A la Uni¨®n de Europa la hizo la pedagog¨ªa
Una de las vivencias acad¨¦micas que me dan m¨¢s satisfacci¨®n en los cursos que, como profesor Jean Monnet, doy en mi Facultad de Ciencias Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa es recibir a algunos alumnos provenientes de la Facultad de Educaci¨®n. Su presencia, me produce la impresi¨®n de que lo que explico, en los cr¨ªticos momentos de la Uni¨®n Europea, puede caer en un terreno mejor abonado, trat¨¢ndose de estudiantes particularmente vocacionados para la pedagog¨ªa social. Porque, a la Uni¨®n Europea, la hizo la pedagog¨ªa. Grandes ideas para realizar la Uni¨®n Europea las tuvieron muchos: Coudenhove-Kalergi, Briand, los creadores del Consejo de Europa, los dirigentes de la OECE, los impulsores de la Comunidad Europea de Defensa. Pero les falt¨® capacidad de aplicar. ?Tiene alg¨²n parecido con lo que sucede ahora? El fracaso de la Comunidad Europea de Defensa no puede extra?ar hoy. Su derrota en la C¨¢mara francesa no fue la causa sino la que lo hizo patente. ?C¨®mo pretender en aquellas fechas, un ej¨¦rcito europeo bajo una autoridad pol¨ªtica ¨²nica, cuando hoy, medio siglo despu¨¦s del Tratado de Roma, resulta imposible hacerlo? El que m¨¢s claro vio la cuesti¨®n, distanci¨¢ndose un tanto de ella, fue Jean Monnet.
Los talentos unidos de Adenauer, Schuman y De Gasperi, sin Jean Monnet, no hubieran hecho de aquella forma las Comunidades con las que empez¨® a construirse la Uni¨®n Europea. En el inicio de la construcci¨®n, la dimensi¨®n pedag¨®gica -tan rara como ignorada en el mercado internacional-, la aport¨®, consciente de tener elaborada "una filosof¨ªa de la acci¨®n", Jean Monnet. Deber¨ªa, por ello, ser le¨ªdo y meditado tanto como Maquiavelo aunque el sentido com¨²n monetiano tenga menos morbo. Si Maquiavelo supo deducir de la historia y de la psicolog¨ªa el m¨¦todo para lograr, mantener y acrecentar el poder pol¨ªtico, Monnet supo concebir y llevar a la pr¨¢ctica la forma de convertir un ¨¢rea de guerras mundiales en una zona de paz.
La dimensi¨®n personal de Monnet de la que hablamos, tiene varios aspectos. Primero, una confianza en s¨ª mismo fuera de lo com¨²n. No habiendo sido nunca universitario pues dej¨® la escuela a los diecis¨¦is a?os -aunque ahora d¨¦ nombre a much¨ªsimas c¨¢tedras-, era capaz de plantarse ante los l¨ªderes de la Europa del momento para decirles con convicci¨®n lo que era necesario hacer. Su decisi¨®n "consist¨ªa", nos dice de s¨ª mismo, "en ir a convencer a quienes ten¨ªan el poder de actuar, dondequiera que estuviesen". Lo ¨²nico en lo que Monnet pod¨ªa sentirse superior para adoptar aquella actitud ante Viviani, Balfour, Churchill, Schuman, Adenauer, era su talento pedag¨®gico. Algo que viv¨ªa con tranquilidad, la indefectible compa?era de la seguridad.
Segundo, fue la obsesi¨®n por construir lo com¨²n y por persuadir a los responsables para que se convenciesen de "las inmensas posibilidades de la acci¨®n com¨²n". Monnet vertebr¨® su vocaci¨®n de pedagogo social en torno a tal objetivo. Por ello buscaba el "entendimiento profundo" entre unos hombres que "dispon¨ªan en sus respectivos pa¨ªses de tales redes de influencia que el inter¨¦s general penetraba en los centros de decisi¨®n nacionales". Hacia las convicciones nacionalistas de De Gaulle manifest¨® su clara prevenci¨®n, orientando su voto a Lecanuet y a Mitterrand que se mostraban m¨¢s europe¨ªstas. De Gaulle opt¨® por apoyarse en el poder asentado en los fuertes sentimientos pro franceses. Monnet -sin tener poder- ense?¨® a construir una dif¨ªcil unidad pol¨ªtica superando las m¨¢s hondas tendencias particularistas.
