n ya no admite vuelta atr¨¢s: el consejo forma un comit¨¦ ad hoc para investigar el caso. De inmediato comienza la maquinaria de prensa de Wolfowitz a presentar una versi¨®n muy distorsionada de los hechos. El comit¨¦ toma una medida sin precedentes y hace p¨²blicos todos los documentos del Comit¨¦ de ?tica. Aun as¨ª, la web del Banco reproduce fragmentos incompletos de la documentaci¨®n. Las medias verdades quieren hacer creer que ¨¦l quiso recusarse y que el Comit¨¦ de ?tica lo rechaz¨®.
P. De perdidos al r¨ªo, se suele decir en Espa?a...
R. Las ¨²ltimas semanas hemos visto una vigorosa campa?a de Wolfowitz para tergiversar la verdad y descalificar a quienes discrepen con ¨¦l. Si bien en alg¨²n momento se disculpa, casi de inmediato cambia y denuncia una campa?a pol¨ªtica contra ¨¦l. Despu¨¦s denuncia que lo estaban atacando por ser el arquitecto de la guerra de Irak. Tambi¨¦n dijo que el Comit¨¦ de ?tica lo hab¨ªa forzado a involucrarse en la negociaci¨®n. En otro momento dijo que el personal no lo apreciaba porque se opone a la campa?a anticorrupci¨®n, con lo cual termin¨® de alienar a casi todos los trabajadores.
P. ?El asunto, est¨¢, pues, visto para sentencia?
R. Creo que no podr¨¢ mantenerse en el Banco Mundial. Cualquiera que sea el desenlace, el gran perdedor es el Banco Mundial. Su credibilidad se ha visto enormemente mellada, hay un comp¨¢s de espera en una serie de proyectos, un ¨¦xodo de profesionales valiosos, su personal est¨¢ desmoralizado, y el apoyo de sus principales accionistas es incierto. La tradicional prerrogativa de EE UU de elegir a uno de sus ciudadanos como presidente posiblemente llegar¨¢ a su fin con este episodio. Ello podr¨ªa ser lo ¨²nico bueno de todo esto, pues es inconcebible que en una entidad que predica transparencia y buen gobierno, a¨²n se mantenga una pr¨¢ctica tan arcaica y discriminatoria que implica que su presidente no sea elegido transparente y meritocr¨¢ticamente, al margen de su nacionalidad.
El papel de Ana Palacio
"Dej¨¦ el Banco Mundial porque llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que era imposible construir una relaci¨®n profesional con Paul Wolfowitz", explic¨® Roberto Da?ino a EL PA?S. Eso fue en enero de 2006. Wolfowitz, seg¨²n fuentes consultadas, sinti¨® un gran alivio, con las manos libres para preparar el nombramiento de una persona que sintonizara m¨¢s con la nueva etapa. Nombr¨® a una persona de forma interina. Porque Wolfowitz ten¨ªa en cartera, dentro del Banco, con un contrato de obra puntual, a quien ser¨ªa el sucesor de Da?ino. Su nombre: la ex ministra de Exteriores de Espa?a, Ana Palacio. Finalmente, tras ser seleccionada, el Consejo la nombr¨®.Hace ahora un mes, cuando el consejo de administraci¨®n del banco se reuni¨® para analizar el caso de Saha Riza, seg¨²n fuentes de la Asociaci¨®n de Empleados del Banco Mundial, Wolfowitz, Robin Cleveland y Palacio se presentaron en la sala de reuniones y exigieron estar presentes durante las deliberaciones. Hubo, seg¨²n esas fuentes, una tensa discusi¨®n. El Consejo les solicit¨® que abandonasen la sala. Wolfowitz y su asesora a¨²lica, Cleveland, se marcharon para tomar parte en la reuni¨®n de primavera del Banco Mundial.Pero Ana Palacio defendi¨® su derecho a participar en la reuni¨®n ya que, explic¨®, ocupa el cargo de abogada general y ello supone tambi¨¦n que asesora al Consejo del Banco. Los miembros del Consejo replicaron que la llamar¨ªan cuando estimara que se necesitaba su asesoramiento legal. Seg¨²n fuentes de la Asociaci¨®n de Empleados, el debate dur¨® alrededor de una hora. Pero Ana Palacio se neg¨® a abandonar la sala. El consejo decidi¨®, pues, aplazar el c¨®nclave y acordar un encuentro en otro lugar del banco.
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