Tercero, un conjunto de detalles relacionados entre s¨ª: la elecci¨®n de los nombres, el montaje del lugar de trabajo, la cuidadosa selecci¨®n de las personas, las visitas a los que ten¨ªan el mayor poder, el no quererse presentar a elecciones pol¨ªticas, el utilizar m¨¦todos muy concretos y pacientes para persuadir, el exigir la redacci¨®n de unos textos muy esmerados. Concretemos algunos de estos aspectos.
El nombre elegido que Monnet consider¨® m¨¢s logrado fue el de Comunidad: trabajo en com¨²n hacia objetivo com¨²n con rechazo frontal al mercadeo. Ten¨ªa preparada la oficina de la calle Martignac para intentar convencer a todas horas. Sobre las personas dec¨ªa: "Nunca basta la demasiada experiencia de los hombres". Y sobre las instituciones, "donde reinaba la organizaci¨®n, reinaba el verdadero poder¨ªo". Persuadir era para ¨¦l el ejercicio de un "martilleo constante de ideas simples, pocas en n¨²mero, ampliamente difundidas". Con respecto a la toma de decisiones Monnet era un gran amigo del sistema de la ponderaci¨®n. La proporcionalidad presta atenci¨®n a lo particular. La votaci¨®n es necesaria para hallar al ganador. La ponderaci¨®n es m¨¢s ¨²til para encontrar la idea reconocida como de todos. Fue muy cuidadoso para que se redactaran los textos con suma perfecci¨®n como aparece en el Tratado de la CECA (pre¨¢mbulo y articulado) que result¨® modelo para otros tratados posteriores. Sentir¨ªa Monnet como pedagogo social (que no did¨¢ctico pues no le gustaba la escuela y en sus escritos hay p¨¢rrafos demasiado farragosos), que el m¨¦todo de la ponderaci¨®n para tomar decisiones quedase arrumbado en Niza de una forma tan ca¨®tica. Tambi¨¦n sentir¨ªa que la palabra com¨²n haya sido, en la Declaraci¨®n de Berl¨ªn, ep¨ªteto s¨®lo aplicado a tres realidades altamente inconcretas: los ideales, los fundamentos y el futuro. De palabra muy deseada ha pasado a ser no ya marginada sino tambi¨¦n, temida. Es la consecuencia de a?os de descuido en la construcci¨®n del metademos europeo.
En los tiempos que corremos puede ser enriquecedor intentar penetrar en aquella sabidur¨ªa pr¨¢ctica que tanto sirvi¨® para iniciar la uni¨®n de Europa, con duraci¨®n cuando menos hasta Maastricht. Sabiendo que la gran cualidad de Monnet fue su capacidad de unir hombres, puede ser bueno seguirle en algunos de sus criterios: "Mi juicio lo ajustar¨¦ a la sabidur¨ªa de los grandes hombres pr¨¢cticos". O de sus puntos de mira: "El enfoque tiene m¨¢s peso que las cosas mismas". O de su perspicacia: "Es evidente que los hombres que est¨¢n en el poder carecen de ideas nuevas por falta de tiempo y de informaci¨®n y que desean hacerlo bien, a condici¨®n de dejarles todo el m¨¦rito". Tambi¨¦n puede ser valiosa su advertencia "es m¨¢s f¨¢cil hacer m¨¢quinas que rehacer mentalidades". Europa "no tiene m¨¢s alternativa que la uni¨®n o una larga decadencia". Los tiempos y las circunstancias pueden cambiar, pero la pedagog¨ªa para afrontar las grandes construcciones sociales es algo ¨ªntimamente relacionado con la naturaleza del ser humano que siempre es permanente.
Santiago Petschen es catedr¨¢tico de Relaciones Internacionales en la UCM.
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